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Por: John MacArthur

Este artículo forma parte de la serie de devocionales «Fortaleza para hoy»

«Justo es Jehová en todos sus caminos, y misericordioso en todas sus obras». SALMOS145:17

La santidad de Dios es evidente en todo lo que hace, particularmente en la creación, la ley, el juicio y la salvación.

Todo el propósito del Antiguo Testamento es revelar la santidad y la justicia de Dios, que es completamente perfecto y puro. De hecho, la palabra hebrea para «santo» se usa más de seiscientas veces en el Antiguo Testamento con el fin de indicar perfección moral.

¿Cuáles son algunas áreas en las que vemos la santidad de Dios? Primero, la vemos en la perfección original de su creación: «Vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera» (Génesis 1:31). Toda la creación estaba en sintonía con el carácter sagrado de Dios.

Más adelante, Dios instituyó su ley moral para el pueblo de Israel. En ella estableció las reglas referentes al culto y a la sociedad. Prescribió las penas por el asesinato, el adulterio y el robo. Condenó la mentira, la codicia y muchos otros

pecados. Había muchas reglas que revelaban un Dios que es infinitamente recto y sin error, defecto o tolerancia por el pecado. La ley mostraba el carácter de Dios: «La ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno» (Romanos 7:12).

La santidad de Dios será demostrada «cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder, en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo; los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder» (2 Tesalonicenses 1:7-9). El juicio que Dios ha de hacer con el pecado es un reflejo de su santidad; Él debe castigarlo.

La suprema expresión de la santidad de Dios es que envió a su Hijo a morir en la cruz (ver Romanos 8:3-4). Dios pagó el precio más alto, el único precio que pudo satisfacer su santidad. Jesucristo es Él mismo «el Santo y justo» (Hechos 3:14); por tanto, solo Él podía «quitar de en medio el pecado» (Hebreos 9:26). La santidad de Dios es tan infinita, y nuestra falta de santidad es tan grande, que solo el sacrificio del Dios-hombre podría pagar la enormidad de nuestro pecado.

Sugerencias para la oración: Agradezca a Dios que envió a su Hijo a morir por nuestros pecados, para que podamos ser «santos y sin mancha delante de él» (Efesios 1:4).

Para un estudio más profundo: Algunas de las leyes de Dios para los israelitas se dan en Éxodo 21 a 23. Considere, en particular, las sanciones por violar esas leyes. ¿Qué le enseña este pasaje sobre el carácter de Dios?


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