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Por: Charles Spurgeon

«Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra» (Lc. 22:44). Queridos a migos, cuando somos tentados y deseamos vencer, la mejor arma que tenemos es la oración. Cuando no puedan usar la espada y el escudo, hagan uso de la famosa arma de «Toda oración».

Eso hizo el Salvador de ustedes. Consideremos Su oración. Fue una oración solitaria. Se apartó incluso de Sus tres mejores amigos a una distancia de un tiro de piedra. Creyente, especialmente en la tentación, entrégate a mucha oración solitaria. Así como la oración privada es la llave para abrir el cielo, es también la llave para cerrar las puertas del infierno. Así como es un escudo para proteger, es también la espada usada para luchar contra la tentación.

No bastará la oración familiar ni la oración social ni la oración en la Iglesia; todas esas oraciones son muy valiosas, pero la mejor especia triturada ha de humear en tu incensario, en tus devociones privadas, donde ningún oído oye excepto Dios. Retírate a la soledad si quieres vencer. Observen, también, que fue una oración humilde. Lucas dice que Él se arrodilló, pero otro evangelista nos informa que se postró rostro en tierra. ¡Cómo!, ¿acaso el Rey se postra rostro en tierra? ¿Dónde, entonces, tiene que estar tu lugar, tú que eres un humilde siervo del gran Maestro? ¿Acaso cae de bruces al suelo? ¿Dónde, entonces, te postrarás tú? ¿Qué polvo y qué cenizas habrán de cubrir tu cabeza? ¿Qué cilicio ceñirá tus lomos? La humildad nos proporciona un buen punto de apoyo en la oración.

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Un comentario en «La mejor arma contra la tentación (Parte 1) – Charles Spurgeon»

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