Por: George Whitefield
Este artículo forma parte de la serie: 365 días con George Whitefield
Siendo manifiesto que sois carta de Cristo expedida por nosotros, es- crita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón. 2 Corintios 3:3
Los ejemplos de nuestro bendito Señor y sus apóstoles son los grandes patrones por los que debe guiarse nuestra conducta en nuestras vidas. Ciertamente, cabe decir que en nuestra época son infrecuentes los ejemplos de una piedad suprema, y si hiciéramos un análisis de nuestra religión a través de las vidas de la mayor parte de sus profesantes, podríamos pensar que el cristianismo no es más que una carta muerta.
Pero en tal caso la culpa no es imputable a nuestra religión, sino a nosotros mismos. Si viviéramos como hicieron los cristianos primitivos, no debe cabernos la menor duda de que disfrutaríamos de la misma ayuda que ellos. La gracia de Dios nunca tiene límites y, aunque no deberíamos alcanzar las cimas del pensamiento espiritual que caracterizaba a algunos de ellos, sí creo que debemos imitarlos en la medida de nuestras posibilidades y confiar en la bondad divina para que nos conceda la medida de gracia que él, según su buena voluntad, juzgue más conveniente para nosotros […].
Advirtamos el peligro de ser cristianos tibios, y que nada podemos hacer sin apartarnos del mundo, negarnos a nosotros mismos a diario, tomar nuestra cruz y seguir a Jesús. Estas cosas pueden parecer terribles a primera vista, pero créeme, no son más que insinuaciones de nuestro enemigo para evitar que lo abandonemos. Y, si mi testimonio puede servir de algo, una vez que se practica la mortificación, es el mayor placer del mundo.
Tomado de «365 días con George Whitefield«, lecturas seleccionadas y editadas por Randall J. Pederson, puedes adquirirlo en este enlace. Foto de RDNE Stock project
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