Por: A. W. Pink
Este artículo forma parte de la serie: Guarda tu corazón
El guardar el corazón es la tarea más difícil.
«El mezclar los deberes religiosos con un espíritu perezoso y descuidado no costará ningún dolor; pero colocarte a ti mismo ante Dios, y sujetar tu pereza y tus vanos pensamientos para una seria y constante asistencia en el Señor: ¡eso costará! Lograr destreza y facilidad en la oración, es sencillo; pero tener un corazón quebrantado por el pecado mientras confiesas ese pecado, ser derretido por la gracia mientras bendices a Dios por regalártela, ser avergonzado y humillado por la enseñanza de la infinita santidad de Dios, y el guardar tu corazón, te costará seguramente algunos gemidos y dolores fuertes del alma. El reprimir las acciones pecaminosas, y que esas acciones sean honrosas, no es gran cosa, incluso la gente carnal puede hacer esto por medio de los principios comunes de educación y moralidad; pero el hacer morir la raíz de la corrupción interna, el comenzar y mantener tus pensamientos bajo un dominio santo, el tener todas las cosas firmes y en correcto orden en el corazón, eso no es nada fácil» (John Flavel).
Querido lector, es mucho más fácil hablar en un espacio abierto que desarraigar el orgullo de tu alma. Requiere mucho menos esfuerzo salir a repartir tratados que echar fuera tus pensamientos impuros. Es mucho más fácil hablarle al no regenerado a que él se niegue a sí mismo, tome su cruz cada día, y siga a Cristo por el camino de la obediencia. Es más fácil enseñar una clase de escuela dominical, que el hombre se enseñe a sí mismo cómo fortalecer su vida espiritual. El guardar el corazón con toda diligencia requiere constante examinación de sus inclinaciones, requiere observar las actitudes que el corazón tiene hacia Dios; y ¡eso es algo que ningún profesor puede enseñar a hacer! Esta tarea de guardar el corazón debe ser constante.
«El guardar el corazón es una labor que nunca acaba, es un deber que termina cuando termina nuestra vida. Es una especie de negocio en el cual el cristiano debe trabajar de por vida, así como trabajan los marineros cuando hay un problema de filtración en el barco; si ellos no trabajan constantemente en solucionarlo, el agua será cada vez mayor dentro del barco y rápidamente se hundirán. Sería vano para ellos decir que el trabajo es muy duro y están muy cansados como para hacer algo; no hay tiempo ni condición en la vida de un cristiano en la cual tendrá un receso en este trabajo» (John Flavel).
Tomado de «Cristianismo práctico» de A. W. Pink. Foto de Esperanza Doronila en Unsplash
*A.W. Pink. Fue un teólogo, evangelista, predicador, misionero, escritor y erudito bíblico inglés, conocido por su firme postura calvinista y su gusto por las enseñanzas de las doctrinas puritanas
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