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Por: John MacArthur

Este artículo forma parte de la serie: Los dones espirituales

Un don importante para la protección de la iglesia es el de discernimiento, el discernimiento de espíritus. El sentido básico de discernimiento tiene que ver con separar para examen y juicio con el fin de determinar lo que es genuino y lo que es falso.

Satanás es el gran “mentiroso, y padre de la mentira” (Juan 8:44) y desde la caída él y sus demonios han falsificado el mensaje de Dios y la obra de Dios. Todos los cristianos debiéramos juzgar cuidadosamente lo que escuchamos y leemos y “no [creer] a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios” (1 Juan 4:1). Eso es lo que hicieron los “nobles” judíos, temerosos de Dios, de Berea cuando escucharon por primera vez el evangelio predicado por Pablo 17:11 ). Probaron las palabras de Pablo con lo que ellos conocían de la Palabra de Dios, y debido a que las dos palabras coincidían, creyeron que lo que se estaba predicando era de parte de Dios y no de los demonios. Eso es lo que cada creyente debiera hacer con todo mensaje que se afirma, procede de Dios. Ningún predicador o maestro del evangelio se debiera enojar porque su mensaje es examinado a la luz de las Escrituras.

Los que han recibido de Dios el don de discernimiento tienen la habilidad especial para reconocer espíritus que mienten, y este don es el guardián del Espíritu. Algunas ideas que las pasan como bíblicas y que superficialmente parecen bíblicas, en realidad son falsificaciones muy inteligentes que van a engañar a muchos creyentes. Los que tienen el don de discernimiento son los inspectores del Espíritu, son sus expertos en falsificaciones a los que el Espíritu da visión y entendimiento. Este don fue especialmente valioso en la naciente iglesia porque el Nuevo Testamento no se había completado. Debido a la dificultad y alto costo de copiar, durante muchos años después de completarse la Biblia no estaba disponible ampliamente. Los que tenían el don de discernimiento del Espíritu Santo eran los protectores de la iglesia.

El don de discernimiento es también muy valioso cuando la iglesia y el evangelio son considerados aceptables en la sociedad. Cuando el cristianismo es perseguido, los maestros falsificadores son escasos, porque es demasiado alto el precio de ser identificado con el evangelio. Lo más probable es que aparezcan en momentos y lugares donde el cristianismo es considerado respetable o al menos tolerado. En algunas partes del mundo hoy, ser cristiano es popular y a menudo ventajoso. Toda clase de maestros, predicadores, escritores y consejeros afirman ser evangélicos y bíblicos. Aunque cualquier persona que piensa se da cuenta de que todas las ideas no pueden ser bíblicas, simplemente porque muchas de ellas son contradictorias entre sí, no es siempre fácil conocer cuáles son verdaderas y cuáles no. La mayoría de ellas son una mezcla. Los maestros falsos que Satanás usa por lo general tienen algo de verdad en lo que dicen. Es triste, pero muchos maestros que básicamente son bíblicos, a veces sin mucho discernimiento toman ideas de la psicología, filosofía o del pensamiento popular que parecen bíblicas, pero que no lo son. El ministerio de los que tienen el don de discernimiento es ayudar a separar el trigo de la cizaña.

En Corinto sucedía que los creyentes que tenían ese don no lo estaban usando o eran ignorados. De no ser así, las ideas y prácticas pervertidas con las que trata Pablo en esta carta no hubieran florecido como lo hicieron. El discernimiento es un don, junto con la profecía, que el apóstol insta a los corintios a que lo usen en relación con el uso y la interpretación de lenguas. Los que tienen discernimiento están para juzgar aún a los que profetizan (1 Co. 14:29).

Obviamente, el don de discernimiento es valioso para que la iglesia ayude a los cristianos a resolver sus pleitos entre ellos en vez de acudir a los tribunales. Ese parece ser el don que se necesitaba cuando Pablo en 1 Corintios 6 dice: “¿Pues qué, no hay entre vosotros sabio, ni aún uno, que pueda juzgar entre sus hermanos?” (v. 5).

Aun la alabanza del evangelio puede ser engañosa y equivocarnos. Cuando Pablo y Silas comenzaron a ministrar en Filipos, Lucas informa: “Nos salió al encuentro una muchacha que tenía espíritu de adivinación, la cual daba gran ganancia a sus amos, adivinando. Esta, siguiendo a Pablo y a nosotros, daba voces, diciendo: Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, quienes os anuncian el camino de salvación” (Hechos 16: 26 -17). Lo que la joven estaba diciendo no solo era cierto, sino que parecía favorable al evangelio y a los que lo proclamaban. Pero el propósito y motivación de lo que ella estaba diciendo era todo lo opuesto. Los demonios que la controlaban lo que querían era atraer a las personas y ganar su atención, y entonces ridiculizar y debilitar la Palabra de Dios y la obra de sus ministros. En ese caso Pablo no podía juzgar lo que se decía, porque las palabras de la muchacha eran verdad. Él sabía que ella era un instrumento demoníaco solo porque el Espíritu Santo descubrió al espíritu falso que la controlaba.

La enseñanza falsa puede ser juzgada comparándola con las Escrituras, pero los espíritus falsos solo pueden ser juzgados por el don de discernimiento del verdadero Espíritu. Podemos decir que ese don es el don de los dones del Espíritu, porque Dios lo usa para revelar a su iglesia si una cierta manifestación de los otros dones procede de Él. Toda imitación de los dones no es demoníaca. Mucho de ello es sencillamente la obra carnal de cristianos carnales que tratan de servir al Señor mediante sus propios recursos y para su propio beneficio y gloria.

Resumiendo, podemos decir que el don de discernimiento lo da Dios para decir si los otros dones son del Espíritu Santo, si son meramente imitaciones naturales o sin son falsificaciones demoníacas. Creo que Dios todavía habilita a algunos de sus siervos para desenmascarar a los profetas falsos y a los hipócritas carnales. Él les da la perspicacia para exponer las imitaciones y engaños que la mayoría de los cristianos tomarían como genuinas.

Sin embargo, el don de discernimiento puede fácilmente degenerar en un espíritu crítico, orgulloso y satisfecho de sí mismo. Puede ser sentencioso en vez de correctivo cuando es imitado por la carne. Pero si se usa debidamente es una gran protección para el pueblo ele Dios.

Fragmentos del Comentario MacArthur del Nuevo Testamento: Primera Corintios.


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