Por: Juan Calvino.
Este artículo forma parte de la serie: 365 días con Juan Calvino.
Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre. Salmo 16:11
LECTURA ADICIONAL RECOMENDADA: Proverbios 5:1-14
Cuando Dios está reconciliado con nosotros, disfrutamos de todo lo necesario para la felicidad. Cabe interpretar la frase tu presencia (esto es, el rostro de Dios) como el acto de Dios contemplándonos o bien como la contemplación que nosotros hacemos de él. El favor paternal que Dios demuestra al contemplarnos con un rostro sereno antecede a nuestro gozo y es su causa primera. Sin embargo, esto no nos alegra hasta que, por nuestra parte, lo contemplamos brillando sobre nosotros.
David utiliza esta frase asimismo para expresar quiénes son los depositarios de esas delicias. Dios dispone de tal sobreabundancia de deleites que bastan para satisfacer y llenar al mundo entero. ¿Por qué, pues, la gran mayoría de los seres humanos está sumida en unas tinieblas trágicas y mortíferas? Solo puede ser porque Dios no mira a todos los hombres con su rostro amistoso y paternal, y porque no abre los ojos de todos los hombres para que busquen el gozo exclusivamente en él.
La plenitud de gozo presenta un agudo contraste con los atractivos de este mundo fugaz y transitorio. Quienes busquen su diversión en los mezquinos placeres de este mundo acabarán por sentirse insatisfechos, famélicos y decepcionados. Puede que se embriaguen y atiborren con los placeres mundanales, pero, en lugar de sentirse satisfechos, se cansarán de ellos y acabarán por aborrecerlos con el paso del tiempo.
Los placeres de este mundo se desvanecerán como espejismos. Dice David que el único gozo sólido y verdadero que puede ofrecer descanso a las personas se encuentra en Dios. Solamente los fieles que se contentan exclusivamente con la gracia de Dios pueden disfrutar de una felicidad perfecta y verdadera.
MEDITACIÓN: Los placeres malignos se evaporan con rapidez y no dejan más que un regusto amargo. ¿Por qué, pues, nos sentimos atraídos tan a menudo por las cosas terrenales? ¿Por qué buscamos la felicidad en el entretenimiento impío? No nos dejemos engañar por las promesas de este mundo, sino que busquemos el gozo puro y eterno.
Tomado de «365 días con Juan Calvino«, lecturas seleccionadas y editadas por Joel Beeke, puedes adquirirlo en este enlace.
*Juan Calvino (1509-1564) fue un reformador francés, pastor y teólogo, considerado entre los más grandes reformadores protestantes, lea más de su biografía en este enlace.