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Por: John Piper

Este artículo forma parte de la serie: La providencia de Dios.

La providencia sobre demonios y espíritus malvados

Satanás tiene miles de secuaces para hacer mal sobrenaturalmente. Ellos son llamados “demonios” (Stg 2:19), “malos espíritus” (Lc 7:21), “espíritus inmundos” (Mt 10:1) o “el diablo y sus ángeles” (Mt 25:41). En Daniel 10 se nos da un pequeño vistazo dentro de la guerra demoníaca cuando el ángel que es enviado en respuesta a la oración de Daniel dice: “el príncipe del reino de Persia se me opuso por veintiún días, pero Miguel, uno de los primeros príncipes, vino en mi ayuda” (Dn 10:13). Así que, aparentemente, el demonio o espíritu maligno sobre Persia luchó contra el ángel enviado a ayudar a Daniel y un ángel de mayor rango, Miguel, vino en su ayuda. La Biblia no deja duda alguna de quien está a cargo en todas estas escaramuzas. Martín Lutero lo entendió correctamente:

Aunque estén demonios mil

Prontos a devorarnos,

No temeremos, porque Dios

Sabrá cómo ampararnos.

Que muestre su vigor Satán y su furor;

Dañarnos no podrá;

Pues condenado es ya

Por la palabra santa.

Vemos atisbos de esta “palabra santa” obrando, por ejemplo, cuando Jesús se encuentra con miles de demonios en Mateo 8:29-32. Estos espíritus poseían a un hombre y le sacaban de su cabal juicio. Los demonios clamaron: “¿Qué hay entre Tú y nosotros, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí para atormentarnos antes del tiempo?”. Ellos saben que hay un tiempo establecido para su destrucción final. Lo que no saben es que esa destrucción final ha llegado, en cierto sentido, a la historia. Está presente de forma decisiva en Jesús.

Jesús les habló una santa palabra: “Vayan”. Y salieron del hombre. No cabe preguntar quién es soberano en esta batalla. El pueblo había visto esto anteriormente en Marcos 1:27 y se asombraron diciendo: “Él manda aun a los espíritus inmundos y le obedecen”. Le obedecen. Sí, le obedecen —sin excepciones—. Por lo que a Satanás respecta: “No temeremos, porque Dios sabrá cómo ampararnos”. Pero con lo que respecta a Cristo: aunque lo asesinen, aún eso sucede de acuerdo al plan (Hch 4:27-28). Aunque los demonios desobedecen los mandatos escritos de Dios en las Escrituras, no desobedecen cuando Él se dirige a ellos directamente con el mandato decisivo de Su poder. “Él manda aun a los espíritus inmundos y le obedecen” (Mr 1:27). La providencia de Dios domina a los ángeles de Satanás. Esto es tan cierto hoy como lo fue cuando Jesús caminó por la tierra.


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