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Por: Charles Spurgeon

Así Josué salvó a la prostituta Rajab, a toda su familia y todas sus posesiones, por haber escondido a los mensajeros que él había enviado a Jericó. Y desde entonces, Rajab y su familia viven con el pueblo de Israel. JOSUÉ 6:25

Ahora bien, esta es una pregunta que nunca pretendo responder en lugar

de ninguna otra persona porque no tengo la intención de hacerla por mi cuenta. Si un creyente va a perecer o no porque obvie algún deber conocido o una ordenanza de las Escrituras, es una pregunta que solo el egoísmo presentaría.

¿Debemos hacer solo aquello que procure nuestro progreso o que asegure nuestra salvación? ¿Somos egoístas hasta ese punto? ¿Dice un hijo amoroso: «Si me niego a hacer la voluntad de mi padre, no seguiré siendo su hijo? ¿No seguirá él alimentándome y vistiéndome?» Solo un hijo malvado hablaría así. El hijo verdadero pregunta: «¿Qué quiere mi padre que yo haga? Lo haré alegremente por amor a él. ¿Qué me prohíbe mi padre? Porque lo que él me prohíba será abominable para mí». Colócate por encima de todas las preguntas con respecto a lo esencial y a lo que no lo es y aprende a obedecer en todas las cosas; aunque solo sea atar un cordón rojo a la ventana, o bañarte en agua, haz lo que se te pida y en nada te rebeles contra la palabra del Señor


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