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Por: Charles Spurgeon

Confortará mi alma; Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre. Salmos 23:3

Cuando el alma está afligida, Él la restaura; cuando peca, la santifica; cuando es débil, la corrobora; esto es lo que Él hace. Sus ministros no podrían hacerlo sin Su intervención. La Palabra no basta por sí sola. «Él» confortará mi alma, la restaurará y le infundirá nuevas fuerzas. ¿Sentimos que la gracia ha decaído en vosotros? ¿Que nuestra espiritualidad está en su punto más bajo, en su nadir? El que puede dominar las mareas y transformar el reflujo en una inundación, puede también fácilmente restaurar nuestra alma. Pídele, pues, su bendición: «¡Restáurame, Pastor de mi alma!»

Me guiará por sendas de justicia por amor de Su nombre. El cristiano se deleita en ser obediente, pero su obediencia debe ser la obediencia del amor, a la que es impulsado y constreñido por el ejemplo de su Maestro: «Porque el amor de Cristo nos constriñe». «Me guiará», la obediencia del cristiano no consiste en cumplir unos mandamientos y excluir otros; no se trata de elegir a gusto, sino de obedecerlos todos. Reparad, también, en el uso del plural en la frase «por sendas de justicia». Sea cual sea la labor que Dios nos encomiende, podemos llevarla a cabo guiados por Su amor.

Algunos cristianos pasan por alto y no valoran lo suficiente el beneficio de la santificación, que es para el corazón regenerado uno de los dones más dulces del Pacto. Si pudiéramos ser salvos de la ira de Dios, pero quedáramos como pecadores impenitentes y no regenerados, no obtendríamos la salvación que deseamos, porque lo que buscamos y anhelamos, ante todo, es ser salvos del pecado y conducidos por caminos de santidad. Y esto Dios lo lleva a cabo por gracia, «por amor de Su nombre».

En honor de nuestro gran Pastor debemos ser un pueblo santo que camina por la senda estrecha de la justicia. Por tanto, si Él ha elegido guiarnos y conducirnos de un modo tan maravilloso, no podemos por menos que alabar y adorar el cuidado que nuestro Pastor celestial tiene de nosotros, y no debemos fallar en ello.

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