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Por: A. W. Pink

Este artículo forma parte de la serie: Guarda tu corazón

«Pero ¿cómo puedo tener un corazón recto? ¿Mudará el etíope su piel, y el leopardo sus manchas?» La respuesta: tú estás creando tu propia dificultad al confundir «corazón» con «naturaleza». Es muy importante entender que hay una gran diferencia entre estas dos cosas, porque muchos están confundidos. Ha habido un énfasis tan indebido sobre las «dos naturalezas del cristiano» que a menudo se ha perdido de vista que el cristiano es una persona más allá de dos naturalezas. La Escritura hace una clara distinción con respecto a esto. Por ejemplo, Dios no nos mandó a guardar nuestra «naturaleza» sino nuestros corazones. Nosotros no creemos con nuestra «naturaleza», sino que lo hacemos con nuestros corazones ( Romanos 10:10). Dios nunca nos dijo que «rasgáramos» nuestra naturaleza (Joel 2:13), ni nos mandó a «circuncidar» nuestra naturaleza (Deuteronomio 10:16), ni a «purificar» nuestra naturaleza ( Santiago 4:8), sino que Él mandó a hacer todo esto en nuestros corazones. El corazón es el centro de nuestra responsabilidad, y negar que debemos guardarlo, es repudiar la responsabilidad humana.

Es el diablo quien busca persuadir a la gente haciéndoles creer que no son responsables por el estado de sus corazones, y que nada podría cambiarlos. Y la carne encuentra tal mentira muy agradable y aceptable. Pero quien ha sido regenerado por la gracia soberana de Dios, con la Escritura delante de él, no puede darle atención a tal engaño. Aunque el regenerado lamente cuánto ha descuidado la tarea que Dios ha puesto delante de él, aunque lamente su miserable fracaso de hacer que su corazón haga lo que debe hacer, él desea hacerlo mejor cada día; y después de que la responsabilidad ha sido puesta en él, diariamente buscará la gracia de Dios para cumplir sus responsabilidades, y en vez de estar completamente desalentado por lo difícil y complejo de las tareas que se le demandan, clamará fervientemente por la asistencia del Espíritu Santo.

El cristiano verdadero trabajará por tener un corazón «generoso» ( Éxodo 35:5), el cual actúa con gozo y de manera espontánea, no por necesidad; un corazón «perfecto» (1 Crónicas 29:9), sincero, genuino, honesto; un corazón que se conmueve (2 Crónicas 34:27), amoroso y dócil, lo opuesto a la dureza y la obstinación; un corazón «quebrantado» (Salmos 34:18), que se duele por el pecado; un corazón unido al Señor (Salmos 86:11) , con todos los deseos centrados en Dios; un corazón «ensanchado» (Salmos 119:32) , que se deleita en la Escritura y ama al pueblo de Dios, un corazón «apacible» (Proverbios 14:30), recto en doctrina y en práctica; un corazón «contento» (Proverbios 15:15), que siempre se regocija en el Señor; un corazón «puro» (Mateo 5:8), que odia toda maldad; un «corazón bueno y recto» (Lucas 8:15), libre de engaño e hipocresía, dispuesto a ser examinado profundamente por la Palabra; un corazón «sencillo» (Efesios 6:5), que desea solamente la gloria de Dios; un corazón «sincero» (Hebreos 10:22), un corazón genuino en todos los asuntos del Señor.

Tomado de «Cristianismo práctico» de A. W. Pink. Foto de Esperanza Doronila en Unsplash

*A.W. PinkFue un teólogo, evangelista, predicador, misionero, escritor y erudito bíblico inglés, conocido por su firme postura calvinista y su gusto por las enseñanzas de las doctrinas puritanas


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Un comentario en «¿Con cuánto afán estás guardando tu corazón? (Parte 6) – A. W. Pink»

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