Por: Jonathan Edwards
Este artículo forma parte de la serie: «365 días con Jonathan Edwards«
<<Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros» (1 Pedro 5:7).
Cuando los pecadores acuden a Cristo, él los libera de su carga del pecado y la culpa que lastraba sus corazones y angustiaba sus mentes. Los libera de la culpa del pecado, de la cual el alma no veía antaño manera de librarse y que, en caso de no sean eliminada, lo conduciría a la destrucción eterna.
Cuando el pecador acude a Cristo, todo ello queda eliminado y el alma en libertad; se aligera su carga, se la libera de su cautiverio y es como un pájaro que escapa de la trampa del cazador. El alma ve en Cristo una forma de alcanzar la paz con Dios y una forma de que la ley y la justicia puedan ser satisfechas, mientras que ella pueda escapar; ciertamente, una forma prodigiosa, pero igualmente segura y gloriosa.
¡Y qué descanso ofrece al alma fatigada verse liberada de tal forma, que la raíz de todas sus angustias y sus temores quede arrancada, y que la ira de Dios se suspenda, que alcance un estado de paz con él y que ya no ha- ya motivos para temer el infierno, sino que estará a salvo para siempre! ¡Cómo reconforta al alma quedar liberada de aquello que la afligía y aterrorizaba, y ser aliviada de lo que suponía tan grande carga! Tal cosa es como llegar a una fresca sombra tras atravesar un desierto árido, casi habiendo desfallecido por el calor abrasador.
De seguridad, plenitud y dulce refrigerio que se encuentran en Cristo», p. 934). Citado en «365 días con Jonathan Edwards«, lecturas seleccionadas y editadas por Dustin W. Benge, puedes adquirirlo en este enlace.
*Jonathan Edwards (1703 – 1758). Predicador norteamericano congregacionalista, usado por el Señor en el Gran Despertar ; nacido en East Windsor, Condado de Connecticut, puedes leer más de su biografía en este enlace.
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