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Por: J.C. Ryle

El inmenso privilegio de todos aquellos que reciben a Cristo y creen en Él. Se nos dice que “a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”.

Cristo nunca se quedará sin algunos siervos. Si la inmensa mayoría de los judíos no le recibieron como el Mesías, hubo, de todos modos, unos cuantos que sí lo hicieron. A ellos les dio el privilegio de ser hijos de Dios. Él los adoptó como miembros de la familia de su Padre. Los reconoció como sus propios hermanos y hermanas, hueso de sus huesos y carne de su carne. Les confirió una dignidad que era una amplia recompensa por la cruz que tenían que llevar por Él. Los hizo hijos e hijas del Señor Todopoderoso.

Debemos recordar que privilegios como estos son posesión de todos aquellos en todas las épocas que reciben a Cristo por la fe y le siguen como su Salvador. Son “hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús” (Gálatas 3:26). Son nacidos de nuevo por un nacimiento nuevo y celestial y adoptados en la familia del Rey de reyes. Pocos en número y despreciados por el mundo, son cuidados con amor infinito por un Padre en los Cielos que, por amor a su Hijo, se complace mucho en ellos. En el tiempo les proporciona todo lo que es para su bien. En la eternidad les dará una corona de gloria que no se desvanece. ¡Esas son grandes cosas! Pero la fe en Cristo otorga a los hombres abundantes derechos. Dios es maestro en cuidar a sus siervos, y Cristo cuida de los suyos.

¿Somos nosotros hijos de Dios? ¿Hemos nacido de nuevo? ¿Tenemos las marcas que siempre acompañan al nuevo nacimiento: convicción de pecado, fe en Jesús, amor a otros, una vida justa y separación del mundo? Nunca nos conformemos hasta que demos una respuesta satisfactoria a estas preguntas.

¿Deseamos ser hijos de Dios? Entonces recibamos a Cristo como nuestro Salvador y creamos en Él con el corazón. A todo el que le recibe, le dará el privilegio de ser hijo de Dios.

Fragmento extraído de «Meditaciones sobre los evangelios: Juan»

*John Charles Ryle fue un obispo evangélico anglicano inglés. Fue el primer obispo anglicano de Liverpool y uno de los líderes evangélicos más importantes de su tiempo. Foto de Edgar Martínez.


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