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Por: A. W. Tozer
Este artículo forma parte de la serie «Encuentros con el Dios Todopoderoso»
Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú has enviado. JUAN 17:3
Puede que yo sepa todo sobre el Primer Ministro de Canadá, pero no lo conozco, jamás me he encontrado con él. Por lo que escucho y leo, y por los discursos que ha dado, supongo que es un buen caballero. Si tuviera que vivir con él un tiempo, viajar con él, comer con él, hablar con él, me imagino que llegaría a conocerlo. Sin embargo, ahora solo sé acerca de él, eso es todo. Sé de él (su edad, antecedentes, etc.), pero no lo conozco.
Por lo tanto, cuando hablamos de los atributos de Dios, nos referimos a su esencia básica, de la cual Él dice: «Yo soy». Así que solo hablamos acerca de lo que puede captar el intelecto. Gracias a Dios, hay algunas cosas que el intelecto puede saber sobre Dios. Y aunque no podemos conocer a Dios, excepto por el Espíritu Santo, la mente nunca está mejor empleada que cuando busca conocer a este gran Dios Todopoderoso.
Y si incluso el conocimiento imperfecto que tú y yo podemos tener de nuestro Padre que está en los cielos nos eleva a tal éxtasis, y satisface de manera tan profunda las raíces de nuestro ser, ¿cómo será ese día en el que contemplemos su rostro? ¿Cómo será el día en el que ya no dependamos de nuestra mente, sino que con los ojos pioneros de nuestra alma miremos sin ninguna mediación el rostro de Dios mismo? ¡Maravilloso! Es bueno familiarizarte con Dios ahora para que, al final de los tiempos, no te sientas avergonzado en su presencia.
Padre, ayúdame a no contentarme con saber de ti, y concédeme el deseo de conocerte cada vez más. Solo con conocerte de forma relacional estoy satisfecho. Amén.