Por: Juan Calvino.
Este artículo forma parte de la serie: 365 días con Juan Calvino.
Las palabras de Jehová son palabras limpias, como plata refinada en horno de tierra, purificada siete veces. Salmo 12:6
LECTURA ADICIONAL RECOMENDADA: Isaías 45:18-25
Dios no promete nada en vano ni para decepcionar a su pueblo, nos dice el salmista. Puede que esto parezca una cuestión secundaria, pero si nos paramos a pensar en lo propensos que somos a desconfiar y dudar, pronto advertiremos la importancia de comprender que nuestra fe está respaldada por la seguridad de que Dios no es engañoso, de que no nos manipula con palabras huecas, y que no exagera su poder o su bondad. Él cumple de acto todo aquello que promete de palabra.
Tal como hace David, podemos confesar abiertamente que las palabras de Jehová son palabras limpias. Sin embargo, es posible que quienes alaban profusamente la veracidad de la palabra de Dios mientras que descansan cómodamente a la sombra empiecen a pensar de forma distinta al enfrentarse a la adversidad. Puede que no blasfemen explícitamente contra Dios, pero sí que le acusarán en su fuero interior de no cumplir su palabra. Puede que, cuando Dios nos deniegue su auxilio, cuestionemos su fidelidad a sus promesas y murmuremos que nos ha engañado.
No hay verdad más extendida que la fidelidad de Dios, pero pocos piensan tal cosa de él cuando están sometidos a la adversidad. Es necesario, pues, que desechemos la desconfianza. Cuandoquiera que nos invada alguna duda con respecto a la fidelidad de las promesas de Dios, debemos levantar de inmediato un escudo contra ello y aseverar que las palabras del Señor son limpias.
MEDITACIÓN: ¿A qué adversidad te enfrentas ahora mismo? ¿De qué manera afecta a tu actitud hacia Dios y sus promesas? Recuerda que las palabras del Señor son limpias y descansa en ellas.
*Juan Calvino (1509-1564) fue un reformador francés, pastor y teólogo, considerado entre los más grandes reformadores protestantes, lea más de su biografía en este enlace.
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