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Por: Max Lucado.

A fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejantes a él en su muerte. Filipenses 3.10

Tracemos la trayectoria de este Salvador, el Dios que cambió la realeza celestial por la pobreza terrenal. Su cama llegó a ser, cuando más, un camastro prestado, y muchas veces fue la dura tierra. Sus ingresos dependían de las dádivas. Algunas veces sentía tanta hambre que comía granos crudos o tomaba frutos de un árbol. Sabía lo que significaba no tener un hogar. Lo ridiculizaron. Sus vecinos trataron de lincharlo. Algunos lo llamaban lunático. Su familia trató de recluirlo en su casa. Sus amigos no siempre le fueron fieles.

Lo acusaron de un crimen que nunca cometió. Se buscaron testigos falsos que mintieran. Manipularon al jurado. Un juez dominado por la política lo sentenció a pena de muerte.

Lo mataron.

¿Y por qué? Por el regalo que solo él podía dar.

Fuente: Aplauso del Cielo


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