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Por: Charles Spurgeon

Al pasar vio a Leví, hijo de Alfeo, sentado a la mesa donde cobraba impuestos. –Sígueme –le dijo Jesús. Y Leví se levantó y lo siguió. Sucedió que, estando Jesús a la mesa en casa de Leví, muchos recaudadores de impuestos y pecadores se sentaron con él y sus discípulos, pues ya eran muchos los que lo seguían.

MARCOS 2:14-15

No había pasado mucho tiempo desde que Mateo fuera llamado y llevado a seguir al Señor Jesús cuando se dijo a sí mismo: «¿Qué puedo hacer ahora por mi nuevo Amo?» Leví hizo una gran fiesta en su casa y le dijo al Señor Jesús: «Tú me has invitado a seguirte y estoy tratando de hacerlo, y una manera de seguirte es dar una gran fiesta en mi casa esta noche y traer a mis antiguos compañeros. ¿Vendrás? Y luego, cuando estén todos felices alrededor de mi mesa, ¿harás por ellos lo que has hecho por mí?»

Ahora bien, ¿ha sucedido así contigo, mi querido amigo? ¿Has llevado a otros a Jesús? ¿Has llevado a tus hijos a Jesús? ¿Fueron tus oraciones el medio para que tu cónyuge se entregara a Jesús? ¿Fueron tus súplicas el medio para que tus hermanos se entregaran a Jesús? Si no, has fallado en cumplir aquello que debiera ser la obra de tu vida.

Pídele al Señor  que ahora te ayude a comenzar esta obra con alguna persona de tu propio círculo con quien sea más probable que hables con la mayor influencia y poder. Deja que cada hombre, según su llamamiento, sienta: «Aquel que me invitó a seguirlo me ha invitado para que otros, por mediación mía, sean también llevados a seguirle a él».


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