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Por: A. W. Pink

Así como un hombre pobre no puede tener la esperanza de ser rico sin pensar en el trabajo, los negocios y las industrias, o un hombre débil no puede volverse fuerte y saludable sin comida y ejercicio, así un cristiano tampoco puede ser rico en la fe y fuerte en el Señor si no se esfuerza diligentemente. Es cierto que todas nuestras obras son en vano si el Señor no las bendice (Salmo 127:1), así como tampoco podemos hacer nada apartados de Él (Juan 15:5).

Sin embargo, Dios no ofrece ningún premio por la pereza, más bien ha prometido que «el alma del perezoso desea, y nada alcanza; mas el alma de los diligentes será prosperada» (Proverbios 13:4). Por ejemplo, un granjero está completamente claro de su incapacidad para hacer que sus tierras produzcan fruto, él entiende que la fertilidad de dichas tierras depende de la voluntad soberana de Dios, y también cree firmemente en la eficacia de la oración; pero si no hace el trabajo que le corresponde sus graneros estarán vacíos.

De esta misma manera es en lo espiritual. Dios no ha llamado a Su pueblo a ser holgazanes, negligentes; ni tampoco para que permanezcan en una actitud pasiva. El Señor manda a Su pueblo a trabajar, esforzarse, a ser diligentes. Lo triste es que muchos de ellos están comprometidos con tareas equivocadas, o al menos, están poniendo su atención en cosas que no son esenciales, y la quitan de lo que es esencial y fundamental.

«Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón» ( Proverbios 4:23): ésta es una tarea que Dios ha dado a cada uno de Sus hijos; pero cuán triste es el corazón que la rechaza. De todas sus posesiones, lo que el cristiano menos cuida con diligencia es su corazón. Siempre y cuando guarden y cuiden sus otros intereses (su reputación, sus cuerpos, sus posiciones en el mundo), no les importa dejar que el corazón ande en su propio rumbo.

Tomado de «Cristianismo práctico» de A. W. Pink. Foto de Esperanza Doronila en Unsplash

*A.W. PinkFue un teólogo, evangelista, predicador, misionero, escritor y erudito bíblico inglés, conocido por su firme postura calvinista y su gusto por las enseñanzas de las doctrinas puritanas


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