Por: William Gurnall
Cristiano, ¿qué hay que te pueda separar del gozo de la paz de Dios? ¿Temes la ira de los hombres? Tal vez tienes muchos enemigos, y poderosos. ¡Que den rienda suelta a su ira! ¿Está Dios entre ellos, o no? ¿Toma él prestada la venganza de ellos para derramarla sobre ti? Si no, te preocupas inútilmente. Y afrentas a Dios, cuya misericordia te puede proteger de su furia, al no santificar su Nombre en tu corazón: “Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?” (Ro. 8:31). Aunque te rodeen, no hace falta temerlos más que una paja al viento. También te afrentas a ti mismo, porque mientras estés esclavizado a este temor paralizante de la pasión humana, nunca probarás la verdadera dulzura del amor de Dios.
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