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Por: Charles Spurgeon

Este artículo forma parte de la serie: «La oración – Charles Spurgeon»

“Tenemos delante de Dios, y recibimos todo lo que le pedimos porque obedecemos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada.” 1 JUAN 3:21-22

La confianza infantil nos hace orar como nadie más puede hacerlo. Ella hace que una persona ore por cosas tan grandes que jamás hubiera pedido sino hubiera adquirido esta confianza. La impulsa también a orar por cosas tan pequeñas que a muchos otros les da temor pedir por que no sienten hacia Dios esa confianza de niños. Con frecuencia he sentido que se requiere más confianza en Dios para pedirle cosas pequeñas que cosas grandes. Imaginamos que nuestras cosas grandes son, de alguna manera, dignas de la atención de Dios, aunque en verdad para Él son pequeñas. Y luego pensamos que nuestras cosas pequeñas son tan insignificantes que es un insulto pedirle a Dios su ayuda.

¿Para qué fueron hechos los papás y las mamás si no es para cuidar de los problemas de sus pequeños?

Tenemos que darnos cuenta que lo que es muy importante para un niño quizá parezca pequeño a su padre, sin embargo, el padre lo valora desde el punto de vista del niño, no según su criterio de adulto. Usted escuchó a su nene el otro día llorando amargamente. La causa de su dolor era una espina en su dedito. Aunque no haya llamado a tres cirujanos para extraerla, la espina era algo grande para este pequeño paciente que sufría. Parado allí con sus ojitos llenos de lágrimas de angustia, a este pequeño jamás se le ocurrió que su dolor era una cosa demasiado pequeña para usted. ¿Para qué fueron hechos los papás y las mamás si no es para cuidar de los problemas de sus pequeños?

Y Dios nuestro Padre es un buen Padre que se compadece de nosotros como el Padre se compadece de los hijos. Él cuenta las estrellas y a todas las llama por su nombre, sin embargo sana el corazón quebrantado y venda sus heridas. Si pone su confianza en Dios, usted le llevará sus cosas grandes y pequeñas sabiendo que Él nunca defraudará su confianza.

Padre, vengo como un niño a agradecerte que conozco los sentimientos de tu corazón hacia mí. Te Amo Señor. Amén.

Tomado del folleto titulado “La oración” de Charles Spurgeon.


*Charles Haddon Spurgeon fue un teólogo, predicador, misionero, erudito bíblico, escritor y pastor bautista inglés, conocido porque, según la Internet Christian Library, a lo largo de su vida evangelizó a alrededor de 10 millones de personas y a menudo predicaba 10 veces a la semana en distintos lugares.

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