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Por: Charles Spurgeon.

Este artículo forma parte de la serie Estudio de los Salmos por Charles Spurgeon

Salmo 119.

Introducción
 
No hay título para este Salmo, ni se menciona al autor del mismo. Es el Salmo más largo, y esto es un distintivo suficiente. Y no sólo es largo; porque se destaca también en amplitud de pensamiento, profundidad de significado y altura de fervor.

Muchos lectores superficiales se han imaginado que insiste rasgando una sola cuerda y abunda en repeticiones y redundancias piadosas; pero esto es debido a lo somero de la mente del lector; los que han estudiado este himno divino y notado cuidadosamente cada línea del mismo se han asombrado ante la variedad y profundidad de su pensamiento. Cuanto más se estudia, más fresco y vigoroso resulta.

No contiene palabras ociosas; las uvas de este racimo están a punto de estallar en mosto para el reino. Una vez y otra hemos exclamado al estudiarlo: «¡Qué profundidad!» Con todo, estas profundidades están escondidas tras una aparente simplicidad, como ha dicho sabiamente Agustín, y esto hace su exposición mucho más difícil.
 
Creemos que fue David el que escribió este Salmo. Es davídico en tono y expresión, y corresponde a las experiencias de David en muchos puntos interesantes.
 
El tema único es la palabra del Señor. «La mayoría», dice Martín Boos, «lee sus Biblias como las vacas que pacen entre la hierba lozana, y pisotean bajo sus pies las flores y hierba más delicada». Es de temer que hacemos esto con demasiada frecuencia.
 
Esta oda sagrada es una Biblia en miniatura, las Escrituras condensadas, la Sagrada Escritura reducida a emociones y acciones santas. C. H. S.
 
NOTAS REFERENTES A ESTE SALMO EN CONJUNTO
 
Este Salmo es llamado el «Alfabeto del amor divino», el «Paraíso de todas las doctrinas», el «Almacén del Espíritu Santo», la «Escuela de la verdad»; también el profundo misterio de las Escrituras, en que toda la disciplina moral de todas las virtudes brilla resplandeciente. J. P. Palanterius
 
Se dice que el famoso san Agustín, que entre sus obras voluminosas dejó un Comentario al libro de los Salmos, había demorado el comentar sobre este Salmo hasta que hubo terminado todo el Salterio; y sólo entonces cedió ante la insistencia vehemente de sus amigos a que lo comentara: «Porque», decía, «cuantas veces he intentado pensar en él, siempre excede el poder de mi pensamiento atento y la capacidad de comprensión de mis facultades». W. Deburgh
 
En la obra de Matthew Henry Account of the Life and Death of His Father, Philip Henry dice: «Una vez, insistiendo en el estudio de las Escrituras, nos aconsejó que leyéramos un versículo de este Salmo cada mañana y meditáramos sobre él, y que repasáramos el Salmo dos veces cada año; y esto, dijo él, os pondrá a tono en el amor al resto de las Escrituras. Con frecuencia decía: «Toda gracia crece cuando crece el amor a la Palabra de Dios».»
 
Hallándose en Londres, en el tumulto y confusión de una crisis política (1819), William Wilberforce escribe en su Diario: «Anduve desde Hyde Park Corner repitiendo el Salmo ciento diecinueve con gran consuelo.» William Alexander, en «The Witness of the Psalms»
 
George Wishart, el capellán y biógrafo que escribió The GreatMarquis of Monrose, como se le llamaba, habría seguido el destino de su ilustre amo, excepto por el siguiente y singular incidente: Cuando, hallándose en el cadalso, requirió, según la costumbre del tiempo, que se le permitiera cantar un Salmo, escogió el ciento diecinueve, y antes de haber cantado los dos tercios del mismo llegó su perdón, y su vida fue preservada.

Puede no estar fuera de lugar el añadir que George Wishart, obispo de Edinburgo, al cual nos hemos referido, ha sido confundido muchas veces con un mártir piadoso del mismo nombre que vivió y murió un siglo antes. C. H. S.
 
Me parece a mí que es una colección de las exclamaciones o jaculatorias más pias y devotas de David, como suspiros breves y súbitos de su alma a Dios, que fue escribiendo a medida que se le ocurrían, y hacia el fin de sus años recogió de su diario en que se hallaban esparcidas y, añadiéndoles muchas otras palabras, compuso este Salmo, en el cual hay poca continuidad o coherencia entre los versículos. M. Henry

Sé que no hay parte alguna de las Sagradas Escrituras en que la naturaleza y evidencia de la piedad verdadera y sincera sea subrayada tan plena y completamente, y delineada como en el Salmo ciento diecinueve. J. Edwards
 
El nombre Jehová ocurre veintidós veces en el Salmo. Su tema es la Palabra de Dios, que menciona bajo uno de estos diez términos: ley, camino, testimonio, precepto, estatuto, mandamiento, juicio, palabra, dicho, verdad, en cada uno de los versículos, excepto uno, el ciento veintidós. J. D. Murphy

EXPOSICIÓN DE LOS VERSÍCULOS 1 AL 8
 
Estos primeros ocho versículos están relacionados con la contemplación de la bienaventuranza que resulta de guardar los estatutos del Señor. La comunión de corazón con Dios se goza por medio del amor a esta Palabra, que es la manera de Dios de comunicar con el alma por medio de su Espíritu Santo.
 
Es de desear que el lector sienta el fervor derramado sobre los versículos a medida que avance: entonces empezará como lector, pero pronto se inclinará como suplicante; su estudio pasará a ser un oratorio, y su contemplación enfervorizará en adoración.
 
Versículo 1. Bienaventurados.

La verdadera religión no es fría ni seca; tiene sus exclamaciones y arrobamientos. No sólo creemos que el guardar la ley de Dios es algo sabio y apropiado, sino que estamos enamorados con ardor de su santidad, y exclamamos con asombro y adoración: «¡Bienaventurados los perfectos!», indicando con ello que estamos ansiosos de llegar a serlo nosotros y no deseamos mayor felicidad que ser perfectamente santos.
 
Tal como David empieza de este modo su Salmo, así también deberían los jóvenes empezar sus vidas, los nuevos convertidos comenzar su profesión, y así deberían todos los cristianos empezar cada día. Establece en tu corazón como un primer postulado y una regla segura de ciencia práctica que la santidad es la felicidad.
 
¡Cuán fácilmente entra la contaminación en nosotros, incluso en nuestras cosas santas! Incluso podemos regresar del culto, público o privado, habiendo sido contaminada nuestra conciencia en el mismo momento en que estábamos de rodillas.
 
La vida santa es un caminar, un progreso firme, un avance tranquilo, una continuidad persistente. Enoc anduvo con Dios. Los hombres buenos siempre anhelan hacer las cosas mejor, y por ello prosiguen adelante. Los hombres buenos nunca están ociosos, y por ello no se recuestan a la sombra o van dando vueltas, sino que caminan en rectitud hacia la meta deseada. No tienen prisa, no se desazonan, no se desconciertan, y así mantienen el paso siempre igual, avanzando seguros hacia el cielo.
 
El camino puede que sea áspero, severa la regla, estricta la disciplina -todo esto lo sabemos, y más aún-, pero hay mil bienaventuranzas esperadas o ya presentes en una vida piadosa, por las cuales bendecimos al Señor.
 
En este versículo vemos a personas bienaventuradas que disfrutan de cinco cosas dichosas: un camino bienaventurado, una pureza bienaventurada, una ley bienaventurada, concedidos por un Señor bienaventurado, y una senda bienaventurada; a lo cual podemos añadir el bendito testimonio del Espíritu Santo dado en este mismo pasaje, por lo que estas personas son verdaderamente bendecidas por el Señor.
 
Versículo 2. Bienaventurados los que guardan sus testimonios.

¿Cómo? ¿Una segunda bendición? Sí, son doblemente bienaventurados aquellos cuya vida externa es sostenida por un celo interno por la gloria de Dios. Se adscribe bienaventuranza a aquellos que atesoran los testimonios del Señor;’en lo cual se implica que escudriñan las Escrituras, que llegan a comprenderlas, que las aman, que persisten en la práctica de las mismas.

La Palabra de Dios es su testigo o testimonio de las grandes e importantes verdades que se refieren a El y nuestra relación con El; esto deberíamos desear conocerlo; al conocerlo, deberíamos creerlo; al creerlo, deberíamos amarlo; y al amarlo, deberíamos defenderlo contra todo el que osara atacarlo.
 
No podemos luchar una buena batalla, ni terminar nuestro curso, a menos que guardemos la fe. A este fin el Señor ha de sostenernos; sólo aquellos que son guardados por el poder de Dios para salvación serán capaces de guardar sus testimonios. C. H. S.
 
Si la Palabra de Dios no fuera más que una ley, con todo, tendríamos el deber de obedecerla, porque somos sus criaturas; pero como es también un testimonio de su amor, en el que como un padre El da testimonio de su favor hacia sus hijos, somos doblemente inexcusables si no la abrazamos gozosamente. W. Cowper
 
Y con todo el corazón la buscan. Ved el crecimiento que indican estas cláusulas: primero, en el camino; luego, andando en él; luego, hallando y guardando los tesoros de la verdad, y, coronándolo todo, buscar al Señor del camino. El hombre bienaventurado ya tiene a Dios, y por esta razón le busca. Esto puede parecer una contradicción; es sólo una paradoja.

A Dios no se le busca verdaderamente mediante las frías pesquisas del entendimiento; hemos de buscarle con el corazón. Dios es uno, y no le conoceremos hasta que nuestro corazón sea uno. Un corazón quebrantado no tiene que desanimarse por esto, porque no hay corazón tan entero en su búsqueda de Dios como un corazón quebrantado, cada uno de los fragmentos del cual suspira y dama en busca del rostro del gran Padre.

Un corazón puede ser dividido y no quebrantado, y puede ser quebrantado pero no dividido; y, con todo, también, puede ser quebrantado y entero, y nunca ser tan entero como cuando está quebrantado. C. H. S.
 
Versículo 3. No hacen iniquidad.

Esto es, no comercian con ella ni suelen practicarla. Resbalar, bueno, a causa de la debilidad de la carne, y la sutileza de Satanás y los atractivos del mundo; pero no siguen cursos pecaminosos e ilegítimos por costumbre. R. Greenham
 
Un hombre inicuo peca con deliberación y deleite; está inclinado hacia el mal; hace «provisión para la carne y sus concupiscencias» (Romanos 13:14), y «las sirve» con sumisión voluntaria (Tito 3:3). Pero los que son renovados por la gracia no son «deudores» a la carne; han aceptado otra deuda y obligación, que es el servir al Señor (Romanos 8:12).
 
Si un hombre se deja arrastrar con frecuencia y fácilmente por el pecado, pone al descubierto el hábito de su alma y el temple de su corazón. Las praderas pueden estar inundadas durante un tiempo, pero el terreno pantanoso se llena cada vez que vuelve la marea. Un hijo de Dios puede verse llevado, alguna vez, y obrar en dirección contraria a la inclinación de su nueva naturaleza; pero cuando los hombres se hunden a cada nueva tentación, ya se trata de un hábito de pecado. T. Manton
 
Andan en sus caminos. Hemos de obrar rectamente en el sentido positivo así como en el negativo. La manera más segura de abstenerse del mal es ocuparse plenamente de obrar bien. C. H. S.
 
Para muchos, su religión consiste en «no es»«No soy como este publicano» (Lucas 18:11). Un terreno que no produce una buena cosecha no vale nada, por más que no produzca zarzas y espinos. No sólo el siervo rebelde es echado en el infierno porque apalea a sus compañeros, come y bebe con borrachos, sino que el siervo inútil que envolvió su talento en un pañizuelo también lo es. Meroz es maldecido, no por oponerse y combatir, sino por no ayudar (Jueces 5:23).
 
Dives no le quitó nada a Lázaro, pero no le dio ni las migajas. Muchos dirán: «No erigí otros dioses»; pero, di: ¿amaste, reverenciaste y obedeciste al verdadero Dios? No pensamos en los pecados de omisión. Si bien no somos borrachos, adúlteros y blasfemos, no nos acordamos de que el omitir el respeto a Dios y la reverencia a su santa Majestad es también pecado. T. Manton
 
Versículo 4. Tú encargaste que sean muy guardados tus mandamientos.

Los que son diligentes en los negocios se levantan temprano y se acuestan tarde y se niegan muchas comodidades y reposo. No se cansan pronto, o si se cansan, perseveran aunque los ojos y las cejas les duelan. Así deberíamos servir al Señor. Un Amo así exige diligencia de sus siervos; un servicio así es lo que exige, y no se contentará con menos.
 
No sirve de nada avanzar rápidamente si no se camina en la dirección correcta. Los hombres han sido diligentes en un negocio que arroja pérdidas; y cuanto más han comerciado, más han perdido; esto es malo en los negocios; no podemos permitírnoslo en nuestra religión. C. H. S.
 
Versículo 5. ¡Ojalá fuesen firmes mis caminos para guardar tus estatutos!

Nuestros caminos son por naturaleza opuestos al camino de Dios y deben ser enderezados por la mano del Señor en una nueva dirección, o nos llevarán a la destrucción. C. H. S.
 
Nos sería tan fácil crear un mundo como crear en nuestros corazones un pulso de vida espiritual. Y, con todo, nuestra incapacidad no anula nuestra obligación de hacerlo. Nuestra incapacidad es nuestro pecado, nuestra culpa, nuestra condenación, y en vez de excusar nuestra condición, sólo nos tapa la boca y nos deja sin excusa alguna que alegar delante de Dios en nuestra defensa. De modo que nuestra obligación permanece intacta. C. H. S.
 
«Toda la vida de un buen cristiano consiste en un santo deseo», dijo Agustín; y esto es secundado por el esfuerzo, sin el cual, el afecto es, como Raquel, hermoso, pero estéril. J. Trapp
 
Versículo 6. Entonces no sería yo avergonzado.
 
Puedo soportar del escorpión la picadura;
pisar brasas, yacer en hielo eterno;
bambolearme, dando tumbos en el vacío,
pero no puedo vivir una vida de vergüenza.
Joanne Baillie
 
Cuando considerase todos tus mandamientos. Un sentido permanente del deber nos hará audaces; no tendremos miedo de tener miedo. No hay vergüenza que nos detenga u obstaculice en la presencia del hombre cuando el temor de Dios ha tomado plena posesión de nuestra mente. No hay nada de qué avergonzarnos en una vida santa; un hombre puede estar avergonzado de su orgullo, de sus riquezas, de sus propios hijos, pero nunca estará avergonzado de haber observado en todas las cosas la voluntad del Señor su Dios. C. H. S.
 
No puede haber verdadera piedad excepto cuando el hombre tiene intención de guardar todos los mandamientos de Dios. Si hace selección entre ellos, guardando éste o aquél, según considere que le convenga, o según se le antoje, o según sea popular, esto es una prueba plena de que no sabe nada de la naturaleza de la verdadera religión.

Un hijo no tiene el debido respeto a su padre si le obedece sólo en lo que le acomoda o le gusta, y ninguno puede ser piadoso si no se propone, con toda sinceridad, guardar todos los mandamientos de Dios; someterse a su voluntad en todo. A. Barnes
 
Saúl mató a todos los amalecitas menos uno; y esta única excepción en el camino de la obediencia global señaló lo endeble de su profesión, le costó la pérdida del trono y le puso bajo el terrible desagrado de su Dios. Y así el pie, o la mano, o el ojo derecho, los miembros corruptos, no mortificados, llevan a todo el cuerpo al infierno. Las reservas son la llaga de la sinceridad cristiana. C. Bridges
 
Versículo 7. Te alabaré.

Alabamos a los que pueden enseñar a un perro, un caballo y otros animales; pero que nosotros, potros díscolos, aprendamos la voluntad de Dios, que aprendamos a andar delante de El agradándole, esto deberíamos reconocer que es una gran misericordia de Dios. P. Bayne
 
Versículo 8. No me abandones del todo.

El ser dejados solos para que descubramos nuestra debilidad es una prueba suficiente; el ser abandonados del todo, esto sería la ruina y la muerte. El que El esconda su rostro en un momento de ira nos deja abatidos; una deserción completa nos llevaría finalmente al último infierno.
C. H. S.

EXPOSICIÓN DE LOS VERSÍCULOS 9 AL 16
 
Versículo 9. ¿Con qué limpiará el joven su camino?

¿En qué forma llegará a ser y permanecerá prácticamente santo? No es más que un joven, lleno de pasiones, y escaso en conocimiento y experiencia; ¿cómo conseguirá rectitud y persistirá en ella? No hubo nunca una pregunta más importante para el hombre; nunca hay un momento más apropiado para hacerla que al comienzo de la vida. C. H. S.
 
Se asigna un lugar prominente al joven en el Salmo ciento diecinueve, uno de los veintidós apartados entero. Es apropiado que sea así. La juventud es un período impresionable, apto para el mejoramiento. Los jóvenes son el futuro sostén de la sociedad, y el temor del Señor, que es el principio de la sabiduría, debe empezar en la juventud. La fuerza, las aspiraciones, las expectativas intactas de la juventud, son necesarias para el mundo; ¡oh, si fueran consagradas a Dios!
 
La misma pregunta muestra que su corazón no se halla en un estado corrupto. Existe el deseo; se necesita dirección. La pregunta es: «¿Con qué mantendrá limpio el joven su camino -una línea de conducta- en medio de un mundo contaminado y contaminante? John Stephen
 
Con guardar tu Palabra. Joven, la Biblia debe ser tu mapa y guía, y debes estar muy alerta de que tu camino sea conforme a sus instrucciones. Has de vigilar tu vida diaria, así como estudiar tu Biblia, y has de estudiarla para que puedas vigilar tu vida diaria. A pesar del mayor de los cuidados un caminante se perderá si el mapa que consulta está equivocado y le desvía de la ruta; pero con un mapa correcto también se perderá si no lo sigue.

El camino estrecho no se halla por casualidad, ni nunca llega uno despreocupado e indiferente a llevar una vida santa. Podemos pecar sin pensarlo; nos basta con descuidar a la gran salvación y echar a perder nuestras almas; pero el obedecer al Señor y andar rectamente exigirá todo nuestro corazón, alma y mente. Que recuerden esto los descuidados.
 
Un capitán puede velar desde cubierta toda la noche, pero si no sabe nada de la costa y no tiene piloto a bordo lo más probable es que esté apresurando el momento del naufragio. No basta con el deseo de obrar rectamente, porque la ignorancia puede hacernos pensar que estamos haciendo un servicio a Dios cuando estamos provocándole, y el hecho de nuestra ignorancia no va a invertir el carácter de nuestra acción, mucho menos mitigar nuestra responsabilidad. C. H. S..
 
La Palabra es la única arma (como la espada de Goliat, incomparable) para abrirse paso y hacer estragos en el enemigo obstinado, nuestros deseos carnales. La Palabra de Dios puede dominarlos aun cuando se hallen en el apogeo de su orgullo; si hay un momento en que la concupiscencia ruge con más ardor es cuando la sangre joven hierve en nuestras venas.

La juventud es voluble, y sus concupiscencias ardientes e impetuosas; su sol sigue ascendiendo, y cree que queda mucho para el anochecer; así que ha de ser un brazo poderoso el que aparte de sus deseos al joven, edad en que mejor los saborea el paladar.

Bien; que la Palabra de Dios se encuentre con este joven y desafíe su bravura cuando tenga el festín de los deleites sensuales delante; basta con el susurro de unas pocas sílabas en su oído, que despierte su conciencia con su punzada, para que huya de ellos a toda prisa, como lo hicieron los hermanos de Absalón de la fiesta cuando vieron a Amnón, su hermano, asesinado sobre la mesa. W. Gurnall
 
Las Escrituras nos enseñan la mejor manera de vivir, la manera más noble de sufrir, y la manera más confortable de morir. John Flavel
 
Versículo 10. Con todo mi corazón te he buscado.

El modo más seguro de limpiar el camino de nuestra vida es buscar a Dios mismo, y esforzarnos por permanecer en comunión con El.
 
No me dejes desviarme de tus mandamientos. Hemos de ser buscadores tan sinceros e íntegros que no tengamos tiempo ni deseos de descarriamos, y con todo nuestro corazón hemos de cultivar un temor celoso, para no apartarnos del camino de la santidad.
 
Hay dos cosas que son semejantes y, con todo, muy distintas: los santos son «forasteros» ~  
Versículo 11. En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti.

No llevaba este texto sobre su corazón como un amuleto, lo llevaba dentro como una regla. C. H. S.
 
Hay mucha diferencia entre los cristianos y los mundanos. El mundano tiene sus tesoros en joyas, que están fuera de él; el cristiano los tiene dentro. Ni hay en realidad ningún receptáculo para contener la palabra de consolación como no sea el corazón.

Si la tienes sólo en la boca, te la quitarán; si la tienes en tu libro solo, no la hallarás cuando más la necesites; pero si la guardas en tu corazón, como María las palabras del ángel, ningún enemigo podrá sacarlas de allí, y hallarás que es un tesoro consolador en tiempo de necesidad. Wm. Cowper
 
Este dicho, guardar o esconder, significa que David se esforzaba no para ser ambicioso y destacar y hacerse glorioso delante de los hombres, sino que tenía a Dios por testigo del deseo secreto que llevaba consigo. Juan Calvino
 
Bernardo observa que el pan material en la alacena puede que se lo coman los ratones, enmohezca y se eche a perder; pero cuando es ingerido en el cuerpo, desaparece este peligro. Si Dios te capacita para tomar el alimento del alma en tu propio corazón, está libre de todo riesgo. Geo. Swinnock
 
Para no pecar contra ti. Aquí hay el objetivo perseguido. Como ha dicho alguien: Aquí hay lo mejor «Tu Palabra»; escondida en el mejor lugar «en mi corazón»; con el mejor de los propósitos «para que no peque contra ti» C. H. S.
 
Vers. 12. Bendito tú, oh Jehová. Tan pronto como la Palabra está en el corazón surge un deseo de hacer caso de ella y aprenderla. Cuando se ha comido el alimento, sigue la digestión del mismo; y cuando es recibida la Palabra en el alma, la primera oración es: «Señor, enséñame su significado.» C. H. S.
 
Enséñame tus estatutos; porque sólo así puedo aprender el camino a la dicha. Tú eres tan bienaventurado que estoy seguro de que te deleitas en bendecir a otros, y este bien ansío que tú me des, que me enseñes en tus mandatos. Las personas dichosas generalmente se regocijan en hacer dichosas a otras, y sin duda el Dios bienaventurado querrá impartir la santidad que es la fuente de la felicidad. La fe impulsó esta oración y le dio base no ya en algo que hubiera en el hombre que ora, sino sólo en la perfección del Dios a quien hace suplicación. Señor, Tú eres bendito; por tanto, bendíceme enseñándome. C. H. S..
 
Todo el que lee este Salmo con atención ha de observar en él una gran característica, y es lo decisivas que son sus afirmaciones de que para guardar los mandamientos de Dios no se puede conseguir nada por la fuerza humana, sino que es El quien ha de crear la voluntad para la ejecución de este deber. Geo. Phillips
 
Vers. 13. Con mis labios he contado todos los juicios de tu boca. El haber sido, como Noé, un predicador de la justicia es un gran gozo cuando los diluvios suben y el mundo impío está a punto de ser destruido. C. H. S.
 
Vers. 14. Me complazco en el camino de tus testimonios más que en todas las riquezas. Las riquezas son adquiridas con dificultad, disfrutadas temblando, y perdidas en amargura. Bernardo
 
Vers 15. En tus mandamientos meditaré. El que tiene un deleite interno en algo no lo apartará mucho tiempo de su mente. Como el avaro con frecuencia vuelve a mirar su tesoro, así el creyente piadoso por medio de la meditación frecuente vuelve a la riqueza inapreciable que ha descubierto en el Libro del Señor. Para algunos, la meditación es una tarea; para el hombre de camino purificado, es un gozo. C. H. S.
 
No es al cavar de un modo casual en una mina de oro, sino al cavar mucho tiempo y con ahínco que halla y saca el tesoro. No es el mero zambullirse en el mar, sino el permanecer dentro mucho tiempo que hace posible sacar gran cantidad de perlas. El estirar el hilo dorado de la meditación en su debida longitud, hasta que se llega al extremo espiritual, es un logro raro y dichoso. Nathanael Ranew
 
Estudia las Escrituras. Si un hombre famoso escribiera sólo un libro excelente, ¡oh, cuánto te gustaría verlo! Supongamos que te digo que hay en Francia o Alemania un libro que ha escrito Dios mismo. Estoy seguro de que sacarías el dinero de la bolsa para adquirir el libro. Lo tienes contigo; ¡ojalá que lo estudiaras!
 
Cuando el eunuco iba en su carro, estudiaba el profeta Isaías. No se enojó cuando llegó Felipe, como podríamos esperar que hiciera, y le preguntó atrevido: «¿Entiendes lo que lees?» (Hechos 8:27-30); estuvo contento. Un gran objetivo del gran año de remisión era la oportunidad de que fuera leída la ley (Deuteronomio 31:9-13). Es la sabiduría de Dios la que habla en la Escritura (Lucas 11:49); por tanto, aparte de todo lo que hagas o desees, real y cuidadosamente, estudia la Biblia. Samuel Jacomb
 
Vers. 16. Me regocúaré en tus estatutos; no me olvidaré de tus palabras. Nunca he oído todavía de un avaro que hubiera olvidado dónde había enterrado su tesoro. Cicero De Senectute


EXPOSICIÓN DE LOS VERSÍCULOS 17 AL 24
 
En esta sección aparecen las pruebas y dificultades para seguir el camino. El Salmista, por consiguiente, pide ayuda para hacerles frente según el caso. Así como en los últimos ocho versículos ora como un joven que acaba de entrar en el mundo, aquí ruega como un siervo y un peregrino que de modo creciente se halla en el territorio enemigo como un extraño. Apela sólo a Dios, y su oración es especialmente directa y personal. Habla con el Señor como un hombre habla con su amigo.
 
Vers. 17. Haz esta merced a tu siervo: que viva, y guarde tu palabra Trabajamos por El porque El trabaja en nosotros. De este modo podemos unir los versículos iniciales de las tres primeras octavas de este Salmo: el vers. 1 bendice al santo; el vers. 9 pregunta cómo puede obtener esta santidad; y el vers. 17 va a buscar esta santidad a su fuente secreta y nos muestra en qué forma conservar la bendición. Cuanto más estima un hombre la santidad y más se esfuerza por obtenerla, más será atraído hacia Dios para que le ayude, porque se dará cuenta clara de que su propia fuerza es insuficiente, y que no puede ni aun vivir sin la abundante ayuda del Señor su Dios. C. H. S.
 
Vers. 18. Abre mis ojos. Los que dan a conocer sus propios sueños poniéndoles el nombre del Espíritu y la luz divina; no dan mysteria, sino monstra, opiniones portentosas y de mal agüero; no te muestran las maravillas de la ley de Dios, sino los prodigios de su propio seso; abortos desgraciados que mueren tan pronto ven la luz. T. Manton
 
El Salmista no pide ninguna nueva revelación. Estaba en la mano de Dios el darla, y El lo hizo, cuando El quiso, a aquellos antiguos creyentes; pero a todos ellos, en todo momento se les dio lo suficiente para los propósitos de la vid. La petición no es para conseguir más, sino para que pueda emplear bien lo que posee.
 
Esto se puede observar, además, en que el Salmista no pide ninguna facultad nueva. Los ojos ya están allí, y sólo es menester que se abran. No es la concesión de un poder nuevo y sobrenatural lo que permite al hombre leer la Biblia con provecho, sino el avivamiento de un poder que ya posee. Un hombre nunca crecerá en el conocimiento de la Palabra de Dios esperando inactivo algún nuevo don de discernimiento, sino usando con diligencia el que Dios le ha concedido y usando al mismo tiempo otros medios de ayuda que se hallan a su alcance.
 
La gran razón por la que los hombres no sienten el poder y la hermosura de la Biblia es espiritual. No se dan cuenta del gran mal que la Biblia ha venido a curar, y no ponen a tono su corazón a las bendiciones que les ofrece. La venda de la naturaleza caída, mantenida por uno mismo, se halla delante de sus ojos en tanto que lee: «Los ojos de su entendimiento son entenebrecidos, estando excluidos de la vida de Dios» (Efesios 4:18). Las potencias naturales nunca hallarán la verdadera clave de la Biblia hasta que las ideas del pecado y la redención entren en el corazón y estén puestas en el centro del Libro. John Ker
 
Las maravillas. Muchas fueron las señales y milagros que obró Dios en medio del pueblo de Israel y que éste no entendió. ¿Por qué razón? Moisés nos dice expresamente que la razón fue: «Con todo, el Señor no les dio un corazón para percibir y ojos para ver, y oídos para oír, hasta el día de hoy» (Deuteronomio 29:4).
 
Tenían ojos y oídos como sentidos; sí, tenían un corazón o mente racional; pero necesitaban un oído espiritual para oír, un corazón o mente espiritual para captar y entender estas obras maravillosas de Dios; y éstos no los tenían, porque Dios no les había dado estos ojos, oídos y corazones. Las maravillas sin la gracia no pueden abrir los ojos plenamente; pero la gracia sin maravillas puede hacerlo. Joseph Caryl
 
¿Por qué usa la palabra «maravillas»? Es como si hubiera dicho: «Aunque el mundo considera la ley de Dios una cosa liviana, y parece dada como si dijéramos para almas simples y niños; con todo, a pesar de esto parece haber tal sabiduría en ella, que sobrepuja toda la sabiduría del mundo, y en ella yacen escondidos secretos maravillosos.» Juan Calvino
 
Vers. 18, 19. «Si no puedo tener a Moisés para que me diga el significado», dijo san Agustín, «dame el Espíritu que diste a Moisés». Richard Stock
 
Vers. 19. Forastero soy yo en la tierra. Esta confesión, si procediera de un vagabundo solitario tendría poca importancia relativamente; pero en la boca de uno que probablemente estaba rodeado de toda clase de goces mundanos, muestra, al instante, la vanidad de los «mejores goces de la tierra» y la tendencia celestial de la religión de la Biblia. C. Bridges
 
El mayor cuidado de un hombre debería ser por el lugar en que ha de vivir más tiempo; por tanto, la eternidad debería ser su objetivo. T. Manton
 
Cuando nace un niño, se usa a veces para referirse a él la designación de «este pequeño forastero». Los amigos vienen pidiendo si pueden ver «al pequeño forastero». ¡Un forastero, ciertamente venido de lejos! ¡De los espacios inmensos! ¡De la presencia, contacto y ser de Dios! Y que regresa de nuevo a estos espacios inmensos a través de edades incontables de duración.
 
Pero un pequeño forastero crece y pronto empieza a echar raíces vigorosas. Trabaja, vence, edifica, planta, compra, retiene, y, en su propio sentimiento, «se establece», de modo que ahora no tendría sentido que alguien le llamara «forastero». Y la vida sigue aún profundizando y ensanchando su flujo, y reteniendo en sí múltiples elementos de interés, y aun multiplicándolos. De modo creciente el hombre va siendo captado por ellos: como un barco desde el cual se han soltado varias anclas en el mar. Lucha con los que luchan, se regocija con los que están alegres, siente el espoleo del honor, entra en la carrera de la adquisición, hace cosas duras y amables, unas tras otras; multiplica sus empresas, relaciones, amig9s, y luego, precisamente después de todas estas preparaciones, la vida debería empezar plenamente, y abrirse a una llanura ancha, sosegada y soleada; pero las sombras empiezan a alargarse, lo cual quiere decir que todo se va acercando a su final.
 
Hay una voz que tarde o temprano todos habrán de oír, que llama al «pequeño forastero», que nació no hace mucho, cuya primera lección ha terminado y al que ahora se indica que entre por la puerta llamada muerte a otra escuela. Y el forastero no está preparado. Ha echado tantas anclas y se han clavado tan hondo en el suelo que no le será fácil levantarlas. Está establecido. No lleva un cayado de peregrino en la mano; su ojo, familiarizado con las cosas que le rodean, no esta acostumbrado a mirar la ruta que tiene delante, ascendente, no puede medir la altitud de la montaña o calcular la distancia.
 
El progreso del tiempo ha sido mucho más rápido que el progreso de su pensamiento. ¡Ay! Ha cometido una gran equivocación. Ha «mirado las cosas que se ven» y se ha olvidado de las cosas que no se ven. Y las cosas «que se ven» son temporales y con el tiempo se extinguen, en tanto que «las cosas que no se ven» son eternas. Y así hay prisa y confusión y desazón en las últimas horas, cuando hay que partir. Ahora bien, todo esto puede obviarse y evitarse por completo si un hombre dice: «Forastero soy yo en la tierra; no me encubras tus mandamientos.» A. Raleigh
 
Vers. 20. Consumida está mi alma de desear tus juicios en todo tiempo. La Palabra de Dios es un código de justicia al cual no hay apelación.
 
Éste es el Juez que termina la disputa
cuando fallan el ingenio y la razón;
nuestro guía en las sendas tortuosas de la vida,
nuestro escuda cuando asaltan las dudas.
Watts
 
David tenía tal reverencia por la Palabra y tal deseo de conocerla y ser modelado por ella, que sus anhelos le causaban gran desazón, y aquí está rogando delante de Dios. El anhelar es el alma de la oración, y cuando el alma anhela hasta que se quiebra, no puede tardar mucho en ser concedida la bendición. C. H. S.
 
En todo tiempo. Algunos alaban la Palabra en la adversidad, cuando no tienen otro consuelo para la vida; entonces pueden contentarse con estudiar la Palabra para que les consuele en la calamidad; pero cuando todo les va bien, la desdeñan. Pero David hacía uso de ella en todo tiempo; en la prosperidad, para ser humillado por ella; en la adversidad, para ser consolado; en la una, para evitar el orgullo; en la otra, el abatimiento; en la aflicción, la Palabra era su cordial; en la prosperidad, su antídoto; y así en todo tiempo su corazón era atraído por la Palabra, fuera por una necesidad u otra. T. Manton
 
¡Cuán pocos son, incluso entre los siervos de Dios, los que entienden la intensidad del sentimiento de devoción expresado aquí! ¡Oh, si nuestros corazones fríos y obstinados fueran enfervorizados y atraídos por la gracia divina hasta que estuviéramos a punto de desmayar a causa de nuestro anhelo, en todo tiempo, de los juicios de nuestro Dios! ¡Qué volubles son nuestros mejores sentimientos! Si hoy ascendemos el monte de la comunión con Dios, mañana estamos en peligro de enzarzarnos de nuevo en las cosas de la vida. ¡Qué felices son aquellos corazones que en todo tiempo están llenos de anhelo de estar en comunión con el objeto más grande y glorioso de su amor! J. Morison
 
 
Vers. 21. Reprendiste a los soberbios, los malditos. Los hombres soberbios son malditos; nadie los bendice, y pronto se vuelven una carga incluso para ellos mismos. En si misma, la soberbia es una plaga y un tormento. Incluso cuando no les cae encima ninguna maldición de la ley de Dios, parece haber una ley de la naturaleza que el hombre soberbio sea un desgraciado. Esto llevó a David a aborrecer el orgullo; temía la reprensión de Dios y la maldición de la ley. Los pecadores soberbios de sus días eran sus enemigos, y él se sentía feliz de que Dios estuviera en pugna con ellos como él. C. H. S.
 
Si el orgulloso escapa aquí, como ocurre a veces, en el más allá no escapará; porque: el hombre soberbio es una abominación al Señor (Proverbios 16:5). Dios no puede soportarlo (Salmo 101:5). Y ¿qué pasa luego? Tú destruirás al orgulloso. Los mismos paganos admitieron que los gigantes orgullosos eran heridos por el rayo del cielo. Y si Dios no exime a los ángeles, a quienes colocó en los altos cielos, sino que por causa de su orgullo los precipitó en el último infierno, ¡cuánto menos va a eximir al polvo y ceniza orgullosa que son los hijos de los hombres, antes bien los echará desde la altura de su posición terrena al fondo de la mazmorra infernal! «La humildad hace ángeles de los hombres; el orgullo hace diablos de los ángeles», como dice uno de los Padres; y bien podemos añadir: hace diablos de los hombres. «Ningún alma escapará a la venganza del orgullo», nunca se escapará de ella. Tan seguro como que Dios es justo, el orgullo no quedará sin castigo. ¡Fuera, pues, plumaje engreído, pavos reales altivos del mundo; mirad vuestras piernas negras, y vuestra cabeza minúscula como de serpiente; avergonzaos de vuestras debilidades ruines, pues de otro modo Dios os abatirá y tomará de vosotros una espantosa venganza! J. may
 
Por tanto, los hombres orgullosos pueden ser contados entre los enemigos de Dios, porque como el codicioso quita las riquezas de los hombres, el orgulloso quita el honor de Dios. Henry Smith
 
Los orgullosos soportan la maldición de no tener amigos; no los tienen en la prosperidad, porque no conocen a nadie; ni en la adversidad, porque entonces nadie les conoce. J. Whitecross
 
Que se desvían de tus mandamientos. Dios reprende el orgullo por más que las multitudes le prestan homenaje, porque ve en él una rebelión en contra de su propia majestad, y la semilla de rebeliones futuras. Es la suma del pecado. C. H. S.
 
Vers. 22. Aparta de miel oprobio y el menosprecio. La mejor manera de tratar la calumnia es orar sobre ella; Dios, o bien la eliminará, o arrancará el aguijón de la misma. Nuestros propios intentos de justificarnos y reivindicarnos suelen ser fracasos; somos como el muchacho que quería quitar una mancha de su cuaderno, y la hizo diez veces peor con sus intentos. Cuando sufrimos una difamación, es mejor orar sobre ella que ir al tribunal y exigir explicaciones del que la fabricó. Los que sois reprochados de este modo, llevad vuestro caso al Tribunal Supremo y dejadlo en las manos del Juez de toda la tierra. C. H. S.
 
Vers. 23. Tu siervo meditaba en sus estatutos. ¿Quiénes eran estos magnates maliciosos que querían quitar a Dios de la atención de su siervo o privar al escogido del Señor de un momento de comunión piadosa? La canalla de los príncipes que no valían los cinco minutos de la meditación santa del siervo. Es muy hermoso ver las dos situaciones: los príncipes sentados para hablar contra David, y David sentado con su Dios y su Biblia, con la respuesta más efectiva a sus calumniadores: no dar respuesta alguna. Los que se alimentan de la Palabra se hacen fuertes y pacíficos, y son protegidos por la gracia de Dios de la contienda de lenguas. C. H. S.
 
Los labradores, cuando hay un exceso de agua sobre el terreno, abren zanjas para que el agua se escurra; lo mismo, cuando nuestra mente y pensamientos están abrumados por la tribulación, es bueno desvaríos hacia otra cosa. T. Manton


EXPOSICIÓN DE LOS VERSÍCULOS 25 AL 32
 
En estos versículos veremos la influencia de la Palabra divina sobre un corazón que lamenta sus tendencias hacia abajo y está lleno de pena a causa de su ambiente amortecedor.
 
Vers. 25. Abatida está mi alma hasta el polvo. No, nunca podríamos haber pensado, cuando leímos por primera vez el Salmo del Buen Pastor, que podía salir de un corazón que suspiraba por Dios con tanta frecuencia y amargura; nunca podríamos haber imaginado que podría volverse tan frío, seco y oscuro el interior de un corazón que en aquel período anterior había saboreado hasta tal punto el poder del que había de venir. ¡Oh tristes horas en que los rayos del sol interior parecen apagados y no queda sino un disco rojizo borroso! El fervor del primer amor se ha enfriado; los cuidados de la tierra y los pecados, como si dijéramos, han puesto plomo a las alas del alma que se elevaban raudas hacia el cielo. J. J. Van Oosterzee
 
Reanímame. Y, verdaderamente, muchas veces los hijos de Dios son puestos en este estado en que no tienen nada que los sostenga sino la Palabra de Dios; ningún sentimiento de misericordia, ni de disposición espiritual; sino al contrario, una gran oscuridad, temores y terrores horribles. Sólo los que son sostenidos mirando la promesa de Dios y mantienen la esperanza de que El los restaurará de nuevo a la vida, porque es en su honor el terminar la obra que había empezado. W. Cowper
 
Reanímame. Esta frase ocurre nueve veces, y sólo en este Salmo. Es de gran importancia, puesto que expresa el cambio espiritual por el cual un hijo de Adán pasa a ser un hijo de Dios. Su fuente es Dios; el instrumento por el cual es efectuado es la Palabra (vers. 50). J. O. Murphy
 
Vers. 26. Me has respondido. La bondad de Dios se ve en que escucha lo que le presentamos. Si los magnates dejan que el pobre cuente su historia sin atajarle, lo consideramos una paciencia honrosa; pero Dios se gloría en prestar atención a nuestras necesidades, nuestras debilidades por el pecado, lo insuperable de nuestros males, y nuestra impotencia total para poder enmendarlos. Esta triste situación nuestra nos haría perder el favor del hombre, pero consigue el favor de Dios. Cuanto más humildemente confesamos nuestras necesidades, más confiados podemos estar de que Dios nos escuchará. El enseña al humilde, porque el alumno humilde da a su maestro el honor de lo que aprende. P. Bayne
 
Enséñame tus estatutos. La misericordia, que perdona la trangresión, nos deja anhelantes de gracia, que previene la trasgresión. Podemos pedir audazmente más a Dios cuando Dios nos ha dado mucho; Aquel que ha limpiado la mancha pasada no se negará a preservarnos de contaminaciones presentes y futuras. C. H. S.
 
Vers. 28. Mi alma se deshace de ansiedad. Estaba disolviéndose en lágrimas. La fuerza y robustez de su constitución se volvía liquido, derretido en el horno de sus aflicciones. La ansiedad del corazón es algo que mata, y cuando abunda, amenaza hacer de la vida una muerte prolongada en la cual el hombre parece deshacerse en un goteo perpetuo de pena y dolor.
 
Las lágrimas se destilan del corazón; cuando un hombre llora, se deshace su alma. Algunos sabemos lo que significa una gran ansiedad y opresión, porque hemos sido puestos bajo su poder una y otra vez, y con frecuencia hemos sentido como si fuéramos derramados con agua, y casi como si fuéramos agua derramada en el suelo, para no volver a ser recogida. Sólo hay un buen punto en este estado de abatimiento, porque es mejor ser derretido por la pena que endurecido por la impenitencia. C. H. S.
 
Susténtame según tu palabra. Nótese cómo expone David el interior de su vida del alma. En el vers. 20 dice: «Mi alma está consumida»; en el vers. 25: «Abatida está mi alma hasta el polvo»; y aquí: «Mi alma se deshace.» Además, en el vers. 81 exclama: «Mi alma desmaya»; en el 109: «Mi alma está de continuo en peligro»; en el 167: «Mi alma ha guardado tus testimonios», y, finalmente, en el 175: «Viva mi alma». Algunos ni aun saben que tienen alma. ¡Qué diferencia hay entre vivir espiritualmente y ser muerto espiritualmente! C. H. S.
 
Susténtame. Gesenius traduce: Mantenme vivo. Esta oración pidiendo nueva fuerza o vida, es una petición para que el desgaste de su vida por las lágrimas pueda ser restaurado por la Palabra que da vida. F. G. Marchant
 
Vers. 29. Aparta de mí el camino de la mentira. Cuando alguno de nosotros ha tenido un buen comienzo, inmediatamente pensamos que nos hallamos en lo más alto; nunca pensamos en orar ya a Dios cuando nos ha mostrado el favor que sirve a nuestro propósito; pero si nosotros hemos hecho algo aunque sea pequeño, poco a poco nos elevamos a nosotros mismos y nos maravillamos de nuestras grandes virtudes, pensando inmediatamente que el diablo ya no puede vencer-nos más. Juan Calvino
 
Toda la vida de pecado es una mentira desde el principio a] fin. El verbo mentir aparece ocho veces en este Salmo. W. S. Plumer
 
Y en tu misericordia concédeme tu ley. Los santos no pueden recordar sus pecados sin lágrimas, ni orar sobre ellos sin suplicar que se les salve de nuevas caídas. C. H. S.
 
Vers. 30. Escogí el camino de la verdad. Aquí tenemos la obra de un alma bajo la misericordia. Esto es más que sentarse y escuchar la Palabra, sin presentar objeción a lo que se oye. Este escuchar es todo lo que se puede afirmar de la mayoría de los que oyen el evangelio, añadiendo a esto que no hay nadie que esté más dispuesto a ser captado por caminos de salvación falsos y fáciles que ellos, porque asienten a todo lo que oyen.
 
El hombre de Dios produce una nota más alta y más espiritual: escoge la cosa; escoge el camino de la verdad; y no puede sino escogerlo; está inclinado a ello por su naturaleza renovada, el efecto verdaderamente de todo lo que ha venido solicitando. ¿En qué forma obramos? El camino de la verdad es todo lo que Dios ha revelado referente a su Hijo Jesús.
 
El corazón dispuesto escoge este camino, y todo él; la amargura del mismo, la negación propia, así como el consuelo del mismo; un Salvador del pecado así como un Salvador del infierno; un Salvador cuyo Espíritu puede guiar desde la ausencia de oración a la piedad, desde el ocio en el día de reposo, a una forma santa de guardar este día, desde la ambición personal a procurar el honor de Cristo, desde una conducta floja, inconsecuente, a una observancia concienzuda de la voluntad del Señor. Su deleite estará allí donde se encuentran los hijos de Dios. ¡Oh, si hubiera más abundancia de éstos entre nosotros! John Stephen
Hay tres clases de verdad: la verdad en el corazón, la verdad en la palabra, la verdad en los hechos (22 Reyes 20:3; Zacarías 8:16; Hebreos 10:22). J. E. Vaux
 
El cristiano que escoge es el cristiano que persiste; en tanto que los que son cristianos por causalidad, viran la nave cuando cambia el viento. M. Henry
 
Versículo 31. Me he apegado a tus testimonios.

Es notable que en tanto que el Salmista en otro punto dice: «Abatida hasta el polvo está mi alma» (vers. 25), diga aquí: «Apegada está mi alma», teniendo en cuenta que la palabra original es la misma en los dos versículos. La cosa es del todo compatible con la experiencia del creyente. Dentro están el cuerpo del pecado que reviste y el principio inmortal de la gracia divina.
 
Hay una contienda entre los dos: «La carne lucha contra el espíritu y el espíritu contra la carne» (Gálatas 5:17), y el creyente se ve forzado a exclamar: «Miserable hombre de mí» (Romanos 7:24). Este es el caso; y todos los creyentes hallan que es así. En tanto que el alma está muchas veces abatida o apegada al polvo, el espíritu se esfuerza para apegarse a los testimonios de Dios.

Así que el creyente ora: «Oh Jehová, no me avergüences.» Y al apegarnos a Cristo, hermanos, no seremos avergonzados nunca jamás. J. Stephen
 
Versículo 32. Por el camino de tus mandamientos correré.

Cuando un hombre se decide a hacer una cosa, aunque se le estorbe y obstaculice, lo toma con paciencia, sigue, y no quiere detenerse a discutir la cuestión. Un movimiento lento se detiene fácilmente, en tanto que uno rápido derriba al que se opone al mismo; así ocurre cuando los hombres corren sin cansarse en el servicio de Dios. Finalmente, el premio estimula a correr: «Corro de tal manera que pueda obtenerlo» (lª Corintios 9:24). T. Manton
 
Cuando ensanches mi corazón. Nótese en qué forma se ha hablado del corazón hasta este punto: «todo corazón» (2); «rectitud de corazón» (7); «escondido en mi corazón» (11); «ensanchar mi corazón». Hay muchas más alusiones más adelante y todas ellas muestran que la religión de David era una obra del corazón. Es una de las mayores faltas de nuestra época que la cabeza cuente más que los corazones y los hombres estén mucho más dispuestos a aprender que a amar, aunque no estén muy ansiosos de ir en ninguna de las dos direcciones. C. H. S.
 
Ensancha mi corazón, o dilátalo, a saber, de gozo. Es evidente lo apropiado de la expresión: como el corazón está dilatado, el pulso, por con siguiente, es más fuerte y lleno, por la exultación del gozo así como por la satisfacción. R. Mant
 
Sin duda, un templo para el gran Dios (tal como deberían ser nuestros corazones) ha de ser hermoso y amplio. Si queremos que Dios habite en nuestros corazones y prodigue su influencia, debemos hacer lugar para Dios en nuestras almas por medio de una dilatación de fe y expectativa.
 
El rico de la parábola, cuando aumentaron sus cosechas, pensaba ensanchar sus graneros (Lucas 12); así deberíamos ensanchar nosotros las estacas de la tienda y habitación de Cristo, tener expectativas más amplias de Dios, si queremos recibir más de El. Los vasos fallan antes que el aceite. No somos ensanchados en Dios, sino en nosotros mismos; por la escasez de nuestros pensamientos, no hacemos más espacio para El, ni engrandecemos a Dios: «Engrandece, alma mía, al Señor» (Lucas 1:46).
 
La fe engrandece a Dios. ¿Cómo podemos hacer a Dios mayor de lo que es? En cuanto al ser declarativo, podemos tener mayor captación de su grandeza, bondad y verdad. T. Manton

EXPOSICIÓN DE LOS VERSÍCULOS 33 AL 40
 
Esta sección está saturada de un sentimiento de dependencia y un darse cuenta de una necesidad extrema, lo cual es compensado por la oración y el ruego. C. H. S.
 
Tema: La ley de Jehová ha de ser puesta ante los ojos, la mente, los pies y el corazón. Mr. Marchant
 
Versículo 33. Enséñame, oh Jehová, el camino de tus estatutos.

son palabras como de un niño; benditas sean en los labios de un creyente entrado en años, experimentado y un rey; un hombre inspirado por Dios. ¡Ay de aquellos que nunca son enseñados! C. H. S.
 
Como un piel roja sigue un rastro con ojo infalible y pie que no yerra, así también nosotros, vigilando toda desviación que podría descarriarnos, hemos de seguir el camino que conduce a la vida. Mr. Marchant
 
Versículo 33 al 40. En esta parte el Salmista presenta nueve veces su petición a Dios, y en seis de ellas acompaña una razón para ser escuchado. Estas peticiones son expresiones de un corazón renovado; el hombre de Dios no podría por menos que presentarlas, tal era el nuevo proceso de refinamiento que había tenido lugar en él. R. Greenham
 
Y lo guardaré hasta el fin. El fin del cual habla David es el fin de la vida, o la plenitud de la obediencia. Confía que la gracia le hará fiel hasta lo sumo, nunca trazando una raya y diciendo a la obediencia: «Hasta aquí irás, pero no pasarás.»
 
El fin de nuestro guardar la ley vendrá cuando cesemos de respirar; ningún hombre bueno piensa señalar una fecha y decir: «Basta, ahora puedo aflojar mi vigilancia y vivir como el resto.» Como Cristo nos ama hasta el fin, también nosotros hemos de servirle hasta el fin. El fin de la enseñanza divina es que podamos perseverar hasta el fin. C. H. S..
 
Versículo 34. Dame entendimiento.

Es por esto que estamos en deuda con Jesús; porque «el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado entendimiento» (l Juan 5:20). M. Henry
 
El entendimiento es el piloto y guía de todo el hombre; la facultad que está sentada a la popa del alma; pero como el guía más experto puede equivocarse en la oscuridad, también puede hacerlo el entendimiento cuando le falta la luz del conocimiento.

«Sin conocimiento la mente no puede ser buena» (Proverbios 19:2); ni la vida es buena; ni las condiciones externas seguras (Efesios 4:18). «Mi pueblo está destruido por falta de conocimiento» (Oseas 4:6). De la «Epístola recomendatoria que precede a la Confesión y Catecismos de Westminster»
 
De todo corazón. Cuando el mundo, el placer, la ambición, el orgullo, el deseo de las riquezas, el amor impuro, desea una parte de nosotros, podemos recordar que no tenemos afectos a nuestra disposición sin que Dios nos dé permiso. Todo es suyo, y es un sacrilegio el robar o retener una parte de lo que es de Dios. ¿Voy a desprenderme de lo que es de Dios para satisfacer al mundo, la carne y al diablo? T. Manton
 
Versículo 35. Guíame por la senda de tus mandamientos, porque en ella tengo mi complacencia.

El Salmista no pide al Señor que haga por él lo que debe hacer él mismo; él mismo desea «ir», o andar por la senda de los mandamientos. No pide ser llevado en tanto que él está recostado de modo pasivo, sino que se le haga «andar». La gracia no nos trata como si fuéramos piedras o troncos para ser arrastrados por caballos, sino como criaturas dotadas de vida, razón, voluntad y potencias activas, que quiere y pueden ir por su cuenta si se les hace ir. C. H. S.
 
No necesitamos sólo luz para conocer nuestro camino, sino un corazón para andar por él. No dará respuesta a nuestro deber el que tengamos una noción estricta de las verdades, a menos que las abracemos y las sigamos. Así pues, necesitamos una doble ayuda de Dios; la mente debe ser iluminada, la voluntad movida e inclinada. La obra de un cristiano se halla no en la profundidad de la especulación, sino en la altura de la práctica. T. Manton
 
Versículo 36. Y no a la avaricia.

Esta es la inclinación de la naturaleza, y la gracia debe oponerse a ella. Este vicio es tan perjudicial como común y tan vil como ruin. Es idolatría, porque destrona a Dios; es egoísmo, y cruel hacia todos los que están en su poder; es sórdida codicia, y por ello vendería al mismo Señor por monedas de plata.
 
Es un pecado degradante, endurecedor, mezquino, que reseca todo lo amable que hay alrededor, todo lo que es hermoso y como Cristo. El que es avaro o codicioso es de la raza de Judas, y con toda probabilidad acabará él mismo como un hijo de perdición. C. H. S.
 
Es una sirvienta de todos los pecados, porque no hay pecado que un hombre avaro o codicioso no esté dispuesto a cometer si hay ganancia. Deberíamos evitar todos los pecados, pero especialmente los pecados madre de otros pecados. W. Cowper
 
San Buenaventura dice sobre nuestro Salmo que la avaricia debe ser aborrecida, evitada, descartada; tiene que ser aborrecida porque ataca la vida de la naturaleza; debe ser aborrecida porque estorba la vida de la gracia; tiene que ser descartada porque obstruye la vida de gloria. Clemente de Alejandría dice que la avaricia es la ciudadela de los vicios, y Ambrosio dice que es la pérdida del alma. T. Le Blanc
 
Versículo 37. Aparta mis ojos de ver vanidades.

El pecado entra en la mente por el ojo, y es todavía una puerta predilecta para que entren las seducciones de Satanás. El pecado es vanidad; la ganancia injusta es vanidad; el engreimiento es vanidad; y todo lo que no es de Dios entra bajo el mismo título. De esto hemos de apartarnos. C. H. S.
 
Puede parecer que es una oración extraña la de David que dice: Aparta mis ojos de ver vanidades; como si Dios interviniera con lo que miramos; o nosotros no tuviéramos poder en nosotros mismos para poner los ojos en los objetos que queremos.

Pero ¿no es aquello en que nos deleitamos lo que queremos mirar? Y lo que amamos, ¿no nos gusta mirarlo? Y así, el orar a Dios para que nuestros ojos no vean vanidad es lo mismo que orar pidiendo gracia, para que no sintamos amor por la vanidad. Sir Richard Baker
 
Un objeto feo pierde mucha de su deformidad cuando lo miramos con frecuencia. El pecado sigue esta ley general, y hay que evitarlo del todo, aun su contemplación, si queremos estar seguros. Un hombre debería estar agradecido en este mundo por el hecho de tener párpados; y como puede cerrar los ojos, debería hacerlo con frecuencia. A. Barnes
 
El que teme quemarse debe evitar jugar con fuego; el que teme ahogarse debe mantenerse lejos del agua profunda. El que teme la plaga, no debe ir a una casa infectada. ¿Podrán evitar el pecado los que se ofrecen a las oportunidades del mismo? J. Caryl
 
Es un experimento muy peligroso para un hijo de Dios el colocarse dentro de la esfera de tentaciones seductoras. Todo sentimiento del deber, todo recuerdo de la propia debilidad, todo recuerdo del fallo de otros, debería inducirnos a poner rápidamente la máxima distancia posible entre nosotros y la escena de innecesario conflicto y peligro. J. Morison
 
Tus ojos, como compuertas para derramar lágrimas, no deberían ser puertas o ventanas para dejar entrar los deseos carnales. Un ojo descuidado es indicación de un corazón sin gracia. Recuerda, todo el mundo pereció por un no cerrar los ojos a la tentación. El ojo de un creyente debería ser como los girasoles, sólo se abren a los rayos del sol. William Secker
 
Avívame. Un hombre que se queda atascado en una zanja no necesita razones para demostrarle que está dentro, sino medios que le saquen. El mejor curso a seguir respecto a la pereza espiritual será proponer cómo libramos de ella. Mr. Simmons
 
Tu camino. A modo de énfasis, en oposición a otros caminos y en exaltación a ellos. Hay un camino cuádruplo: 1. Via mundi, el camino del mundo; ésta es «espinosa», llena de espinas. 2. Via carnis, el camino de la carne; ésta es «insidiosa», traidora. 3. Via Satana, el camino del diablo; ésta es «tenebrosa», oscura. 4. Via Domini, el camino de Dios; y ésta es «graciosa», llena de gracia. Simmons
 
Versículo 38. Confirma tu palabra a tu siervo.

Cristo estaba enojado con sus discípulos porque no recordaban el milagro de los panes cuando se encontraron en una situación semejante. «No entendéis, ¿no recordáis los cinco panes?»
 
Al enseñar a deletrear a un niño nos enojamos si cuando le hemos mostrado una letra una, dos o tres veces, al serle presentada otra vez no la reconoce; así, Dios está enojado con nosotros cuando hemos tenido experiencia de su Palabra en esto, en aquello y en otras cosas, y, con todo, nuestras dudas reaparecen. A. Barnes
 
Dirigida a los que te temen. Nunca estaremos arraigados en nuestra creencia a menos que practiquemos diariamente lo que profesamos creer. La plena seguridad es la recompensa de la obediencia. Las respuestas a la oración las reciben aquellos cuyos corazones responden a la orden del Señor. Si tememos a Dios, nos veremos librados de todos los demás temores. C. H. S.
 
Versículo 39. Porque tus juicios son buenos.

Cuando los hombres hablan mal de la forma en que Dios gobierna el mundo, es nuestro deber y privilegio defenderlo y declarar abiertamente delante de El: «Tus juicios son buenos»; y deberíamos hacer lo mismo cuando atacan la Biblia, el Evangelio, la ley o el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Pero hemos de tener cuidado de que ellos no puedan presentar contra nosotros acusaciones que sean verdaderas, pues de lo contrario nuestro testimonio serán palabras lanzadas al viento. C. H. S.

EXPOSICIÓN DE LOS VERSÍCULOS 41 AL 48
 
Estos ocho versículos son un ruego continuado en favor de la permanencia de la gracia en su alma, y está apoyado por argumentos tan santos como podría sugerirlos sólo un espíritu ardiendo de amor a Dios. C. H. S.
 
Versículo 41 al 48. Toda esta sección consiste en peticiones y promesas. Las peticiones son dos: versículos 41 y 43. Las promesas son seis. Esta diferencia, entre muchas otras, es una diferencia entre los fieles y los demás; todos los hombres buscan cosas buenas de Dios, pero los malos lo intentan de tal forma que no hayan de darle nada a El de vuelta, ni aun prometen nada en retorno. William Cowper
 
Versículo 41. Venga a mí tu misericordia, oh Jehová.

El Salmista desea misericordia, así como enseñanza, porque era culpable lo mismo que ignorante. Necesita mucha misericordia y misericordias variadas; de ahí la petición en, plural. C. H. S.
 
Tu salvación. Esta es la suma y corona de todas las misericordias, la liberación de todo pecado, ahora y para siempre. Aquí hay la primera mención a la salvación en el Salmo, y va unida con la misericordia: «Por gracia sois salvos»; la salvación es titulada «tu Salvación», con lo que es atribuida totalmente al Señor: «El que es nuestro Dios es nuestra salvación».

¡Qué cantidad de misericordias se juntan en la salvación de nuestro Señor Jesús! Quedan incluidas las misericordias que nos eximen antes de nuestra conversión y nos llevan a ella. Luego viene la misericordia de llamada, misericordia regeneradora, misericordia de conversión, misericordia de justificación, misericordia de perdón.

Ni tampoco podemos excluir de la salvación completa ninguna de aquellas muchas misericordias que necesitamos para conducir al creyente seguro a la gloria. La salvación es un agregado de misericordias incalculable en número, inapreciables en valor, incesantes en aplicación, eternas en duración. Al Dios de nuestras misericordias sea la gloria, para siempre jamás. C. H. S.
 
Versículo 42. Y daré por respuesta a mi avergonzador.

Ésta es una respuesta sin réplica posible. Cuando Dios, al concedernos la salvación, da a nuestras oraciones una respuesta de paz, estamos preparados al instante para contestar a las objeciones de los infieles, a las sutilezas de los escépticos y a las burlas de los que se mofan. C. H. S.
 
Un hombre que tiene un conocimiento reducido, con tal que sea derivado de la Biblia, puede con frecuencia hacer callar las objeciones y reproches de los escépticos entendidos; un hombre de corazón simple, piedad pura, sin otra arma que la Palabra de Dios, puede estar con frecuencia mejor armado que si tuviera a mano todos los argumentos de las escuelas. A. Barnes
 
Hugo Cardinalis observa que hay tres clases de blasfemos de lo divino: los demonios, los herejes y los calumniadores. Al diablo hay que contestarle con la palabra interna de humildad; a los herejes por la palabra externa de sabiduría; a los calumniadores, con la palabra activa de una buena vida. R. Greenham
 
Que en tu palabra he confiado. Si alguno nos reprocha el que confiemos en Dios, le replicaremos con argumentos más concluyentes cuando le mostremos que Dios ha guardado sus promesas, escuchado nuestras oraciones y suplido nuestras necesidades. Aun los más escépticos se ven forzados a inclinarse ante la lógica de los hechos. C. H. S.
 
Versículo 43. No quites de mi boca en ningún tiempo la palabra de verdad.

El que ha predicado una vez el evangelio desde su corazón se llena de horror ante la idea de ser quitado del ministerio; anhela que le sea permitido compartir una pequeña porción del testimonio santo, y considerará los domingos mudos como días de destierro y castigo. C. H. S.
 
La misma elocuencia se vuelve muda si la conciencia es mala. Los pájaros del cielo vienen y arrebatan la palabra de tu boca, como se llevaron la simiente de la palabra que había caído sobre la roca y no había de dar fruto. AMBROSIO
 
Algunos sabemos cuán penosa es la prueba de la indulgencia en los hábitos y conducta mundana cuando una falta de libertad del espíritu nos ha impedido levantarnos y dar firme testimonio en favor de nuestro Dios. Quizá podemos alegar timidez o precaución juiciosa como excusa de nuestro silencio; lo cual, no obstante, en muchos casos, ha de ser considerado como un autoengaño para cubrir la causa real de la restricción, la falta de captación de la misericordia de Dios al alma. C. Bridges
 
Versículo 44. Guardaré tu ley siempre, para siempre y eternamente.

El lenguaje de este versículo es muy enfático. La obediencia perfecta constituirá una gran proporción de la felicidad celestial para toda la eternidad; y cuanto más cerca lleguemos a ella en la tierra, más gozamos de antemano la felicidad del cielo. Nota en la Biblia Comprensiva de Bagster
 
Versículo 45. Y andaré en libertad, porque busqué tus mandamientos.

Siempre que Dios perdona el pecado, lo subyuga (Miqueas 7:19). El poder condenador del pecado es quitado cuando se quita su poder para mandar. Si un malhechor está en la cárcel, ¿cómo sabrá que su príncipe le ha perdonado? Si un carcelero llega y le quita las cadenas y los grillos y le deja salir de la prisión, entonces sabe que es perdonado; así, ¿cómo sabremos que Dios nos ha perdonado? Si las cadenas y grillos del pecado son quitados, y si andamos en libertad en los caminos de Dios, ésta es una señal bienaventurada de que somos perdonados. T. Watson
 
Hay un estado, hermanos, cuando reconocemos a Dios pero no le amamos en Cristo. Es en este estado que admiramos lo que es excelente, pero no somos capaces de ejecutarlo. Es un estado en que el amor de lo bueno no da ningún resultado, acabando en un mero deseo. Este es un estado de la naturaleza, cuando nos hallamos bajo la ley y no convertidos al amor de Cristo. Y luego hay otro estado: cuando Dios escribe su ley en nuestros corazones con amor en vez de temor. El uno es: «No puedo hacer las cosas que quiero»; y el otro es: «Andaré en libertad porque busqué tus mandamientos.» F. W. Robertson
 
El que va por el camino recto y trillado no hallará zarzas que le arañen los ojos. Proverbio sajón
 
Versículo 46. Hablaré de tus testimonios delante de los reyes.

Los hombres de gran santidad

Versículo 48. Alzaré asimismo mis manos a tus mandamientos.

Pero ahora el mundo está lleno de cristianos mutilados; o bien les falta un oído y no pueden oír la Palabra de Dios, o la lengua, y no pueden hablar de ella: si tienen los dos, les faltan manos y no pueden practicarla. E. Cowper
 
Aben Ezra explica (quizá con razón) que la metáfora en este lugar procede del acto o gesto de aquellos que reciben a uno a quien están contentos u orgullosos de ver. Daniel Cresswell

EXPOSICIÓN DE LOS VERSÍCULOS 49 AL 56
 
Versículo 49. Acuérdate de la palabra dada a tu siervo.

Hay todo un mundo de significado en la palabra recuerda, cuando se dirige a Dios; es usada en la Escritura en el sentido más tierno y conviene al afligido y deprimido. El Salmista exclama: «Señor, recuerda a David, y todas sus aflicciones.» Job también ora para que el Señor designe un tiempo en que le recuerde.

En el presente ejemplo la oración es tan personal como el «Acuérdate» del ladrón, porque su esencia se halla en las palabras «a tu siervo». Sería en vano para nosotros si la promesa fuera recordada para otros pero no lo fuera para nosotros; pero no hay temor, porque el Señor nunca ha olvidado una sola promesa a un solo creyente. C. H. S.
 
Los que hacen de las promesas de Dios su porción, pueden con humilde osadía hacer de ellas su garantía. Dios dio la promesa en la cual esperaba el Salmista, y la esperanza por la cual había abrazado la promesa. M. Henry
 
Versículo 50. Ella es mi consuelo en mi aflicción, porque tu dicho me ha vivificado.

El mundano agarra su bolsa y dice: «Esto es mi consuelo»; el despilfarrador señala su alegría y grita: «Esto es mi bienestar»; el borracho alza la copa y canta: «Esto es mi solaz»; pero el hombre cuya esperanza viene de Dios, siente el poder vivificador de la Palabra del Señor y testifica: «Este es mi consuelo.» Pablo dice: «Yo sé en quién he creído.»

El consuelo es deseable en todo tiempo; pero el consuelo en la aflicción es como una lámpara en lugar oscuro. Algunos no pueden hallar consuelo en ocasiones semejantes; pero no es así con los creyentes, porque su Salvador les ha dicho: «No os dejaré huérfanos, sin consuelo.» Algunos tienen consuelo y no tienen aflicción; otros tienen aflicción y no tienen consuelo; pero los santos tienen consuelo en su aflicción C. H. S.
 
Consuelo. Nechamah, consolación; de donde procede el nombre de Nehemías. La palabra aparece sólo en Job 6:9.
 
Las lágrimas engendran gozo espiritual. Cuando Ana hubo llorado se marchó y no estuvo más triste. La abeja recoge la mejor miel de las hierbas más amargas. Cristo hizo el mejor vino del agua. T. Brooks
 
Tu palabra me ha vivificado. Bendito sea Dios que no sólo ha escrito esta Palabra, sino que la ha sellado en nuestro corazón y la ha hecho efectiva. ¿No puedes tú decir que es de inspiración divina porque has sentido que es operante y viva? ¡Oh la gracia gratuita! ¡Que Dios envíe su Palabra y te cure; que El te cure y no Otros! Que las mismas Escrituras que para ellos son letra muerta, sean para ti un sabor de vida. T. Watson
 
Versículo 51. Los soberbios se burlaron mucho de mí.

Los hombres han de tener ojos extraños para poder ver una farsa en la fe y una comedia en la santidad; con todo, por triste que sea, esto es un hecho, y un hombre sin el menor ingenio puede provocar grandes risas al burlarse de un santo. Los pecadores engreídos juegan con los fieles como si fueran pelotas. No hay que extenderse en las innumerables burlas que les deparan.

Si se burlaban de David, no podemos esperar escapar de la mofa de los impíos. Hay innumerables hombres soberbios sobre la faz de la tierra, y si hallan a un creyente en la aflicción, serán bastante ruines para hacer burlas crueles a expensas suyas. Esta es la naturaleza del hijo de la sierva, el burlarse del hijo de la promesa. C. H. S.

Los santos de Dios se han quejado de esto en todas las edades: David, de sus burladores; los más abyectos se burlaban de él. Job fue desdeñado por los hijos de padres a quienes él no habría puesto con los perros de su ganado (Job. 30:1). José fue apodado soñador; Pablo, charlatán; Cristo mismo, samaritano y, con soma, carpintero…

Mical era estéril, pero tuvo demasiados hijos que despreciaron el hábito y ejercicio de la santidad. No puede haber mayor aliciente para un alma inmunda que burlarse de los servicios religiosos. Los corazones mundanos no pueden ver nada en estas acciones excepto locura y necedad; la piedad tiene mal sabor a su paladar. T. Adams
 
Es algo grande que un soldado se comporte bien bajo el fuego; pero es mayor que un soldado de la cruz resista impertérrito el día de su prueba. Al cristiano no le causa daño que los perros le ladren. W. S. Plumer
 
Mas no me he apartado de tu ley. La alegría profana no nos causará daño si no le prestamos atención, tal como la luna no sufre por el hecho de que le ladren los perros. C. H. S.
 
Versículo 52. Me acuerdo, oh Jehová, de tus juicios de otro tiempo, y me consuelo.

La sonrisa burlona del soberbio no nos molestará cuando recordemos en qué forma trató el Señor a los predecesores del tal en otros tiempos: los destruyó en el diluvio; los confundió en Babel; los ahogó en el Mar Rojo; los exterminó en Canaán; en todas las edades ha desnudado su brazo contra el altivo y los ha quebrantado como vasija de alfarero.

Si bien en nuestros corazones bebemos humildemente las misericordias de Dios en períodos de quietud, no estamos sin consuelo en las épocas de tumulto y mofa, porque entonces recurrimos a la justicia divina, y recordamos cómo se burla El de los escarnecedores: «El que se sienta en el cielo se reirá, el Señor se burlará de ellos.»
 
Recordó que al principio, Adán, debido a la trasgresión de la orden divina, fue echado del paraíso; y que Caín, condenado por la autoridad de la sentencia divina, pagó el precio de su crimen fratricida; que Enoc, arrebatado al cielo debido a su piedad, escapó del veneno de la maldad de la tierra; que Noé, debido a su justicia, fue vencedor del diluvio y un superviviente de la raza humana; que Abraham, a causa de su fe, difundió la semilla de su posteridad por toda la tierra; que Israel, por sobrellevar pacientemente las tribulaciones, consagró un pueblo creyente con el signo de su propio nombre; que el mismo David, a causa de su dulzura, al conferírsele honor regio, fue preferido a sus hermanos mayores. Ambrosio
 
Los que tienen la enfermedad llamada lientería, en que el alimento es devuelto tan pronto como es comido y no permanece en el estómago, no son nutridos por él. Si la Palabra no queda en la memoria, no puede ser de provecho. Algunos pueden recordar mejor una noticia banal que una línea de la Escritura; sus memorias son como las lagunas en que viven las ranas, pero los peces mueren. T. Watson
 
Versículo 53. El furor se apoderó de mí a causa de los inicuos que dejan tu ley.

Las verdades que eran diversión para ellos le causaban asombro a él. Estaba atónito ante su maldad, asombrado por su presunción, alarmado por la expectativa de su súbito derrocamiento, aterrorizado por su condenación cierta.
 
Los más firmes en la creencia del castigo eterno de los impíos son los más apenados en su condenación. No es prueba de ternura el cerrar los ojos a la terrible condenación de los impíos. La compasión se muestra mucho más tratando de salvar a los pecadores que procurando hacerles las cosas agradables.

¡Oh, si estuviéramos más afligidos al pensar en la porción de los impíos en el lago de fuego! El plan popular es cerrar los ojos y olvidarlo, o hacer ver que dudamos de ello; pero éste no es el modo de proceder del siervo de Dios fiel. C. H. S.
 
He conseguido ideas claras de la eternidad; he visto la bienaventuranza de los fieles, hasta cierto punto; y he anhelado compartir su estado dichoso, así como he tenido la satisfacción consoladora de saber que por la gracia lo compartiré.
 
Pero, ¡oh, qué angustia se apodera de mi mente al pensar en la eternidad para los que están sin Cristo, para los que están equivocados, y que van con sus esperanzas falsas a la tumba! La idea es tan espantosa que no la puedo resistir: mis pensamientos retroceden; y digo (siempre más afectado por ello): «¿Quién puede permanecer en un fuego eterno?» D. Brainerd
 
¡Oh, quién puede expresar el estado de un alma en circunstancias semejantes! Todo lo que es posible decir sobre ello da sólo una representación muy débil de la realidad; es inexpresable e inconcebible; porque ¿quién conoce el poder de la ira de Dios?
 
¡Qué espantoso es el estado de aquellos que están a cada momento en peligro de esta gran ira e infinita desgracia! Pero éste es el triste caso de toda alma en esta congregación que no ha nacido de nuevo, por moral y estricta que sea, por sobria y religiosa. ¡Ojalá que lo consideraras, tanto si eres joven como viejo!
 
Hay motivos para pensar que hay muchos en esta congregación que me están escuchando que en realidad son candidatos a esta desgracia por toda la eternidad. No sabemos quiénes son, o en qué asientos se hallan, o en qué pensamientos se ocupan. Es posible que ahora estén muy tranquilos y escuchen estas cosas sin mucho trastorno, y se halagan pensando que ellos no son tales personas y prometiéndose que ellos escaparán. J. Edwards
 
Si supiéramos que hay una persona, aunque fuera sólo una, en toda la congregación que hubiera de verse sometida a esta desgracia, ¡qué terrible sería el pensarlo! Si supiéramos quién es, ¡qué espantoso sería el contemplarle! ¡Qué lamentos y gemidos debería lanzar el resto de la congregación sobre ella! Pero, ¡ay!, no será una, sino muchas las que es probable que recuerden este mensaje en el infierno! J. Edwards
 
Que dejan tu ley. David se lamentaba, no porque se viera atacado, sino porque la ley de Dios era abandonada; y se apenaba ante la condenación de aquellos que lo hacían, porque estaban perdidos para Dios. Ambrosio
 
Versículo 54. Tus estatutos son cantares para mí en mi habitación de forastero.

Los santos ven el pecado con horror, y ven armonía en la santidad. Los impíos se desentienden de la ley, los justos cantan sobre ella. C. H. S.
 
Cantares:
Estos cantos aquietan,
cual una bendición,
el pulso inquieto,
después de la oración.
 
Y la noche se llenará de música,
y los cuidados que llenan el día
recogerán sus tiendas, cual beduinos,
y en silencio se irán por otro camino.
Henry Wadsworth Longfellow
 
Cantares para mí en mi habitación de forastero. ¿No se alegraría un preso ante la proclamación de su liberación? ¿No se alegrará el pecador redimido de poder salir de su servidumbre? ¿Saldrá de ella indiferente, sin gratitud y sin gozo? Wm. Jay
 
Algunas veces nuestra pena es tan grande que no podemos cantar; entonces oramos; algunas veces nuestra liberación es tan gozosa que prorrumpimos en acción de gracia; entonces cantamos. Wm. Cowper
 
Versículo 55. Me acuerdo por la noche de tu nombre, oh Jehová.

De nuevo esto muestra su fervor en la religión; porque así como en otros puntos nos dice que amaba más la Palabra que el alimento que tenía asignado, aquí dice que renuncia a su reposo nocturno para poder meditar en la Palabra. Pero ahora, hasta tal punto ha decaído el celo en los que profesan ser religiosos, que no están dispuestos a sacrificar ni lo superfluo, y mucho menos el refrigerio necesario por amor a la Palabra de Dios. Wm. Cowper
 
Por la noche. Primero es continuamente, porque ha recordado a Dios de día también. Segundo, sinceramente, porque ha evitado el aplauso de los hombres. Tercero, alegremente, porque el sopor del sueño natural no pudo vencerle.
 
Todo ello muestra que se había entregado intensamente a la Palabra; como sabemos, los hombres del mundo dedican parte de la noche a sus deleites. Y en el hecho de que él sopesaba los testimonios de Dios por la noche, nos muestra que hacía lo mismo en secreto que bajo la luz; por lo que condena a los que cubren sus maldades con la oscuridad. Examinémonos a nosotros mismos para ver si hemos interrumpido nuestro sueño para invocar a Dios o para dar satisfacción a nuestros deseos de placer. R. Greenham
 
El pastor Harms, de Hermansburg, acostumbraba predicar, orar e instruir a los suyos durante nueve horas los domingos. Y cuando su mente estaba totalmente agotada y todo su cuerpo atenazado por el dolor, y le parecía morir por falta de reposo, no podía dormir. Pero solía decir que le gustaba estar echado toda la noche en silencio y en la oscuridad y pensar en Jesús. La noche eliminaba todo lo demás de sus pensamientos y le dejaba el corazón libre para comunicarse con Aquel al cual su alma amaba, y que visitaba y consolaba a su cansado discípulo en las velas de la noche. D. March
 
Y guardo tu ley. Si no recordamos el nombre de Jehová, no es probable que recordemos sus mandamientos; si no pensamos en El en secreto, no le obedeceremos en público. C. H. S.
 
Versículo 56. Esta es la gran bendición que he tenido: que he guardado tus mandamientos.

Los rabinos tenían un dicho análogo. La recompensa de un precepto es un precepto; o sea, un precepto atrae a otro precepto; el significado de lo cual es que el que guarda un precepto, a éste, Dios le concede como recompensa la capacidad de guardar otro precepto aún más difícil. Contrario a esto es otro dicho de los rabinos: que el premio a un pecado es un pecado; o una transgresión atrae otra trasgresión. Simón De Muis
 
EXPOSICIÓN DE LOS VERSÍCULOS 57 AL 64

En esta sección el Salmista parece echar piano de Dios mismo de modo firme; se lo apropia (57), dama por El (58), vuelve a El (59), se solaza en El (61, 62), se asocia con su pueblo (63), y suspira por una experiencia personal de su bondad (64). C. H. S.
 
Versículo 57. Mi porción es Jehová.

Una sentencia interrumpida. Los traductores han añadido inserciones, pero probablemente lo mejor es dejarla tal cual, y entonces aparece como una exclamación: ¡Mi porción, oh Jehová! El poeta se pierde en su asombro cuando ve que el Dios grande y glorioso es suyo. Como los levitas, tomó a Dios como su porción, y dejó las otras cosas a los que las deseaban. C. H. S.
 
La sinceridad de esta exclamación se puede ver, porque habla dirigiéndose a Dios. No dice simplemente: «El es mi porción»; si no que se lo dice a Dios directamente: Tú eres mi porción, oh Jehová. En otros puntos dice: «El Señor es mi porción, dice mi alma» (Lamentaciones 3:24). Allí el que habla no lo dice dirigiéndose a Dios, sino que añade: «dice mi alma»; pero aquí lo dice a Dios mismo, que conoce los secretos del corazón.
 
El hablar así de Dios a Dios, implica nuestra sinceridad, cuando a la cara de Dios confesamos nuestra confianza y decisión; como Pedro: «Señor, Tú sabes todas las cosas; Tú sabes que te amo» (Juan 21:17). T. Manton
 
Mira, si Satanás se te acerca con una manzana, como hizo a Eva, dile que «el Señor es tu porción»; o con un racimo de uvas, como hizo a Noé, dile que «el Señor es tu porción»; o con una muda de vestidos, como a Gehazí, dile que «el Señor es tu porción»; o con un montón de oro, como a Acán, dile que «el Señor es tu porción»; o con una bolsa de dinero, como a Judas, dile que «el Señor es tu porción»; o con una corona, un reino, como hizo a Moisés, dile que «el Señor es tu porción». T. Brooks
 
Si Dios es tuyo, todos sus atributos son tuyos; todas sus criaturas, todas, las obras de la providencia, te harán bien, puesto que las necesitas. El es una porción eterna, plena, satisfactoria. El es un amigo siempre viviente, amante, presente; y sin El eres una criatura desolada en toda condición, y todas las cosas obran contra ti. J. Mason
 
Si hubo un momento en la vida de David en que uno podría sentirse inclinado a envidiarle, no sería en el entusiasmo de la victoria juvenil cuando Goliat estaba postrado a sus pies, o en el triunfo aún mayor en que las doncellas de Israel cantaban sus alabanzas danzando y diciendo: «Saúl mató sus miles, y David sus diez miles»; no sería el día en que se le reconoció como rey de Israel sobre toda tribu y bando, sino en este momento en que, con el corazón amante y confiado, mira a Dios y dice: Tú eres mi porción. B. Bouchier
 
Versículo 58. Ten misericordia de mí según tu Palabra.

Aquí tenemos su «Ten misericordia de mí» elevándose con tanta intensidad en un ruego humilde, como si él fuera todavía uno de los penitentes más atemorizados. La confianza de la fe nos hace atrevidos en la oración, pero nunca nos enseña a vivir sin oración o justifica en nosotros el pensar que somos otra cosa que humildes mendigos a la puerta de la misericordia. C. H. S.
 
Toda consolación ha de ser edificada sobre una promesa de la Escritura, pues de otro modo es presunción, no verdadero consuelo. Las promesas son pabulum fidei, et anima fidei, el alimento de la fe y el alma de la fe. Como la fe es la vida del cristiano, las promesas son la vida de la fe; la fe es muerta si no tiene promesa que la avive. Como las promesas no sirven si no hay fe para aplicarlas, la fe no sirve de nada si no tiene promesa de la que echar mano. Edmund Calamy
 
Versículo 59. He investigado mis caminos, y dirijo mis pies a tus testimonios.

La acción sin pensamiento es locura, y el pensamiento sin acción es holganza; el pensar cuidadosamente y luego obrar prontamente es una acertada combinación. Si podemos poner nuestros pies andando santamente, pronto tendremos nuestros corazones enderezados a un vivir dichoso. C. H. S.
 
La palabra hebrea que se usa aquí por «pensar» significa pensar en los caminos del hombre de modo preciso, juicioso, serio, minucioso. Este santo varón de Dios pensaba exacta y detalladamente en todos sus propósitos y prácticas, en todos sus hechos y dichos, en todas sus palabras y obras, y hallando que muchos de ellos se quedaban cortos de la regla, si, incluso eran contra la regla, volvió sus pasos a los testimonios de Dios; habiendo hallado sus errores, después de una búsqueda diligente y severa, volvió la página y trazó su curso con más conformidad a la regla.
 
¡Oh cristianos!, tenéis que mirar también vuestras necesidades espirituales, lo mismo que vuestros goces espirituales; tenéis que mirar también lo que gastáis y lo que atesoráis; tenéis que mirar también hacia adelante a lo que deberíais ser, como hacia atrás, a lo que sois. No cabe duda de que el cristiano que mira a su pequeña santidad presente, y no pone la vista a su futura necesidad de santidad, nunca será eminente en ella. T. Brooks
 
Los venenos pueden ser transformados en medicina. Que el pensar en los antiguos pecados agite en nosotros un tumulto de ira y aborrecimiento. A veces temblamos por dentro y nos hierve la sangre cuando pensamos en una poción amarga que hemos bebido antes. ¿Por qué no hemos de hacer esto espiritualmente, cuando la misma constitución de nuestros cuerpos lo hace en lo natural, cuando traemos algo asqueroso a nuestra mente? S. Charnock
 
Y dirijo mis pies a tus testimonios. Mencionando este pasaje, Philip Henry observó que el gran cambio que hay que hacer en el corazón y la vida es desde todas las cosas a la Palabra de Dios. La conversión nos hace acudir a la Palabra de Dios como una piedra de toque para examinarnos, nuestro estado, nuestros caminos, nuestro ánimo, doctrinas, adoración, costumbres; como un espejo para vestirnos (Santiago 1). como nuestra regla para andar y trabajar en ella (Gálatas 6:16); agua para lavarnos (Salmo 119:9); fuego para calentarnos (Lucas 24); alimento para nutrirnos (Job 23;12); la espada para defendernos (Efesios 6); un consejero en todas nuestras dudas (Salmo 119:24); un cordial, para confortarnos; nuestra herencia para enriquecernos.
 
Ningún itinerario a la ciudad celestial es más simple o completo que la respuesta que dio un prelado inglés a un burlador que le preguntó cuál era el camino al cielo: «Primero vuelve a la derecha, y sigue adelante sin desviarte» (N. del T.: «Turn to the right», en inglés, significa tanto «Vuelve a la derecha», como «Dirígete a lo recto, conviértete a la justicia.») Neale Y Litledale
 
Versículo 60. Me apresuré y no me retardé.

Cuando alguno es llamado legítimamente al estudio de la teología o a la enseñanza de la misma en la iglesia, no debería vacilar, como Moisés, o hacerse atrás, como Jonás, sino dejarlo todo y obedecer a Dios, que le llama; como dice David: «Me apresuré, y no me retardé» (Mateo 4:20; Lucas 9:6). Solomon Gesner
 
La fe no entra en discusiones con Dios, no pregunta quids, quares ni quomodos, qués, cómos y porqués; no hace preguntas. Asiente con humildad, y dice «Amén» a cada Palabra de Dios. Esta es la fe de la cual se asombró nuestro Salvador al verla en el centurión. R. Clerke
 
Cuidado con las demoras y aplazamientos, el dejarlo para mañana, diciendo que ya habrá tiempo después; que habrá tiempo para cuidarse del cielo cuando se esté saciado del mundo; que ya bastará con que lo haga el último año de mi vida, o el último mes, o la última semana.
 
Cuidado con las dilaciones; el postergar el arrepentimiento ha sido la ruina de miles de almas; evita este hoyo en que han caído tantos; evita esta roca en que han naufragado tantos; di con David: «Me apresuré y no me retardé en guardar tus mandamientos». James Nalton
 
Aquí está la desgracia, que Dios siempre llega en una hora inoportuna para el corazón carnal. Fue el diablo que dijo: «¿Has venido aquí para atormentarnos antes de tiempo?» (Mateo 8:29). Las cosas buenas son un tormento para el corazón carnal; y siempre vienen a destiempo. Sin duda, el mejor de los tiempos es cuando la Palabra es presentada a tu corazón con evidencia, luz y poder, y cuando Dios quiere tratar contigo sobre tu paz eterna. T. Manton
 
Retardé, «Hithmahmah», la palabra que se usa en las dilaciones de Lot en Génesis 19:16. Wm. Kay
 
El retardo en atender a los mensajes del Señor es casi desobediencia y, generalmente, brota de ella, o resulta en ella. «Dios me ha dicho que me apresure» (2 Crónicas 35:21). Procuremos contestar: «Me apresuré, y no me retardé en guardar tus mandamientos. Frances Havergal
 
Evita toda dilación en la ejecución de esta gran obra de creer en Cristo. Hasta que la hemos ejecutado, seguimos bajo el poder del pecado y Satanás y bajo la ira de Dios; y no hay nada más entre el infierno y nosotros que el aliento de nuestra nariz.
 
Para Lot es peligroso detenerse en Sodoma, pues el fuego y azufre están a punto de llover desde el cielo sobre él. El homicida ha de huir a toda prisa a la ciudad de refugio, no sea que el vengador de la sangre le persiga cuando su corazón arde de pasión y le mate. Deberíamos apresurarnos y no retardar el guardar los mandamientos de Dios. W. Marshall
 
Versículo 61. Las redes de los impíos me han envuelto (otra versión: Las bandas de inicuos me han robado).

Antes se burlaron de mí y ahora me han defraudado. Los inicuos se vuelven peores, más y más audaces, de modo que van del ridículo al robo. Gran parte de este atrevimiento viene del hecho de que se han unido en una banda; los hombres se atreven en compañía a hacer lo que no harían solos. Los enemigos de David hicieron todo lo que pudieron: primero, las serpientes silbaban; luego, hincaron el colmillo.

Como las palabras no bastaron, los malos fueron a parar a los golpes. ¡Cuántas veces han saqueado los impíos a los santos en el curso de los siglos, y con qué frecuencia el justo ha soportado con alegría el saqueo de sus bienes! C. H. S.
 
Entonces dijo Cristiano a su compañero: «Ahora recuerdo lo que me dijeron de una cosa que sucedió a un buen hombre por estos alrededores. El nombre del hombre era Poca Fe, pero era un buen hombre, y vivía en la ciudad de Sinceridad.
 
»La cosa sucedió de este modo: al entrar en este paraje, desemboca en la Puerta del Camino ancho una calleja llamada «calle del Hombre muerto», la cual recibe este nombre a causa de los asesinatos que son comunes en ella. Y este Poca Fe, en su peregrinaje, como nosotros ahora, sucedió que entró en ella, se recostó y se quedó dormido.
 
»Ahora bien, sucedió entonces que bajaban por aquella calleja, procedentes de la Puerta del Camino ancho, tres rufianes fornidos, cuyos nombres eran: Cobarde, Desconfiado y Culpable (tres hermanos), y, viendo a Poca Fe, allí donde se hallaba, echaron a correr en dirección a él.
 
»En aquel momento el buen hombre acababa de despertarse e iba a emprender de nuevo su camino. Y ellos le alcanzaron, y con palabras amenazadoras le mandaron que se detuviera. Ante esto, Poca Fe, blanco como un papel, no tenía fuerzas ni para luchar ni para echar a correr. Entonces le dijo Cobarde: «Dame la bolsa»; y él anduvo algo remiso en hacerlo (porque no le gustaba la idea de perder su dinero).

Desconfiado, entonces fue hacia él y le metió la mano en el bolsillo y sacó un saquito de plata. Entonces Poca Fe empezó a gritar: «¡Ladrones! Ladrones!» En éstas, Culpable, con un garrote que llevaba, le dio un gran porrazo a Pequeña Fe en la cabeza, y con el golpe le dejó tendido en el suelo, sangrando, como si hubiera de dejar allí la vida.
 
»Los rufianes no le registraron y por ello no le robaron las joyas, que todavía conservaba; pero, según me dijeron, el buen hombre pasó mucha pena por su pérdida. Porque los ladrones le quitaron casi todo el dinero de que disponía para sus gastos. Lo que no le quitaron (como dije) fueron las joyas, y también le quedó algo de dinero, pero apenas bastante para que le llegara hasta el fin del viaje; es más (a menos que me dijeran una cosa por otra), se vio forzado a mendigar durante el camino para poder sostenerse (porque las joyas no las podía vender). Pero, mendigando y arreglándoselas como pudo (como solemos decir) y apretándose el cinturón, pudo hacer la mayor parte del camino que faltaba.» John Bunyan
 
Mas no me he olvidado de tu ley. Esto estaba bien. Ni el sentimiento de la injusticia, ni la pena por sus pérdidas, ni los intentos de defensa le desviaron de los caminos de Dios. No quería obrar mal para impedir la injusticia ni para vengarla.
 
No podía ser sobornado ni tampoco provocado a cometer pecado. El cordón de los injustos no podía impedir que llegara a Dios, ni que Dios llegara a él; esto era porque Dios era su porción, y nadie podía quitársela ni por la fuerza ni con fraude. La verdadera gracia es la que puede soportar la prueba; algunos apenas muestran su gracia entre un círculo de amigos, pero este hombre la mostraba rodeado de enemigos. C. H. S.
 
Versículo 62. A medianoche me levanto para alabarte por tus justos juicios.

El Salmista adopta la postura apropiada; no está echado en la cama y alaba. No es que cuente mucho la posición del cuerpo, pero cuenta algo, y este algo ha de ser observado siempre que es útil para la devoción y expresivo de nuestra diligencia o humildad. C. H. S.
 
Lo que estorba el sueño de los hombres corrientes es, o bien los cuidados de este mundo, el resentimiento impaciente de las injurias, o el aguijón de una mala conciencia; éstos tenían a los otros en vela, pero David era despertado por el deseo de alabar a Dios. T. Manton
 
Su sinceridad se ve en que lo hacía en secreto. David profesaba su fe en Dios cuando no había testigos; a medianoche, cuando no había oportunidad para ostentaciones. Era una alegría secreta y un deleite en Dios; cuando estaba sólo no podía recibir el aplauso de los hombres, sino sólo la aprobación de Dios, que ve en secreto. Ved la instrucción de Cristo: «Pero tú, cuando ores, entra en tu cámara, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que ve en secreto; y tu Padre que ve en secreto te recompensará en público» (Mateo 6:6).

Nota también la práctica del mismo Jesús: «Levantándose antes que fuera de día, salió y se apartó a un lugar solitario, y allí oraba» (Marcos 1:35). Antes que el día amaneciera iba al desierto a orar; tanto el tiempo como el lugar implicaban secreto.
 
Nótese la gran reverencia usada en la adoración secreta. David no sólo elevaba su ánimo para alabar a Dios, sino que se levantaba de la cama para doblar la rodilla ante El. Los deberes secretos deben ser ejecutados con toda solemnidad. La alabanza, un acto especial de adoración, requiere la adoración de cuerpo y alma. T. Manton
 
Versículo 63. Me asocio con todos los que te temen.

Los dos van juntos: el amor a Dios y el amor a sus santos. El piadoso David, cuando hubo muerto Jonatán, hizo una búsqueda diligente: No había nadie de la posteridad de Jonatán a quien él podía mostrar si bondad por causa de Jonatán. Y al fin hallaron a un desgraciado y cojo, a Mefiboset. Así que, si inquirimos con diligencia: «¿Hay alguno en la tierra a quien pueda mostrar bondad por amor a Cristo que está en el cielo?», hallaremos a alguno que lo aceptará, sea lo que sea, como hecho para el Señor. Wm. Cowper
 
¡Qué bueno sería para el mundo silos potentados de la tierra pensaran, dijeran e hicieran esto: «Me asocio con todos los que te temen»! El amor a uno mismo reina en la mayoría de los hombres; amamos al rico y despreciamos al pobre, y así hacemos acepción de personas con respecto a la fe de Cristo (Santiago 2:1); por tanto, hemos de asociarnos «con todos» los que le temen. T. Manton
 
Evita la compañía de los que evitan a Dios, y frecuenta la compañía de los que le buscan y guardan la compañía de Dios. Considera la sociedad de los carnales y profanos como infecciosa, pero considera a las personas serias y que oran como excelentes en la tierra. Estos servirán para avivarte cuando estés amortecido y calentarte cuando tengas frío. Haz de los más vivificados entre el pueblo de Dios tus íntimos, y mira su amor y semejanza a Cristo como el gran motivo de su amor a ellos, más que el amor o afinidad de ellos a ti. J. Wilson
 
Y guardan tus mandamientos. De David se sabía que estaba en el lado de los piadosos, pertenecía al partido puritano; los hombres de Belial le aborrecían por esto, y sin duda le despreciaban por asociarse con personas tan poco de moda como hombres y mujeres humildes, que son rectas y religiosas. C. H. S.
 
Versículo 64. De tu misericordia, oh Jehová, está llena la tierra.

Es la misericordia que nos saca de la matriz, nos alimenta en los días de nuestro peregrinaje, nos proporciona provisiones espirituales, cierra nuestros ojos en paz y nos traslada a un lugar de descanso seguro. Es la primera petición y el primer artículo del creyente, la contemplación de Enoc, la confianza de Abraham, la esencia de los cantos proféticos, la gloria de todos los apóstoles, la súplica del penitente, los éxtasis de los reconciliados, los hosannas del creyente, el aleluya del ángel.
 
Las ordenanzas, los oráculos o profecías, los altares, los púlpitos, las puertas de la tumba y las del cielo, todos ellos dependen de la misericordia. Es la estrella polar del caminante, el rescate del cautivo, el antídoto del que es tentado, el profeta de los vivientes, el consuelo efectivo del moribundo. No habría un santo regenerado en la tierra ni uno glorificado en el cielo si no fuera por la misericordia. G. S. Bowes

EXPOSICIÓN DE LOS VERSÍCULOS 65 AL 72
 
En esta sección novena todos los versículos empiezan con la letra Tet. Son el testimonio de la experiencia, testifican de la bondad de Dios, la misericordia de sus tratos, lo precioso de su Palabra. El Salmista proclama de modo especial la utilidad excelente de la adversidad y la bondad de Dios al afligirle. El versículo sesenta y cinco es el texto de toda esta octava. C. H. S.
 
Versículo 65. Has tratado bien a tu siervo, oh Jehová, conforme a tu palabra.

Es algo que Dios haya tenido tratos en absoluto con todos estos seres insignificantes que somos nosotros y que no merecemos nada; y mucho más el que nos haya tratado bien, tan bien, tan maravillosamente bien. C. H. S.
 
Aquí hay una diferencia entre la fe y una conciencia que acusa: la conciencia que acusa tiene miedo de pedir más, porque ha abusado de las misericordias anteriores; pero la fe, asegurándonos que todos los beneficios de Dios son muestras de su amor que nos ha concedido conforme a su palabra, se atreve a pedir mucho más. R. Greenham
 
«Sin duda», dijo el Rev. J. Brown, de Haddington, Escocia, «he tenido tribulaciones, como los demás; con todo, Dios ha sido tan bueno conmigo que creo que si me diera a vivir tantos años más como los que he vivido ya en el mundo, no desearía que se cambiara una sola circunstancia de mi suerte, excepto que deseo que hubiera habido en mi vida menos pecado. Puede escribirse en mi ataúd: «Aquí yace uno de los cuidados por la Providencia, que careció pronto de padre y madre, pero que nunca notó su falta».» Anécdotas de Arvine.
 
Versículo 66. Enséñame buen sentido y sabiduría.

El buen sentido es la forma de bondad que los fieles más necesitan y desean, y es algo que el Señor está muy dispuesto a conceder. El dar una mirada a nuestros errores y tener una noción de nuestra ignorancia debería hacernos más aptos para aprender.
 
Sólo el Espíritu Santo puede llenarnos de luz y poner la comprensión en la perspectiva debida; anhelemos ardientemente sus enseñanzas, puesto que es muy deseable que no seamos ya meros niños en conocimiento y entendimiento. C. H. S.
 
Porque he creído tus mandamientos. Ciertamente hay una fe en los mandamientos como la hay en las promesas. Hemos de creer que Dios es su autor y que son la expresión de voluntad legislativa y ordenadora y que estamos obligados a obedecerlos. La fe ha de discernir entre la soberanía y la bondad del Legislador, y creer que sus mandatos son santos, justos y buenos; también nos ha de enseñar que Dios ama a los que guardan su ley y está airado con los que la traspasan, y que El hará que su ley sea reivindicada en el último gran día. T. Manton
 
Versículo 67. Antes que fuera yo humillado, andaba descarriado.

¿Por qué un poco de negligencia causa en nosotros tanta perturbación? ¿No puede haber descanso sin que aparezca herrumbre? ¿No podemos estar saciados sin engordar? ¡Nunca ascendemos por un lado sin descender por el otro! ¡Qué criaturas tan endebles somos que no podemos tolerar un poco de placer! ¡Qué corazones tan mezquinos son los que hacen de la abundancia de la bondad de Dios una ocasión de pecado! C. H. S.
 
No que se apartara de su Dios voluntariamente, con maldad, malicia o desprecio; esto lo niega (Salmo 18:21); sino a causa de la debilidad de la carne, la corrupción que predominó, la fuerza de la tentación, y mayormente, causa de un estado de ánimo descuidado, indiferente, negligente; salió del camino recto y se descarrió antes de haberse dado cuenta. La palabra usada aquí es errar a causa de ignorancia (Levítico 5:13).
 
Esto ocurrió en tiempos de prosperidad, cuando pensó que él no haría como Jesurún, engordar y cocear, olvidarse y tener en poco la Roca de su salvación o caer en la tentación y concupiscencias, errar de la fe, ser afligido por muchos dolores; con todo, podía descuidar los deberes de la religión y ser negligente a ellos, y esto es un caso muy corriente. J. Gill
 
La prosperidad es una prueba más refinada y severa del carácter que la adversidad, puesto que una hora de sol en verano produce más corrupción que todo un largo día de invierno. Eliza Cook
 
Así como los hombres recortan las plumas de las aves cuando empiezan a volar demasiado alto o demasiado lejos, así también Dios disminuye nuestras riquezas, etc., para que no traspasemos nuestros límites y nos gloriemos demasiado en tales dones. Otto Wermuellerus
 
Hay multitudes que son afligidas por Dios con ceguera natural para que puedan obtener visión espiritual; y los que se hallan bajo enfermedades y debilidades del cuerpo de todas clases han sufrido en esta vida terrenal, haciendo acopio, en cambio, de gloria y honor e inmortalidad. W. G. Lewis
 
Por medio de la aflicción Dios aparta el pecado (que Él aborrece) del alma, a la cual ama. J. Mason
 
Versículo 68. Bueno eres tú, y bienhechor.

Toda la gloria que podemos dar a Dios es reflejar su propia gloria sobre El mismo. No podemos decir más bien de Dios de lo que El es y hace. Creemos en su bondad y le honramos con nuestra fe; admiramos su bondad, y le glorificamos por su amor; declararnos esta bondad, y así le engrandecemos con nuestro testimonio.
 
Versículo 69. Contra mí forjaron mentira los soberbios.

Primero se burlaron de él (51), luego le defraudaron (61) y ahora le difaman. Para ultrajar su carácter recurren a la falsedad, porque no pueden hallar nada contra él si dicen la verdad. Forjan mentiras como el herrero forma a golpes un arma de acero, o falsifican la verdad como los hombres falsifican las monedas.
 
La calumnia es un arma vil y manejable si el objeto es la destrucción de una reputación de gracia; y cuando hay muchos soberbios que exageran y esparcen falsedades maliciosamente, consiguen herir a su víctima, y no se abstendrían de matarla si pudieran.
 
¡Oh, qué veneno hay bajo la lengua de un mentiroso! Muchas vidas dichosas han sido amargadas por ella, y muchas de buena reputación han sido envenenadas con esta ponzoña mortal. Es doloroso en extremo escuchar a hombres sin escrúpulos martilleando en la forja del demonio una nueva calumnia; la única ayuda contra ella es la dulce promesa: «Ningún arma que formen contra ti prosperará, y la lengua que se levanta contra ti en juicio será condenada.» C. H. S.
 
Vatablus traduce: «concinnarunt mendacia». Lo mismo Tremellius: «Han adornado sus mentiras.» Así como Satanás puede transformarse en un ángel de luz, igual ellos pueden adornar sus mentiras bajo cubierta de verdad, para hacerlas más plausibles a los hombres. Y realmente no es una tentación pequeña el creerlas cuando las mentiras contra los piadosos son adornadas con sombras de verdad, y los malvados cubren sus tratos Injustos con apariencias de justicia.
 
Así, no sólo son injustamente perseguidos los piadosos, sino que los simples creen que lo tienen merecido. En este caso, el piadoso ha de sostenerse por el testimonio de una buena conciencia. W. Cowper
 
La metáfora puede proceder del griego para «coser» o «remendar»; o bien, partir de «manchar, pintarrajear» (Delitzsch, Molí, etc.) una pared, de modo que no se vea la sustancia real. El Salmista permanece fiel a Dios a pesar de las falsedades que los soberbios untan o salpican para esconder su verdadera fidelidad. The Speaker’s Commentary
 
Pero ahora guardo su palabra. Si tratamos de responder a las mentiras con nuestras palabras, vamos a perder la batalla; pero una vida santa es una refutación incontestable a todas las calumnias. El despecho es repulsado si perseveramos en la santidad a pesar de toda oposición. C. H. S.
 
Versículo 70. Se engrosó el corazón de ellos como sebo.

Un corazón con grasa es algo horrible; esta gordura hace al hombre fatuo; una degeneración grasa del corazón lleva a la debilidad y a la muerte. La gordura a estos hombres les quita la vida. Dryden escribió:
 
¡Oh almas en las que no hay fuego celestial, mentes engordadas, arrastrándose en un cenagal!C. H. S.
 
La palabra tagash no ocurre en ningún otro lugar en las Escrituras, pero como el caldeo tugesh significa engordar; también, hacer volver estúpido, soso, cosa que a veces son los gordos.
 
Por esta razón se describe al orgulloso, que es mencionado en el versículo anterior, como teniendo fija su resolución en el mal; porque es casi insensible; como vemos en los cerdos, que silos pinchamos, sólo hay grasa y apenas lo sienten y cuesta llegar a la carne. Así el soberbio, cuya prosperidad es comparada en otros puntos a gordura, tiene un corazón insensible a la reprobación severa de la Palabra divina. M. Geier
 
Así como un estómago lleno siente disgusto por la carne y no la puede digerir, así también el hombre inicuo aborrece la Palabra; no puede tragaría; no le dará satisfacción para sus concupiscencias. Wm. Fenner
 
¿No está el Salmista presentando un contraste entre los que llevan una vida de indulgencia, vicios, animal, en que el cuerpo y la mente están incapacitados para sus usos apropiados, y los que pueden correr en el camino de los mandamientos del Señor, que se deleitan en hacer su voluntad y meditan en sus preceptos? La pereza, la gordura, la estupidez, frente a la actividad, los músculos firmes, el vigor mental. Cuerpo frente a mente. El hombre en calidad de bruto, frente al hombre que retiene la imagen de Dios. Sir James Risdon-Bennett
 
Pero yo me he regocijado en tu ley. Cuando la ley pasa a ser un deleite, la obediencia es una bendición. La santidad en el corazón hace que el alma coma de la gordura de la tierra. El tener la ley para nuestro deleite producirá en nuestros corazones lo opuesto a los efectos del orgullo: serán curadas la sensualidad, obstinación, insensibilidad, y pasaremos a ser sensibles, espirituales, aptos para aprender. ¡Qué cuidado deberíamos tener en vivir bajo la influencia de la ley divina, para no caer bajo la ley del pecado y la muerte! C. H. S.
 
Versículo 71. Ha sido un bien para mí el haber sido humillado.

Lo peor que nos ocurre a nosotros es mejor para nosotros que lo mejor para el pecador. C. H. S.
 
La enfermedad me enmienda, la pobreza me enriquece, la debilidad me da fuerzas, y con san Bernardo deseo: «Irascan mihi Domine»: «Oh Señor, entra en ira contra mí».
 
¡Qué necios somos, pues, al fruncir el ceño ante nuestras aflicciones! Estas, por acerbas que sean, son nuestros mejores amigos. No las recibimos para nuestro placer, sino para nuestro beneficio; el que lleguen merece que les demos la bienvenida. ¿Qué nos importa lo amarga que sea la poción a beber si nos trae la salud? Abraham Wright
 
Es realmente una experiencia sorprendente el ver a un hombre que sale de la cama de la enfermedad o de otro horno de aflicción, más como un ángel en pureza, más como Cristo en santidad, inocencia y separado de los pecadores; más como Dios mismo, siendo más justos en nuestros caminos y un ejemplo más santo en toda nuestra conducta. Nathanael Vicent
 
Tal como las aguas son más puras cuando están en movimiento, también los santos suelen ser más santos cuando pasan aflicciones. Se sabe que por medio de la mayor aflicción el Señor ha sellado la más dulce instrucción. El oro más puro es el más maleable. La mejor hoja de acero es la que más se dobla, para volver a enderezarse inmediata-mente después. William Secker
 
En la interesante biografía que Miss E. J. Whately escribió sobre la vida de su padre, el cual era arzobispo de Dublín, se cuenta un hecho, narrado por el Dr. Whately, referente a la introducción del alerce en Inglaterra.
 
Cuando llegaron los arbolitos, el hortelano, oyendo que venían del sur de Europa, consideró que debía proporcionarles calor, sin saber que pueden crecer en la zona de las nieves. Los puso en un invernadero. Día tras día vio cómo se iban marchitando, hasta que con disgusto los echó en un estercolero al exterior; allí pronto se avivaron y brotaron y crecieron hasta hacerse árboles. Necesitaban frío.
 
El gran labrador con frecuencia salva sus plantas exponiéndolas al frío. Las heladas de la tribulación y la aflicción son muchas veces necesarias para que crezcan los alerces de Dios. J. W. Bardsley
 
Para que aprendiera tus estatutos. El vaho de la prosperidad no es bueno para el soberbio; pero el aprender la verdad por medio de la adversidad es bueno para el humilde. Se aprende muy poco sin aflicción. Si quieres ser entendido en algo, has de sufrir. Las órdenes de Dios se leen mejor con los ojos humedecidos por las lágrimas. C. H. S.
 
«Nunca habría sabido», dijo Martín Lutero a su esposa, «lo que significaban muchas cosas, en muchos salmos, como las quejas y trabajos del espíritu; nunca habría entendido la práctica de los deberes cristianos si Dios no me hubiera puesto bajo formas diversas de aflicción».
 
Es muy cierto que la vara de Dios es como el puntero del maestro para el niño: le señala la letra para que pueda notarla mejor; así El hace resaltar para nosotros muchas buenas lecciones que de otro modo nunca habríamos aprendido. J. Spencer
 
El cristiano tiene motivos para agradecer a Dios aquellas cosas que no se han ajustado a sus propios deseos. Cuando las lágrimas nublan sus ojos, ha mirado a la Palabra de Dios y ha visto cosas excelentes.
 
Cuando Jonás salió de las profundidades del mar, mostró que había aprendido los estatutos de Dios. No importa cuánto haya que descender para poder obtener el conocimiento que él obtuvo. Nada podía detenerle ahora de ir a Nínive. Fue como si hubiera traído consigo de la profundidad un ejército de doce legiones de soldados aguerridos.

La Palabra de Dios, captada por la fe, era otro tanto para él, y más aun. Sin embargo, Jonás necesitaba todavía más aflicción; porque había algunos estatutos que no había aprendido. Había algunas calabazas que debían secarse. Había que descender a un valle de la humillación, situado un poco más abajo.
 
Incluso la aflicción más profunda no nos lo enseña todo, quizá; y ésta es una equivocación que hacemos con frecuencia. Pero, ¿por qué hemos de obligar a Dios a usar métodos duros con nosotros? ¿Por qué no sentarnos a los pies de Jesús y aprender sosegadamente lo que necesitamos aprender? Geo. Bowen
 
Versículo 72. Mejor me es la ley de tu boca.

Los mismos labios que al hablar nos dieron existencia, han pronunciado la ley por la que hemos de gobernar esta existencia. C. H. S.
 
La Escritura es la biblioteca del Espíritu Santo. La Escritura contiene las credenda, «las cosas que hemos de creer», y las agenda, «las cosas que hemos de practicar». La Escritura es la brújula conforme a la cual ha de ser movido el timón de nuestra voluntad; es el campo en que está escondido Cristo, la Perla de gran precio. La Escritura es a la vez la que produce y cultiva la gracia. ¿Cómo nace el convertido, sino por «la Palabra de verdad?» (Santiago 1:18). ¿Cómo crece, sino por «la sincera leche de la Palabra»? (1! Pedro 2:2). T. Watson
 
Un avaro no puede deleitarse tanto en sus montones, ni un heredero en su herencia, como el santo David en la Palabra de Dios. O. Heywood
 
La Palabra de Dios debe estar más cerca de nosotros que nuestros amigos, hemos de quererla más que a nuestras vidas, nos ha de ser más dulce que nuestra libertad, más placentera que todas las comodidades de la tierra. J. Mason
 
Cuando leía una parte del Salmo ciento diecinueve a Miss Westbrook, que iba a morir, me dijo: «Párese un momento, nunca le he dicho tanto antes de ahora; nunca pude hacerlo, pero ahora puedo: «La palabra de tu boca es más querida para mi que millares de oro y plata.» ¿Qué pueden hacer para mí ahora el oro y la plata?» Geo. Redford

Que millares de oro y plata. Si un pobre dijera esto, los sabios de este mundo dirían que las uvas eran verdes, y que quien no tiene riqueza puede fácilmente despreciarla; pero éste es el veredicto de un hombre que tenía muchas posesiones, que sabía lo que era el valor del dinero y el valor de la verdad. C. H. S.
 
Ved hasta qué punto esta parte del Salmo está saboreada por la bondad. Los tratos de Dios son buenos (65); el juicio santo es bueno (66); las aflicciones, buenas (67); Dios es bueno (68); y aquí la ley no sólo es buena, sino que es mejor que él mejor de los tesoros. Señor, haznos buenos por medio de tu buena Palabra. C. H. S.
 
Los entendidos saben, con referencia a Cranmer y a Ridley, que el primero aprendió el Nuevo Testamento de memoria en su viaje a Roma, el último en Pembroke-hall, en Cambridge. Recuerdan lo que se dice de Tomás de Kempis: que no halló reposo en parte alguna, -«nisi in angulo, cum libello»-, sino en un rincón con este libro en la mano. Y lo que se dice de Beza: que cuando tenía más de ochenta años podía repetir perfectamente de memoria cualquier capftulo en griego de las Epístolas de Pablo.
 
Que los hombres consideren que Lutero habla en hipérboles al decir que no quería vivir en el paraíso sin la Palabra, y que con ella podría vivir bien en el infierno. Estas palabras de Lutero, sin embargo, deben ser entendidas en la perspectiva apropiada. Edmund Calamy


EXPOSICIÓN DE LOS VERSÍCULOS 73 AL 80
 
Su tema parece ser la experiencia personal y su influencia sobre los demás. El profeta se halla en una profunda aflicción, pero espera ser librado y hacer de ello una bendición. C. H. S.
 
Versículo 73-80. La idea que acostumbraban a dar los teólogos medievales del conjunto de esta sección es que es la oración de un hombre restaurado a su estado de inocencia y sabiduría original al ser moldeado según la imagen de Cristo.
 
Y esto concuerda con el significado evidente, que es, en parte, una petición de gracia divina y, en parte, una afirmación de que el ejemplo de la pieda4 y resignación en la tribulación tienen bastante fuerza de atracción para impulsar los corazones de los hombres hacia Dios, una verdad destacada por la Pasión y por las vidas de todos los santos que han intentado seguirla. C. H. S.
 
Versículo 73. Hazme entender, y aprenderé tus mandamientos.

Un hombre que carece de mente es un idiota, una caricatura de hombre; un hombre sin gracia es un impío, la triste tergiversación de una mente. Los necios pueden pecar; pero sólo los que son enseñados por Dios pueden ser santos. C. H. S.
 
Lo cierto es que sólo Dios puede iluminar de modo santo nuestra conciencia; y, por tanto, oremos a él para que lo haga. Todo nuestro estudio, nuestras lecturas, lo que oímos y platicamos, nunca podrá hacerlo; el hacerlo sólo está en el poder de Aquel que nos formó. El que hizo nuestras conciencias, es el único que puede darnos esta luz celestial del verdadero conocimiento y del recto entendimiento; y, por tanto, busquémosle sinceramente para que lo haga. William Fenner
 
Versículo 74. Los que te temen me verán, y se alegrarán, porque en tu palabra he esperado.

Un hombre que espera es un enviado de Dios cuando las cosas están en declive o en peligro. Hay personas que profesan una religión de cuya presencia se desprende tristeza, y los que son piadosos procuran escabullirse de su compañía; no debe ser así con nosotros. C. H. S.
 
Versículo 75. Conozco, oh Jehová, que tus juicios son justos.

El que quiera aprender más es necesario que esté agradecido por lo que ya sabe. C. H. S.
 
¿Qué, David, qué sabes? «Sé que tus juicios son justos, y que conforme a tu fidelidad me afligiste.»
 
Aunque tengo interés en especulaciones de carácter muy distinto, preferiría, con mucho, poseer el conocimiento de este hombre en este texto que estar al corriente de todo el círculo de las ciencias, como las llaman con orgullo. J. MARTÍN
 
Porque en el credo del Salmista no existía lo que llamamos azar. Dios ordenaba todo lo que le sucedía, y él se complacía en pensar así. F. Bourdillon
 
Conforme a tu fidelidad me afligiste. La aflicción y la tribulación no sólo son compatibles con el amor que Dios nos promete en el pacto de gracia, sino que son partes y ramas de la administración del nuevo pacto. Dios no sólo es fiel, a pesar de las aflicciones, sino que es fiel al enviarlas.

Hay una diferencia entre estas dos cosas; la una es como una excepción de la regla, la otra la hace parte de la regla. Dios no puede ser fiel sin hacer todas las cosas que tienden a nuestro bien y bienestar eterno. T. Manton
 
Sí, Señor, atesoro en mi memoria
también las estaciones llenas de tristeza
cuando, al mirar, tu faz veía
severa pero amable, austera y tierna.
No me sobra un suspiro, ni una lágrima,
punzada al corazón, nube en la mente;
el castigo más dulce fue el estricto.
¡Cuán dulce es su recuerdo ahora!
Sí, las cicatrices son hermosas;
pruebas son de tu amor que aún me quedan;
débil sombra de las de tu costado
y tu cabeza, rodeada de espinas.
Y así es tu tierna fuerza que me frena
cuando mi pie tropieza o se desvía,
enderezando mi voluntad díscola
en su camino por la senda estrecha.
J. H. Newman
 
Versículo 76. Sea ahora tu misericordia para consolarme, conforme a lo que has dicho a tu siervo.

En el versículo anterior reconoce que el Señor le había afligido; ahora, en éste, ruega al Señor que le conforte. Esto es extraño, que una persona busque consuelo de la misma mano que le hiere; es la obra de la fe; la naturaleza nunca nos enseñará a hacerlo. «Ven, y volvámonos al Señor; porque El nos ha herido y El nos sanará.» W. Cowper
 
Versículo 77. Vengan a mí tus tiernas misericordias, para que viva.

Nótese de nuevo la feliz combinación de las palabras. ¿Hubo alguna vez algo más dulce que esto, «tiernas misericordias»? El que ha sido afligido penosamente y, con todo, socorrido tiernamente, es el único que conoce el significado de este lenguaje escogido. C. H. S.
 
¡Ay!, muchos buscan la primera misericordia, la de remisión; y la misericordia segunda, de consolación en la tribulación, pero les es totalmente indiferente la tercera misericordia, el vivir bien. W. Cowper
 
El pecado es el mayor obstáculo a la misericordia. Nosotros mismos levantamos las brumas y las nubes que nos interceptan la luz del rostro de Dios; edificamos una pared que nos separa de Dios; con todo, la misericordia se abre camino.
 
Uno que ha leído sobre la miel, o ha oído sobre ella, puede conocer la dulzura de la misma en su imaginación, pero el hombre que ha saboreado la miel conoce su dulzura de veras; así, al leer y oír de la gracia y misericordia de Dios en Cristo, podemos barruntar que es algo dulce, pero el que ha tenido una prueba experimental de los efectos y frutos dulces de ella en su propio corazón, se da cuenta de que todo lo que se dice del perdón y consuelo de los pecadores por Dios se verifica en él mismo. T. Manton
 
Porque tu ley es mi delicia. ¡Oh bienaventurada fe! No es un creyente mediocre el que se regocija en la ley aun cuando los preceptos quebrantados le hagan sufrir. El deleitarse en la Palabra cuando nos reprende es prueba de que estamos beneficiándonos de ella. Sin duda, éste es un ruego que va a prevalecer ante Dios, por amargas que sean nuestras aflicciones; si todavía nos deleitamos en la ley del Señor, El no puede dejarnos morir; va a lanzar una tierna mirada sobre nosotros y consolará nuestros corazones. C. H. S.
 
Un hijo de Dios, aunque no pueda servir al Señor de modo perfecto, con todo, le sirve de buena voluntad; su voluntad está en la ley del Señor; no es un soldado forzado, sino voluntario. Por los latidos y el pulso podemos juzgar si hay vida espiritual en nosotros o no.
 
David afirma que la ley de Dios es su deleite; tiene su corona en que deleitarse; su música en que deleitarse, pero el amor que tenía a la ley de Dios hacia sombra a los otros deleites; como el gozo de la cosecha supera al gozo de rebuscar espigas. T. Watson
 
Versículo 78. Sean avergonzados los soberbios.

Vergüenza para el orgulloso, porque el ser orgulloso es algo de lo que avergonzarse. La vergüenza no es para el santo, porque no hay por qué estar avergonzado de nada santo. C. H. S.
 
Esto sugiere una palabra para los impíos. Vigilad que con vuestro odio implacable a la verdad y a la iglesia de Dios no pongáis en marcha sus oraciones contra vosotros.
 
Estas oraciones imprecatorias de los santos, cuando están dirigidas al blanco, y debidamente enviadas, son de efectos devastadores. «¿No hará justicia Dios a sus escogidos, que claman a él de día y de noche, aunque tenga paciencia» con ellos? Os digo que pronto les hará justicia» (Lucas 18:7, 8). Estas no son palabras vacías, como las imprecaciones que profieren los impíos en el aire y desaparecen con su aliento, sino que son recibidas en el cielo, y devueltas con truenos y relámpagos sobre la cabeza de los impíos.
 
La oración de David dio al traste con las intrigas de Ahitofel, y echó a perder sus planes. Las oraciones de los santos son más de temer como dijo y sentía cierta reina- que los ejércitos de veinte mil hombres en el campo de batalla. La oración de Ester aceleró la ruina de Amán, y la de Ezequías contra Senaquerib llevó a su inmensa hueste al matadero e hizo descender un ángel del cielo para las ejecuciones aquella noche. W. Gurnall
 
Meditaré en tus mandamientos. El verbo asiach, en la segunda cláusula del versículo, puede ser traducido «hablaré de», o bien «meditaré sobre»; implica que, una vez obtenida la victoria, iba a proclamar la bondad de Dios que había experimentado. El hablar de los estatutos de Dios es equivalente a declarar, a partir de la ley, cuán fielmente guarda El a sus santos, y de qué modo tan seguro los libra, y cuán justamente venga las injusticias que se les hacen. J. Calvino
 
Versículo 79. Vuélvanse a mí todos los que te temen y conocen tus testimonios.

David tenía dos frases descriptivas para los santos: los que temen a Dios, y los que conocen a Dios. Las dos poseen devoción e instrucción; tienen el espíritu y la ciencia de la verdadera religión. No nos importan los tontos devotos ni los intelectuales glaciales. C. H. S.
 
El temor y el conocimiento hacen al hombre piadoso. El conocimiento sin el temor engendra presunción; el temor sin el conocimiento engendra superstición; y el celo ciego, como un caballo ciego, tiene mucho vigor, pero tropieza por todas partes. El conocimiento debe dirigir al temor, y el temor debe sazonar al conocimiento; entonces hay una mezcla apropiada en la composición. T. Manton
 
Versículo 80. Sea mi corazón íntegro.
 
Fiel Salvador, Tú sabes nuestra historia;
el corazón que a tus pies ponemos
es débil, pecaminoso e insincero.
Mas, por tu gloria, sánalo,
y límpialo de pecado y engaño.
Te quiere a medias. Y nos damos cuenta
que sólo es fiel el íntegro;
sólo la ofrendo entera basta.
Ponlo, pues, entero ante el altar;
sea, pues, íntegro para poder ser fiel.
¿Sólo te quiere a medias? Señor,
¿podemos negarte algo, cuanto Tú lo das todo,
lluvias de bendiciones
y promesas de oro;
y todo sin reservas y sin reclamar nada?
Francis Ridley Havergal
 
Avergonzado. Dijo Pitágoras: «Ten respeto de ti mismo; no te avergüences de ti mismo.» Dios tiene un espía delegado dentro de nosotros y toma nota de nuestra conformidad o falta de ella a su voluntad, y, después de cometido el pecado, fustiga el alma con el sentimiento de su propia culpa y locura, como el cuerpo es azotado con el látigo. Manton
 
EXPOSICIÓN DE LOS VERSÍCULOS 81 AL 88
 
Esta porción del gigantesco Salmo ve al Salmista in extremis. Sus enemigos le han puesto en su condición más profunda de angustia y depresión; con todo, él es fiel a la ley y confía en su Dios. Esta octava es la medianoche del Salmo y es muy tenebrosa. Brillan, sin embargo, las estrellas y, en el último versículo, la promesa del alba. C. H. S.
 
Versículo 81. Desfallece mi alma por tu salvación, y espero en tu palabra.

Cree cuando te halles bajo la nube y espera en El, cuando no haya luz ni de la luna ni de las estrellas. Que la fe viva y respire y eche mano de la salvación cierta de Dios cuando las nubes y la oscuridad te rodean y parece que te estás pudriendo en una cárcel sin salida.
 
¡Oh recia palabra de la fe: «Aunque me matare, en él esperaré»! ¡Oh dulce epitafio escrito sobre la losa de la tumba de un creyente que partió, que dice: «Muero esperando, y mi polvo y cenizas creen en la vida»! Retén firmemente a Cristo en la oscuridad; sin duda, verás la salvación de Dios. Samuel Rutherford
 
Versículo 82. Desfallecen mis ojos por tu palabra, mientras digo: ¿Cuándo me consolarás?

El leer esta palabra hasta que los ojos ya no ven es sólo algo pequeño comparado con el velar esperando el cumplimiento de la promesa hasta que los ojos interiores de la expectativa empiezan a nublarse por la demora. No podemos marcar fechas a Dios, porque esto seria poner límites al santo de Israel; con todo, podemos instar e insistir en nuestro ruego con importunidad y hacer una pesquisa ferviente sobre por qué se demora la promesa. C. H. S.
 
Versículo 83. No he olvidado tus estatutos.

La gracia es un poder viviente que sobrevive a lo que podría asfixiar a todas las otras formas de existencia. El fuego no puede consumirlo, ni el humo sofocarlo. Un hombre puede ser reducido a la piel y los huesos, y todo su consuelo secarse dentro de él, y, con todo, puede mantenerse aferrado a su integridad y glorificar a su Dios. C. H. S.
 
Versículo 85. Y no proceden según tu ley.

No podrían proceder según la ley de Dios cuando están haciendo estas cosas. Quizá se refiere al hecho más que a los hombres. «Los soberbios me han cavado fosas, y no proceden según tu ley», lo cual es contra tu ley; y parece que lo hacen porque es contra tu ley, deleitándose en la maldad de lo que hacen. Estos hombres parecen embeber el espíritu malvado que Milton adscribe al arcángel caído. «Mal, sé tú mi bien.» J. Stephen
 
Los malvados me han contado fábulas, pero no según tu ley (versión de la Septuaginta). La razón especial por la que desea ser librado de la compañía de los malvados es que siempre están tentando a los píos describiéndoles los placeres del mundo, lo cual no son más que fábulas, placeres pasajeros y sucios, más falaces que reales, nada como los placeres sólidos y nobles que siempre fluyen de la observancia de la ley del Señor. R. Bellarmine
 
Versículo 87. Por poco me extirpan de la tierra.

Sus enemigos casi le habían destruido para poderle hacer fallar del todo. Si pudieran habérselo tragado, o quemado vivo; cualquier cosa, con tal de poner fin a un buen hombre. Los leones están encadenados; pueden rugir, pero sólo pueden hacer lo que Dios les permite.
 
Si estamos resueltos a morir antes que abandonar al Señor, podemos estar seguros de que no moriremos, sino que viviremos hasta ver el derrocamiento de aquellos que nos aborrecen. C. H. S.

EXPOSICIÓN DE LOS VERSÍCULOS 89 AL 96
 
Versículo 89. Para siempre, oh Jehová, permanece tu palabra en los cielos.

La palabra de Jehová no es voluble ni incierta; está establecida, determinada, es fija e inmutable. Las enseñanzas del hombre cambian con tal frecuencia que nunca se puede decir que estén establecidas; pero la Palabra del Señor es desde antiguo la misma y permanecerá sin cambio eternamente. Algunos no son nunca más felices que cuando lo pueden trastornar y cambiar todo; pero la mente de Dios no está con ellos. C. H. S.
 
Hemos llegado al centro del Salmo, y el hilo de la conexión es interrumpido a propósito. Implica que, como Dios es eterno, también lo es su Palabra, y que tiene una representación apropiada tanto en el cielo como en la tierra. Que como su Palabra está firme en el cielo, así es su fidelidad en la tierra, donde las aflicciones de los fieles parecen contradecirlo. T. Manton
 
Aun cuando la paciencia le falló a Job, su fe no le falló. Aunque Dios mate todas las demás gracias y c9n suelos, y mi alma también, con todo, El no matará mi fe, dice. Si El separa mi alma del cuerpo, no separa la fe de mi alma. Y, por tanto, el justo vive por fe más bien que por las otras gracias, porque cuando todo ha desaparecido permanece la fe, y la fe permanece porque permanece la promesa: Para siempre, oh Señor, tu palabra está establecida en los cielos. M. Lawrence
 
Versículo 90. Como tú has fijado la tierra, y está firme.

Cuando vemos al mundo manteniendo su lugar y todas sus leyes permaneciendo iguales, tenemos en ello la seguridad de que el Señor será fiel a su pacto y no permitirá que la fe de su pueblo sea puesta en oprobio. Si la tierra permanece, la creación espiritual permanecerá; si la Palabra de Dios basta para establecer el mundo, sin duda es suficiente para el establecimiento del creyente individual. C. H. S.
 
Versículo 91. Por tu ordenación subsisten todas las cosas hasta hoy.

El hombre puede destruir una planta, pero no tiene poder para forzarla a desobedecer las leyes dadas por el Creador común. Uno puede impedir el paso al crecimiento de una rama, pero ésta se aparta


Charles Haddon Spurgeon(19 de junio de 1834 – 31 de enero de 1892) fue un pastor bautista inglés. Aún es conocido por la gente como el Príncipe de los Predicadores.

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