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Por: John MacArthur

La adoración de ángeles es idolatría. “Nadie os prive de vuestro premio, afectando humildad y culto a los ángeles” (Col. 2:18). Cuando, abrumado por el asombro y el temor, Juan cayó a los pies del ángel que le hablaba, éste le dijo: “Mira, no lo hagas; yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos que retienen el testimonio de Jesús. Adora a Dios” (Ap. 19:10). Los ángeles son seres creados y, ya sean ángeles santos o caídos, no deben ser venerados o adorados.

La adoración de demonios es idolatría y está estrechamente asociada con la adoración de imágenes, detrás de las cuales están a menudo los demonios. En los cultos satánicos los demonios son adorados directamente. Al hablar acerca de la tribulación, Juan predice: “Y los otros hombres que no fueron muertos con estas plagas, ni aun así se arrepintieron de las obras de sus manos, ni dejaron de adorar a los demonios, y a las imágenes de oro, de plata, de bronce, de piedra y de madera” (Ap. 9:20).

La adoración de muertos es idolatría. Al referirse a la idolatría que Israel aprendió de Moab, el salmista escribió: “Se unieron asimismo a Baal-peor, y comieron los sacrificios de los muertos. Provocando la ira de Dios con sus obras, y se desarrolló la mortandad entre ellos” (Sal. 106:28-29). No adoramos a los seres humanos, ya sean que estén vivos o muertos, sean santos o no. Ni aun los grandes héroes de la como Abraham, Moisés, David, los profetas, María o los apóstoles- son adorados. Eso es idolatría.

Si en nuestro corazón damos suprema lealtad a cualquier otra cosa que no sea Dios, eso es idolatría. Cada persona es tentada con ambiciones, deseos, posesiones, reconocimiento y una serie de cosas semejantes que fácilmente se convierten en ídolos. “Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (Mt. 6:21). El más grande tesoro del corazón, o el ídolo del corazón, es el yo.

La codicia es idolatría. Los que son codiciosos o avariciosos adoran en la capilla del materialismo, uno de los ídolos más populares y poderosos de nuestro tiempo. Pero Pablo dice: “Porque sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios” (Ef. 5:5; cp. Col. 3:5).

El deseo desordenado o lujuria es idolatría. Pablo habla de “enemigos de la cruz de Cristo; el fin de los cuales será perdición, cuyo dios es el vientre, y cuya gloria es su vergüenza; que sólo piensan en lo terrenal” (Fil. 3:18-19). La persona cuya mente, deseos, anhelos y apetitos están centrados en las cosas terrenales es un idólatra.

Fragmentos de Comentario MacArthur del Nuevo Testamento: Primera Corintios


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Un comentario en «6 formas comunes de idolatría – John MacArthur»
  1. Gracias a Dios por integrarme a este maravilloso grupo y quiero pedir de favor que me ayuden.Tengo una gran guerra de rebeldía con mis cuatro. Ayudenme

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