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Por: John Piper.

Este artículo forma parte de la serie: «El nuevo nacimiento»

Podemos decir, antes que nada, que la regeneración es la causa de la fe. Eso queda claro en 1 Juan 5:1: “Todo aquel que cree [es decir, que tiene fe] que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios…”. Haber nacido de Dios da como resultado que creamos. Nuestro creer es la prueba inmediata de que Él nos engendró.

En segundo lugar, podemos decir que amar a las personas es el fruto de esa fe. Por eso Juan argumenta en el versículo 4: la victoria que vence al mundo, es decir, que vence los obstáculos de amar a los demás, es nuestra fe.

Entonces, en el orden de causa tenemos: 1) nuevo nacimiento, 2) fe en Jesús y 3) guardar los mandamientos de Dios sin sentir que son una carga, o sea, amar a los demás. Dios produce el nuevo nacimiento. El nuevo nacimiento es la creación de vida nueva que ve a Cristo por quién es Él y lo recibe; y ese recibir arranca la raíz de los deseos del mundo y nos deja libres para amar.

Ahora bien, ¿por qué ese orden es tan importante?

Es importante porque nos impedirá confundir la fe salvadora con el amor a las personas. Hay quienes están combinando hoy día la fe en Cristo con el amor a las personas. Dicen que la fe en realidad significa fidelidad, y que la fidelidad incluye el amor a las personas, y por eso, no hay manera de distinguir la fe en Cristo del amor a las personas.


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