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Por: John MacArthur

Adorar al Dios verdadero en la forma errónea es idolatría. Siempre que los hombres establecen formas y rituales no bíblicos y descuidan la adoración del corazón, levantan ídolos que se interponen entre los adoradores y Dios, aun cuando las formas y rituales tengan la intención de ser en su nombre y para su honra y gloria. Cada vez que adoptan prácticas mundanas en los cultos de la iglesia levantan los ídolos que distraen de la verdadera adoración.

Adorar a Dios en la forma equivocada es una adoración inaceptable. Por ejemplo, los israelitas fueron idólatras cuando adoraron el becerro de oro en el desierto a pesar del hecho de que su intención era que la imagen representara al Dios verdadero. Hacer ídolos de cualquier clase estaba estrictamente prohibido en el segundo mandamiento (Éx. 20:4) y, ellos sabían que esa era una práctica pagana incluso antes de que recibieran la ley.

Éxodo 32:7-9 registra la respuesta de Dios cuando los israelitas hicieron el becerro de oro para adorarlo:

Entonces Jehová dijo a Moisés: Anda, desciende, porque mi pueblo que sacaste de la tierra de Egipto se ha corrompido. Pronto se han apartado del camino que yo les mandé; se han hecho un becerro de fundición, y lo han adorado, y le han ofrecido sacrificios, y han dicho: Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto.

Cuando los israelitas crearon el becerro, ellos lo adoraron en el nombre del Dios verdadero, pero lo redujeron a una imagen.

Años más tarde, cono aparece registrado en Deuteronomio 4: 14 -19, Moisés le dijo a la asamblea de los israelitas:

A mí también me mandó Jehová en aquel tiempo que os enseñase los estatutos y juicios, para que los pusieseis por obra en la tierra a la cual pasáis a tomar posesión de ella. Guardad, pues, mucho vuestras almas; pues ninguna figura visteis el día que Jehová habló con vosotros de en medio del fuego; para que no os corrompáis y hagáis para vosotros escultura, imagen de figura alguna, efigie de varón o hembra,  figura de animal alguno que está en la tierra, figura de ave alguna alada que vuele por el aire,  figura de ningún animal que se arrastre sobre la tierra, figura de pez alguno que haya en el agua debajo de la tierra. No sea que alces tus ojos al cielo, y viendo el sol y la luna y las estrellas, y todo el ejército del cielo, seas impulsado, y te inclines a ellos y les sirvas; porque Jehová tu Dios los ha concedido a todos los pueblos debajo de todos los cielos.

En otras palabras, cuando Dios se reveló a sí mismo a los israelitas, no apareció representado en ninguna forma visible. No hubo representación física de Dios, y eso es cierto acerca de Dios a todo lo largo de las Escrituras. ¿Por qué? Porque Dios no quiere que lo reduzcan a una imagen.

La idea de que Dios es un anciano con larga barba blanca sentado en un sillón es completamente contraria a las Escrituras y es inaceptable. La idolatría no comienza con el martillo de un escultor; comienza en la mente. Cuando pensamos en Dios no debemos visualizarlo en absoluto. Ninguna concepción visual de Él puede representar con propiedad su eterna naturaleza y gloria.

Fragmentos de Comentario MacArthur del Nuevo Testamento: Primera Corintios


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