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Por: R. C. Sproul.
Este artículo forma parte de la serie «Qué buena pregunta«
No conozco una pregunta teológica más difícil de responder que ésta. He estudiado teología por muchos años, y aún no puedo sugerir una razón exhaustiva para explicar por qué Dios me salvaría a mí o a cualquier otra persona.
Algunas personas responden a esta pregunta de manera muy simple. Dicen que Dios nos salvó porque pusimos nuestra fe y confianza en Cristo al responder a la invitación del evangelio. Superficialmente, es una respuesta legítima porque somos justificados a través de la fe y se nos llama a responder de ese modo.
Pero la pregunta más profunda es ¿por qué usted respondió al evangelio cuando lo oyó, mientras que otro, que también lo oyó (aun durante la misma presentación, en el mismo instante), no respondió a él? ¿Qué cosa había en usted para moverlo a responder positivamente mientras otros son movidos a rechazarlo? Pregunto eso con respecto a mi propia vida. Podría decir que la razón por la cual respondí es que yo era más piadoso que los otros. Dios no permita que yo diga eso en el Día del Juicio. Podría pensar que soy más inteligente que otro, pero no querría decir eso tampoco. Alguien podría decir que yo reconocí mi necesidad más de lo que otro reconoció la suya, pero aun ese reconocimiento es una mezcla de al menos un grado de inteligencia y un grado de humildad, la mayor parte de lo cual tiene, en última instancia, sus raíces en la gracia de Dios. Debo decir, como el anciano aquél, que yo sólo vivo por la gracia de Dios. No puedo dar más razón que la gracia de Dios con respecto a por qué soy salvo.
La Biblia dice muchas cosas en cuanto a por qué Dios toma la iniciativa de nuestra salvación: él ama al mundo; tiene una actitud benevolente hacia sus criaturas caídas. Sabemos eso. Pero cuando vamos a lo específico, la Biblia habla de la soberana obra redentora de Dios y usa los términos predestinación y elección. Son palabras bíblicas. ¿Qué hay detrás de la gracia de Dios que predestina, o de
su elección? Algunos dicen que Dios prevé las elecciones de las personas. Creo que eso desvirtúa el centro mismo de la enseñanza bíblica.
Cuando la Escritura dice que Dios elige a las personas, se refiere a elegirlas en Cristo; nuestra salvación está enraizada y fundada en Jesús. Eso me hace pensar en lo siguiente: usted y yo somos salvos no solamente por el interés de Dios en cuanto a nosotros, sino principal y finalmente por la determinación de Dios de honrar a su obediente Hijo. Somos los dones de amor que el Padre le da al Hijo, de modo que el Hijo, que vivió una vida de perfecta obediencia y murió en la cruz, verá la angustia de su alma y será satisfecho. Esa es la principal razón por la cual creo que Dios nos ha salvado: para honrar a Jesús.
Tomado de ¡Qué buena pregunta! Copyright © 1996 por R.C. Sproul.
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