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Por: John MacArthur

Este artículo forma parte de la serie de devocionales «Fortaleza para hoy»

«Un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor,  una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es  sobre todos, y por todos, y en todos». EFESIOS 4:4-6

Todos los cristianos somos parte del mismo Cuerpo, con el mismo Espíritu, que es nuestro compromiso con la vida eterna.

Todo lo que Dios diseñó para la iglesia se basa en la unidad de los creyentes. Pablo lo enfatiza al enumerar siete «unos» en estos versículos. La clave es una: la causa del andar digno.

¿Cuántos cuerpos de Cristo hay? No hay un cuerpo presbiteriano, un cuerpo bautista y uno metodista; ni hay un cuerpo de California, un cuerpo de Utah y uno de Kansas. Solo hay un Cuerpo: la iglesia. «No hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús» (Gálatas 3:28). Sea cual sea su etnia, credo, nacionalidad o idioma, cuando se convierte en cristiano, se vuelve uno con todos los demás creyentes.

El siguiente punto de Pablo es que solo hay un Espíritu, que habita en cada creyente. La Primera Carta a los Corintios 6:19 dice: «¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros?». Nosotros estamos siendo «juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu» (Efesios 2:22). Individualmente somos el templo del Espíritu; colectivamente somos la morada del Espíritu.

«También fuimos llamados en una misma esperanza de vuestra [nuestra] vocación». Tenemos un solo llamado eterno, un solo destino eterno y el Espíritu Santo garantiza nuestra esperanza celestial. «Fuisteis sellados [en Cristo] con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia» (Efesios 1:13-14). Él es nuestro pago inicial, la primera entrega de nuestra herencia eterna.

Efesios 4:4 se enfoca en el ministerio del Espíritu Santo con nosotros: somos colocados en un Cuerpo por el Espíritu, un Espíritu mora en nosotros y nuestra única esperanza está garantizada por el Espíritu Santo.

Sugerencias para la oración: Agradezca a Dios por el ministerio del Espíritu Santo en la iglesia y en su vida.

Para un estudio más profundo: La Primera Carta a los Corintios, capítulo 12, tiene mucho que decir acerca de la unidad de la iglesia. Lea ese capítulo con atención, señalando en particular lo que el Espíritu hace en el Cuerpo y cuál es nuestra responsabilidad como creyentes individuales.


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