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Por: Paul D. Tripp.

Este artículo forma parte de la serie: «Nuevas Misericordias cada mañana» de Paul D. Tripp

Por supuesto que enfrentarás dificultades. Dios está abriendo los dedos de tus manos para que puedas dejar ir tus sueños, descansar en Su consuelo y responder a Su llamado.

Piensa en las palabras de Pedro al comienzo de su carta en el Nuevo Testamento: “Esto les causa gran regocijo, aun cuando les sea necesario soportar por algún tiempo diversas pruebas y aflicciones; pero cuando la fe de ustedes sea puesta a prueba, como el oro, habrá de manifestarse en alabanza, gloria y honra el día que Jesucristo se revele. El oro es perecedero y, sin embargo, se prueba en el fuego; ¡y la fe de ustedes es mucho más preciosa que el oro!” (1 Pedro 1:6-7, RVC).

Al comenzar su carta, Pedro nos da un resumen pasado, presente y futuro del plan redentor de Dios, pero su énfasis es sobre lo que Dios está haciendo aquí, ahora mismo, entre la primera y segunda venida de Jesús. De todos los conceptos que pudo haber usado para describir lo que Dios está haciendo ahora, selecciona estos tres: aflicciones, pruebas y puesta a prueba. Estos tres conceptos son los que esperamos que jamás describan nuestras vidas. Ninguno de nosotros se levanta por la mañana y ora: “Dios, si me amas, hoy me mandarás más sufrimiento”. Más bien, cuando nos encontramos en medio de la dificultad, somos tentados a ver el sufrimiento como una señal de infidelidad o desatención por parte de Dios.

Sin embargo, Pedro no ve los momentos difíciles como obstáculos ante el plan de Dios o como indicaciones de que el plan de Dios ha fracasado. No, para él son parte importante del plan de Dios. En lugar de ser señales de Su falta de atención, son señales de un amor celoso y redentor. En Su gracia, Dios te guía a donde no has pensado ir para producir en ti lo que no podrías haber alcanzado por ti mismo. En estos momentos, Él altera los valores de tu corazón para que abandones tu pequeño reino y te entregues por completo a Su reino glorioso y lleno de gracia.

Dios está trabajando justo ahora, pero no para darnos una vida predecible, cómoda y placentera. Él no está trabajando para transformar nuestras circunstancias, sino que usa las circunstancias difíciles para transformarnos.

Quizá, en los momentos difíciles, cuando estamos tentados a preguntarnos dónde está la gracia de Dios, es precisamente esa gracia lo que estamos recibiendo, pero no en la forma de una almohada suave o una bebida refrescante. Más bien, en esos momentos, somos bendecidos con la gracia de las dificultades que transforman nuestros corazones, porque el Dios que nos ama sabe que esta es exactamente la gracia que necesitamos.

Para profundizar y ser alentado: Santiago 1:2-11


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