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Por: Martyn Lloyd Jones

¡Qué tristemente descuidados somos en el cultivo del alma, qué negligentes de nuestro destino eterno! Nos preocupamos mucho por esta vida. Pero ¿nos preocupamos tanto por el alma y el espíritu, y por nuestro eterno destino? Esto es lo que nos pregunta nuestro Señor. Es lamentable que seamos tan negligentes en cuanto a lo eterno y tan cuidadosos de lo que inevitablemente ha de terminar. Es mejor ser tullido en esta vida, dice nuestro Señor, que perderlo todo en la otra. Pongan el alma y su destino eterno antes de todo.

Quizá signifique que no lo asciendan a uno en el trabajo o que no vaya uno a estar tan bien como otros. Bien, ‘¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?’ Así hay que pensar y calcular. ‘Mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno.’ ‘No temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno’ (Mt. 10:28).

David Martyn Lloyd-Jones (1899-1981): Autor y predicador expositivo galés, nacido en Cardiff, Gales, Reino Unido.


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