Por: John MacArthur
Este artículo forma parte de la serie de devocionales «Fortaleza para hoy»
«Solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz». – EFESIOS 4:3
La clave para la paz en la iglesia es el amor desinteresado.
La gente casi siempre se engaña a sí misma con la paz cuando no hay paz verdadera (Jeremías 8:11). Sin embargo, podemos mostrarle al mundo que Jesús es el verdadero pacificador si tenemos una comunidad de creyentes pacíficos, amorosos y unidos. Los demás se darán cuenta de que Cristo debe ser el enviado por Dios, dado que solo Dios puede hacer una paz verdadera y duradera.
«El vínculo de la paz» es lo que mantiene cohesionada nuestra unidad. La palabra griega traducida como «vínculo» se refiere a un cinturón. Representa el cuerpo de Cristo envuelto en el cinturón de la paz, una paz que nace del amor. El vínculo de la paz que tenemos es vital para nuestro testimonio.
Como cristianos, «tenemos paz para con Dios» (Romanos 5:1) y «el ministerio de la reconciliación» (2 Corintios 5:18); tenemos el privilegio de decirles a otros
cómo pueden tener paz con Dios. Si no tenemos paz entre nosotros, ¿por qué nos considerarían los incrédulos para encontrar la paz con Dios?
La iglesia de Corinto nos enseña cómo no tener paz. Los miembros tenían una «fiesta de amor», después de la Santa Cena. En apariencia, sin embargo, los que llevaban comida se hartaban y se emborrachaban, dejando a los creyentes más pobres con hambre (1 Corintios 11:17-22). Esos glotones no solo deshonraban al Señor sino que también lastimaban a sus compañeros creyentes, causando resentimiento y conflicto.
Durante sus servicios de adoración, todos querían atención. Pablo lamenta al decir: «Cada uno de vosotros tiene salmo, tiene doctrina, tiene lengua, tiene revelación, tiene interpretación» (1 Corintios 14:26), pero todos querían hablar a la vez. No estaban interesados en edificarse entre ellos, sino en que los escucharan. El resultado fue un lío, ruido y confusión.
La desarmonía de los corintios era evidente en diferentes maneras, pero la causa principal era la misma: el egoísmo.
Entonces, ¿de dónde viene la paz? Del desapego, la característica principal del amor cristiano. Filipenses 2:3 dice: «Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo». Debemos humillarnos y enfocarnos en las necesidades de los demás. Cuando eso suceda, habrá armonía y unidad.
Sugerencias para la oración: Confiese cualquier egoísmo y pídale a Dios que le ayude a crecer en amor desinteresado.
Para un estudio más profundo: ¿Con qué compara Romanos 8:6 la paz? Memorice este versículo en los próximos días.
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