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Por: Thomas Brooks

Dios está al tanto de nuestros pecados más secretos. Su ojo está tan atento a los pecados secretos como a los pecados manifiestos: “Pusiste nuestras maldades delante de ti, nuestros yerros a la luz de tu rostro” (Sal. 90:8). Dios tiene un ojo sobre nuestras maldades más íntimas; Él ve todo lo que se hace en la oscuridad: “¿Se ocultará alguno, dice Jehová, en escondrijos que yo no lo vea? ¿No lleno yo, dice Jehová, el cielo y la tierra?” (Jer. 23:24). “Los ojos de Jehová están en todo lugar, mirando a los malos y a los buenos” (Pr. 15:3). Decir que Dios no ve los pecados más secretos de los hijos de los hombres, no sólo es despectivo para su omnisciencia, sino también para su misericordia; pues ¿cómo puede Dios perdonar los pecados que no ve como pecados? No hay nube, cortina, ni momento de oscuridad que pueda interponerse entre los ojos de Dios y los caminos de los hombres: “Porque los caminos del hombre están ante los ojos de Jehová, y él considera todas sus veredas” (Pr. 5:21). En esta Escritura, Salomón habla, principalmente, de los caminos del adúltero, que suelen tramarse con el más astuto secreto. Sin embargo, Dios ve todos esos caminos. Mira, así como ninguna audacia puede eximir al adúltero de la justicia de Dios, ningún secreto puede ocultarlo del ojo de Dios. Aunque los hombres se esfuercen por ocultar sus caminos de los demás y de sí mismos, en vano se esfuerzan por ocultarlos a Dios. Los hombres que se esfuerzan por ocultar a Dios de sí mismos, nunca podrán ocultarse ellos mismos de Dios. He leído que Pafnucio 1 dirigió a la conversión de la inmundicia a Thais y Ephron, dos famosas cortesanas, con este único argumento: “Dios ve todas las cosas en la oscuridad, cuando las puertas están cerradas, las ventanas cerradas y las cortinas corridas”…

Aquellos pecados que están más cerca y que acechan más secretamente en el corazón, son tan obvios y odiosos para Dios como aquellos que están más claramente escritos en la frente de un hombre. Dios… lo ve todo — los giros y las vueltas más secretas de nuestros corazones—. Nuestros pecados más secretos son vistos por Él, tan claramente, como cualquier cosa puede ser vista por nosotros al mediodía: “Si dijere: Ciertamente las tinieblas me encubrirán; aun la noche resplandecerá alrededor de mí. Aun las tinieblas no encubren de ti, y la noche resplandece como el día; lo mismo te son las tinieblas que la luz” (Sal. 139:11-12). No son las nubes más espesas las que pueden impedir su observación, a cuyos ojos llenan el cielo y la tierra. ¿Qué es la cortina, la noche más oscura, la doble cerradura o la cámara secreta para Aquel que observa, claramente, todas las cosas en una perfecta desnudez? Dios tiene un ojo sobre las intenciones más íntimas del corazón y los movimientos más sutiles del espíritu… Ciertamente, no hay una criatura, ni un pensamiento, ni una cosa que no esté abierta al ojo de Dios que todo lo ve. El Señor conoce nuestros pecados secretos, tan exactamente, como nuestros pecados visibles: “Porque él conoce los secretos del corazón” (Sal. 44:21)…

1 Pafnucio de Tebas, o Pafnucio el Confesor (ca. 251-360 d.C.) – Obispo de una ciudad egipcia, combatió el arrianismo y se cree que fue miembro del Primer Concilio de Nicea en 325 d.C.

Lea la segunda parte de este artículo EN ESTE ENLACE.

*Thomas Brooks, teólogo puritano inglés, nació en 1608 y murió el 27 de septiembre de 1680. Foto de Jon Flobrant en Unsplash


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