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Por: Charles Stanley

«Ninguna autoridad tendrías contra mí, si no te fuese dada de arriba». JUAN 19.11

Piense en los sacrificios que se le piden como si vinieran de la mano de su Salvador —de aquel que dio su vida por usted en la cruz— antes que de otras personas. Después de todo, absolutamente nada puede tocar su vida sin su permiso. Dios ha permitido estas circunstancias para su discipulado. Está enseñándole a confiar en Él.

Jesús dijo esto claramente cuando compareció ante Pilato. Como gobernador romano de Judea, Pilato pensaba que jugaba un papel clave en el destino de Jesús (Juan 19.10). Sin embargo, el Señor proclamó la verdad: Dios le había dado a Pilato la autoridad para que se realizara el plan de salvación. Pilato en realidad no tenía ni voz ni voto en el asunto, sino que él simplemente desempeñó un pequeño papel en el cumplimiento de las promesas de Dios.

De manera similar, puede parecer que otros son los responsables de sus dificultades, pero el Padre ha permitido esta situación para hacer cumplir sus propósitos. Así que confíe en Él, aun cuando los sacrificios parezcan injustos o dolorosos. Jesús dio su vida por usted; haga esto por Él. Se asombrará al ver cómo Dios responde a su favor.

Señor, ayúdame a aceptar esto como si viniera de tu mano y a no amargarme. Quiero obedecerte. Amén.


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