Por: Miguel Núñez
Este artículo forma parte de la serie «95 tesis para la iglesia de hoy» del Pastor Miguel Núñez
Dios nos ha instruido a enseñar la Palabra y a predicar dicha palabra con toda autoridad, pero no de forma autoritaria
Basada en Tito 2:15
El apóstol Pablo dijo a Tito: “Habla, exhorta y reprende con toda autoridad” (Tito 2:15). De manera que tenemos un llamado a ejercer dicha autoridad a través de la Palabra amparados en ella misma. Y recordemos que lo que le da autoridad al predicador es, justamente, su conocimiento de la Palabra, su manejo de la Palabra, el respaldo de Dios a su llamado a la predicación y a la enseñanza, su vida de testimonio, su vida de integridad, así como la humildad delante de Dios y delante de los hombres.
Muchas veces pensamos que el subir la voz y el volumen en el púlpito es lo que confiere autoridad a un predicador. Las audiencias pueden ser impresionadas por el volumen, el carisma y la forma de gesticular de un pastor o maestro, pero la realidad es que el corazón de aquellos que escuchan solamente es transformado por el poder de la Palabra que sale de un hombre que ha sido respaldado por Dios para la predicación, el cual está caminando con Dios. Cuando ese Dios, entonces, se mueve a través de él y, por tanto, a través del Espíritu de Dios que usa la Palabra, aplica la predicación de dicho maestro al corazón, a la mente, de aquellos que están escuchándole. Y entonces podemos ver transformación. No confundamos autoritarismo con autoridad, el autoritarismo es del hombre, la autoridad espiritual viene de Dios. ¡Reconócelo!
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Está interesante los temas del pastor Miguel Nuñez. Dios bendiga