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Por: Paul Washer
Este artículo forma parte de la serie: «Los medios esenciales de la gracia»
Con la mayor diligencia debemos alimentarnos de la Palabra para nutrirnos espiritualmente conforme nos alimentamos de alimentos físicos para nuestra nutrición diaria. La Biblia es un libro inspirado, pero no es un libro mágico. Sus palabras y sus verdades simplemente no saldrán volando de las páginas hacia el corazón y la mente de quien la posee. Para sacar provecho de las Escrituras debemos estudiarlas y hacerlo con diligencia. El apóstol Pablo le escribió a Timoteo: «Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que maneja con precisión la palabra de verdad» (2Ti 2:15). Y de nuevo le dice: «Entre tanto que llego, ocúpate en la lectura de las Escrituras, la exhortación y la enseñanza… Reflexiona sobre estas cosas; dedícate a ellas, para que tu aprovechamiento sea evidente a todos» (1Ti 4:13, 15).
Tomado del libro «Los medios esenciales de la gracia«, de Paul Washer.