Por: Juan Calvino.
Este artículo forma parte de la serie: 365 días con Juan Calvino.
Respóndeme cuando clamo, oh Dios de mi justicia. Cuando estaba en angustia, tú me hiciste ensanchar; ten misericordia de mi, y oye mi oración. Salmo 4:1
LECTURA ADICIONAL RECOMENDADA: Mateo 1:18-25
David sufría una angustia suprema y, de hecho, estaba prácticamente consumido por la larga serie de calamidades a la que había estado expuesto. Pero, a pesar de eso, no se ahogó en su pena, ni su corazón llegó a tal quebrantamiento que no pudiera acudir a Dios su libertador.
En su oración, David atestigua que, aun cuando esté privado de todo socorro terrenal, sigue contando con Dios. Además de eso, se dirige a su Creador como el Dios de [su] justicia, lo que equivale a llamarlo el reivindicador de su derecho. David apela a Dios de esta forma porque todo el mundo le está condenando. Su inocencia ha quedado mancillada por los rumores calumniosos difundidos por sus enemigos y los juicios perversos del pueblo llano.
Debemos advertir con atención la reacción de David a este tratamiento cruel e injusto. Porque, si bien no hay nada más doloroso para nosotros que soportar una falsa condena y la violencia inmerecida y la calumnia por hacer el bien, ese es un tipo de aflicción cotidiana para los santos. Cuando soportemos esas adversidades, debemos aprender a apartarnos de las atracciones del mundo y a depender de Dios por entero.
La justicia debe entenderse aquí como una buena causa. David pone a Dios por testigo de su propia justicia al lamentarse de la conducta maliciosa e injusta de los hombres contra él. Por medio de su ejemplo, nos enseña que no debemos desesperar si el mundo no reconoce nuestra justicia, puesto que Dios reivindicará nuestra causa desde el Cielo. Hasta los paganos saben que no existe mejor escenario para la virtud que la conciencia de una persona. Sin embargo, nuestro mayor consuelo es saber que, cuando los demás se jactan de su superioridad sobre nosotros, somos justos ante Dios y los ángeles.
MEDITACIÓN: ¡Cómo consuela saber que Dios nos ve con buenos ojos! Este conocimiento mitiga el dolor que producen las falsas a acusaciones y una reputación mancillada. Recordemos e imitemos la reacción de David la próxima vez que suframos por hacer lo correcto.
*Juan Calvino (1509-1564) fue un reformador francés, pastor y teólogo, considerado entre los más grandes reformadores protestantes, lea más de su biografía en este enlace.
Tomado de «365 días con Juan Calvino«, lecturas seleccionadas y editadas por Joel Beeke, puedes adquirirlo en este enlace.