Por: A. W. Tozer
Este artículo forma parte de la serie «Encuentros con el Dios Todopoderoso»
Tuyos son, SEÑOR, la grandeza y el poder, la gloria, la victoria y la majestad. Tuyo es todo cuanto hay en el cielo y en la tierra. Tuyo también es el reino, y tú estás por encima de todo. 1 CRÓNICAS 29:11
El cristianismo actual está centrado en el hombre, no en Dios. A Dios se le hace esperar con paciencia, incluso con respeto, según los caprichos de los hombres. Hoy en día, la imagen popular de Dios es la de un Padre distraído, luchando con el corazón quebrantado y desesperado por lograr que la gente acepte a un Salvador del que no sienten necesidad y en quien tienen muy poco interés.
A fin de persuadir a estas almas autosuficientes de que respondan a sus generosas ofertas, Dios hará casi cualquier cosa, incluso usando métodos de ventas y hablándoles de la manera más amistosa imaginable. Esta visión de las cosas es, por supuesto, una especie de romanticismo religioso que, si bien utiliza a menudo términos halagadores y en ocasiones embarazosos en alabanza a Dios, con todo y eso logra hacer del hombre la estrella del espectáculo.
Señor, llévame de rodillas en adoración. Entonces, déjame quedarme contigo, nuestro gran y majestuoso Dios que merece nuestra adoración. Amén.
Foto de Luke Porter en Unsplash
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