Por: A. W. Pink
Consideremos ahora el poder de Dios en la creación. “Tuyos son los cielos, tuya también la tierra; el mundo y su plenitud, tú lo fundaste. El norte y el sur, tú los creaste” (Sal. 89:11-12). Antes de que
el hombre pueda trabajar, debe tener herramientas y materiales, pero Dios comenzó de la nada y, sólo por su palabra, de la nada hizo todas las cosas. El intelecto no puede comprenderlo. Dios “dijo, y fue hecho; Él mandó, y existió” (Sal. 33:9). La materia primigenia escuchó su voz. “Y dijo Dios: Sea… y fue…” hecho (Gn. 1). Bien podemos exclamar: “Tuyo es el brazo potente; Fuerte es tu mano, exaltada tu diestra” (Sal. 89:13).
“¿Quién, que mira hacia arriba al cielo de medianoche y, con un poco de sentido común, contempla sus continuas maravillas, quién puede dejar de preguntarse, de qué fueron formadas sus poderosos orbes? Aunque es asombroso, fueron producidas sin materiales. Surgieron del vacío mismo. El majestuoso tejido de la naturaleza universal surgió de la nada. ¿Qué instrumentos fueron utilizados por el Arquitecto Supremo para modelar las piezas con una exquisitez tan precisa y darle un brillo tan hermoso a todo el conjunto? ¿Cómo se conectó todo en una estructura tan finamente planificada y con un acabado tan espléndido? Un simple fíat1 lo logró todo. Sea hecho, dijo Dios. No añadió más y enseguida, se levantó el maravilloso edificio, adornado con todas las bellezas, exhibiendo innumerables perfecciones y declarando en medio de los deslumbrados serafines, la alabanza de su gran Creador. “Por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos, y todo el ejército de ellos por el aliento de su boca” (Sal. 33:6)”. 2
Tomado de «Cristianismo práctico» de A. W. Pink.
*A.W. Pink. Fue un teólogo, evangelista, predicador, misionero, escritor y erudito bíblico inglés, conocido por su firme postura calvinista y su gusto por las enseñanzas de las doctrinas puritanas.
Notas:
1. Fíat – Consentimiento o mandato para que una cosa tenga efecto.
2. James Hervey (1714-1758) – Las obras del difunto rev. James Hervey (The Works of the late Reverend James Hervey); publicado en 1789.
Foto de Steppeland – Lutgarde De Brouwer en Unsplash