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Por: Norman Geisler

Este artículo forma parte de la serie: Respuestas a las sectas

MARCOS 11.23-24: ¿Prometió Jesús darnos literalmente cualquier cosa que pidamos en fe?

TERGIVERSACIÓN: Aparentemente, este versículo dice que Dios concederá literalmente cualquier petición que le hagamos, con tal que creamos. Maestros de la Palabra de Fe a menudo citan este versículo en apoyo de sus opiniones (Hagin, 1972, pp. 27-28).

CORRECCIÓN DE LA TERGIVERSACIÓN: Tanto el contexto como otros textos indican limitaciones sobre lo que Dios dará, así como las leyes de la naturaleza misma de Dios y del universo.

Dios no puede darnos literalmente cualquier cosa. Algunas cosas son realmente imposibles. Por ejemplo, Dios no puede conceder la petición de una criatura de ser

Dios. Tampoco puede responder a una petición de dar su aprobación nuestro pecado. Dios no nos dará una piedra si le pedimos pan, ni nos dará una serpiente si le pedimos pescado (Mt 7.9-10).

El contexto de la promesa de Jesús en Marcos 11 indica que no era incondicional, porque el versículo siguiente (v. 25) dice que si perdonamos a nuestro hermano, Dios perdonará nuestras ofensas. Así que no hay por qué creer que Jesús pretendía que interpretáramos como incondicional su promesa de darnos ―todo lo que- pidamos.

Todos los pasajes difíciles deben interpretarse en armonía con otras declaraciones claras de las Escrituras. Y está claro que Dios no promete, por ejemplo, sanar a todos por quienes oremos en fe. Pablo no fue sanado, aunque oró fielmente y de todo corazón (2 Co 12.8-9). Jesús enseñó que no era una falta de fe de parte del ciego lo que impedía que fuera sanado. Más bien, nació ciego ―para que las obras de Dios se manifiesten en él- (]n 9.3). A pesar de la habilidad divina del apóstol Pablo de sanar a otros (Hch 28.9), posteriormente, al parecer, no pudo sanar ni a Epafrodito (Flp 2.25) ni a Trófimo (2 Ti 4.20). Está claro que no fue una falta de fe lo que provocó la enfermedad de Job (Job 1.1). Lo que es más, si la fe del beneficiario fuera la condición de recibir un milagro, ninguno de los muertos a quienes resucitó Jesús habría vuelto a la vida, ¡ya que los muertos no pueden creer! Véanse los comentarios sobre Isaías 53.4-5; Filipenses 2.25.

El resto de las Escrituras impone muchas condiciones además de la fe en la promesa de Dios de responder a la oración. Debemos ―permanecer en él-, y dejar que su Palabra ―permanezca en nosotros- (Jn 15.7). No podemos ―pedir con malas intenciones, para satisfacer [nuestras] propias pasiones- (Stg 4.3, NVI). Además, debemos pedir ―conforme a su voluntad- (1 Jn 5.14). Aun Jesús oró diciendo: ―Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa [su muerte]; pero no sea como yo quiero, sino como tú- (Mt 26.39). De hecho, en relación con todas las promesas de Dios, menos las incondicionales, siempre hay que decir o insinuar ―si quieres-. Porque la oración no es un medio por el cual Dios nos sirva; más bien, es un medio por el cual le servimos a Dios. La oración no es un medio por el cual logremos que se haga nuestra voluntad en el cielo, sino un medio por el cual Dios logra que se haga su voluntad en la Tierra.

*El Dr. Norman Geisler es autor o coautor de unos cincuenta libros y centenares de artículos. Él ha enseñado en la universidad y a nivel de graduados por cuarenta y tres años. Ha dado conferencias y presentado debates en cincuenta estados y en veinticinco países de seis continentes. 

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