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Por: H. Wayne House — Timothy J. Demy

Este artículo forma parte de la serie «Respuestas a preguntas sobre Jesús«

En Marcos 13:32, Jesús está en el monte de los Olivos hablando sobre el futuro con Pedro, Jacobo, Juan y Andrés, sobre todo acerca de la era de la tribulación anterior a la segunda venida. Les dice: “Pero de aquel día y de la hora, nadie sabe, ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre”. Aunque la proximidad del regreso de Cristo se puede detectar por los sucesos que la preceden (vv. 28-29), el momento preciso solo lo conoce Dios Padre. ¿Cómo puede Jesús decir que Él, el Hijo, no conoce ese momento, a pesar de que es Dios, y Dios es omnisciente (lo sabe todo)?

La confesión de ignorancia por parte de Jesús (“ni el Hijo”) no la hizo para definir los límites o las fronteras del conocimiento teológico de Jesús como segunda persona de la Trinidad, sino para exhortar a los discípulos a que fueran fieles y vigilantes, en lugar de dedicarse a hacer cálculos sobre el calendario. La falta de conocimiento se debe a la humanidad de Jesús, no a su deidad. Este es uno de los pasajes bíblicos que manifiesta la tensión perpetua que existe para entender las naturalezas divina y humana de Jesucristo. Jesús el Hijo, durante su vida y su ministerio terrenales, tuvo limitaciones físicas e intelectuales. Sin embargo, al mismo tiempo, también era Dios. Por ejemplo, Lucas 2:52 afirma: “Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres”. En su humanidad, Jesús crecía y aprendía, como cualquier otra persona. Jesús también tuvo sed y se cansó (Mt. 4:2; 21:18; Jn. 4:6; 19:28), y necesitó que los ángeles le sirvieran después de las tentaciones de Satanás en el desierto, y antes de la crucifixión (Mt. 4:11; Lc. 22:43). Jesús fue plenamente Dios y plenamente hombre (1 Ti. 2:5).

El título “Hijo” que usa Jesús en este pasaje afirma que era consciente de su deidad y su condición filial (ver también Mr. 8:38), pero Jesús solamente ejerció sus atributos divinos de acuerdo con el Padre (Mr. 5:30; Jn. 8:28-29). En su humanidad, Jesús disponía de un conocimiento limitado. La encarnación conllevó la limitación voluntaria del uso de los atributos divinos que Jesús tenía como Hijo de Dios (Fil. 2:6-8). El énfasis del pasaje no recae en la ignorancia de Jesús, sino en la necesidad de que los discípulos estuvieran vigilantes, independientemente de las circunstancias o del futuro. La mejor preparación para el futuro es permanecer alertas y obedientes a Dios (Mr. 13:33, 37).

Fragmentos tomados del libro «Respuestas a preguntas sobre Jesús» de H. Wayne House y Timothy J. Demy

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