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Por: George Whitefield

Este artículo forma parte de la serie: 365 días con George Whitefield

Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. 1 Tesalonicenses 4:13

En medio de la tortura de una fiebre ardiente, un alma extática puede clamar: «¡Qué gozos! ¡Qué consuelos! ¡Señor, voy a ti! ¡Voy a ti!». ¿Y cómo habrá de ser cuando estemos rodeados por los brazos del Redentor? A tal propósito, los gloriosos ángeles esperan en lo alto de la escalera, para llevar a un pobre peregrino agotado al hogar.

Que el Señor nos conceda tal ánimo no solo al morir, sino también en vida. Porque, si nos reconforta morir con ese ánimo, ¿por qué no habríamos de vivir con él? ¿Por qué no habríamos de vivir en la tierra como si estuviéramos en el Cielo? Ah, dices: «Doy gracias a Dios por caminar en la fe; tengo la promesa». Bien, agradece a Dios la promesa, pero además de ella aprende a vivir por la fe que es la convicción de lo que no se ve; la fe que trae a Dios aquí abajo y acerca el Cie- lo, y proporciona al alma una profunda experiencia que dice: <<Dios es amor». ¡Aquí tenemos una salvación digna de un Dios! ¡Aquí tenemos una salvación digna de la sangre del Mediador! Por esto es por lo que gimió, por esto derramó su sangre, por esto murió, por esto resucitó, por esto ascendió, por esto envió a su Espíritu Santo y por esto lo envía ahora a los corazones de su pueblo. Hermano mío, ¿qué dices a esto?

*George Whitefield(1714 – 1770)Ministro de la Iglesia de Inglaterra, evangelista en el Gran Despertar, uno de los fundadores del metodismo, nacido en Gloucester, Inglaterra. Lea más de su biografía en este enlace. 

Tomado de «365 días con George Whitefield«, lecturas seleccionadas y editadas por Randall J. Pederson, puedes adquirirlo en este enlace. 



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