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Por: John MacArthur

REGRESA AL ÍNDICE

Génesis 21

21:1 Visitó Jehová a Sara. A la anciana pareja (vv. 2, 5, 7) les nació un hijo, exactamente como les había sido prometido, y la espera de veinticinco años llegó finalmente a su fin, con la risa de la incredulidad dando paso al regocijo (v. 6). Había terminado la esterilidad de Sara (11:26).

21:4 circuncidó. vea la nota sobre 17:11.

21:5 cuando nació Isaac su hijo. Ca. 2065. Dios cumplió su promesa a Abraham (12:2; 15:4, 5; 17:7).

21:8 fue destetado. Esto solía tener lugar al segundo o tercer año.

21:9 el hijo de Agar… se burlaba. La celebración del paso de Isaac de la infancia a la niñez dejó oír la risa de la burla (una forma intensiva del hebreo para reír) y ofendió a Sara, y la llevó a demandar la expulsión de Ismael y de su madre del campamento (v. 10).

21:10 Echa… no ha de heredar. Los códigos legales de la época de Abraham, p.e., de Nuzi y de Hammurabi, prohibían la expulsión del hijo de una criada si nacía un heredero legítimo, natural. Así, la demanda de Sara contravenía la ley social, la sensibilidad de Abraham y su amor por Ismael (v. 11). Pero Abraham recibió la sanción divina y seguridades para que venciese sus escrúpulos antes de despedir a Agar e Ismael al desierto (vv. 12–15). Cp. Gá 4:22–31.

21:12 Cp. Ro. 9:7; He. 11:18.

21:13 Cp. v. 18; vea las notas sobre 16:11, 12. Ismael tenía unos diecisiete años, un tiempo en el que se acostumbraba que los hijos se marchasen a establecerse por su propia cuenta.

21:14 el desierto de Beerseba. Un amplio espacio desértico en el límite meridional de Palestina.

21:17 oyó Dios la voz del muchacho. Cuando la desesperación transformó la voz burlona del muchacho en un clamor de angustia ante su posible muerte de sed (vv. 15, 16), aquel Dios que le había nombrado años atrás cuando oyó el clamor de Agar (16:11) le oyó. También recordó a la madre la promesa que Abraham había recibido acerca del hijo de ella (17:20). ángel de Dios. La misma persona que el Ángel de Jehová. vea la nota sobre Éx. 3:2.

21:18 vea la nota sobre v. 13.

21:21 el desierto de Parán. Situado en el sector NE de la península del Sinaí, la región llamada Arabia.

21:22–34 Un tratado paritario concertado de manera formal entre Abimelec y Abraham garantizaba el control adecuado y la participación justa en los limitados recursos hídricos de la región, y aseguraba también al rey de los patriarcas un trato honroso y equitativo para los años venideros.

21:31 Beerseba. Este lugar se encuentra a unos setenta y dos kilómetros al sudoeste de Jerusalén.

21:32 tierra de los filisteos. Abraham tuvo contacto con unas primeras migraciones de mercaderes egeos que se asentaron por las regiones costeras del sudoeste de Canaán y que fueron predecesoras de las migraciones filisteas del siglo 12 a.C., los futuros opresores de Israel.

21:33 árbol tamarisco. Este árbol se levantaba como recuerdo del tratado concertado entre dos coetáneos bien conocidos, y también como señal de uno de los lugares de culto de Abraham. Jehová Dios eterno. Un nombre divino que para Abraham significaba la naturaleza inquebrantable y perdurable del pacto que Dios había celebrado con él, a pesar de que él era solo un residente extranjero y forastero en aquella tierra (cp. 23:4).

Génesis 22:

22:1 probó Dios a Abraham. No fue una tentación, sino un examen de parte de Dios del corazón de Abraham (cp. Stg. 1:2–4, 12–18).

22:2 Toma… tu hijo… y ofrécelo. Este estremecedor mandamiento puso en marcha una especial y severa prueba para Abraham, esto es, el sacrificio de su hijo, “su único” (repetido tres veces por Dios, vv. 2, 12, 16). Esto significaría dar muerte al hijo (de más de 20 años) y, con ello, el fin de la promesa del pacto abrahámico. Una acción así parecería irracional, pero Abraham obedeció (v. 3). Moriah. Tradicionalmente asociada con Jerusalén, y el lugar sobre el que más adelante se iba a levantar el templo de Salomón (cp. 2 Cr. 3:1).

22:4 Al tercer día. Sin muestra alguna de desgano o dilación, Abraham se levantó muy de mañana (v. 3) para el viaje de dos días desde Beerseba a Moriah, uno de los montes alrededor de Jerusalén.

22:5 yo y el muchacho iremos… y volveremos. El viaje de tres días (v. 4) dio mucho tiempo para reflexionar acerca de los mandamientos de Dios, pero, sin vacilar ni cuestionar la moralidad del sacrificio humano, ni los propósitos de Dios, Abraham aseguró confiadamente a sus siervos que él e Isaac volverán, y emprendió luego los preparativos para el sacrificio (v. 6). Hebreos 11:17–19 revela que él tenía tanta confianza en la realidad de la promesa divina que creía que si Isaac era muerto, Dios lo resucitaría de entre los muertos (vea las notas), o que Dios proporcionaría un sustituto para Isaac (v. 8).

22:9, 10 Los preparativos de Abraham para dar muerte a su único hijo muestran de forma insuperable su confianza en Dios. Cp. He. 11:17–19.

22:11 el ángel de Jehová. vea la nota sobre Éx. 3:2.

22:12 ya conozco. Abraham había superado la prueba (v. 1). Exhibió una fe a la que Dios responde con justificación. vea la nota sobre Stg. 2:21.

22:13 en lugar de su hijo. Se presenta aquí el concepto de la expiación vicaria, que encontraría su cumplimiento en la muerte de Cristo (Is. 53:4–6; Jn. 1:29; 2 Co. 5:21).

22:15–18 En esta reafirmación formal de su pacto abrahámico, el Señor mencionó los tres elementos de la tierra, la descendencia y la bendición, pero con la atención dirigida de forma gráfica a la conquista de la Tierra Prometida (v. 17: “poseerá las puertas de sus enemigos”).

22:16, 17 Cp. 12:1–3; 15:13–18; 17:2, 7, 8, 9; He. 6:13, 14.

22:17 poseerá las puertas de sus enemigos. Cp. 24:60. Se refiere a la victoria sobre los enemigos, para llegar al control de sus ciudades.

22:18 Cp. Hch. 3:25.

22:20–24 fue dada noticia. Esta es una clara indicación de que, a pesar de la separación geográfica, la información acerca de las genealogías familiares se transmitía de ida y vuelta por la región del Creciente Fértil. Esta actualización hablaba de manera especial acerca de una hija, Rebeca, hija de un primo de Isaac, Betuel (v. 23). También recuerda a los lectores que Abraham y Sara no se habían desvinculado enteramente de su hogar original. Nacor, hermano de Abraham, seguía viviendo en Mesopotamia, aunque no se habían visto por unos sesenta años.

Génesis 23.

23:1, 2 Aunque la edad de Sara, la única edad de mujer a la muerte que se registra en las Escrituras, podría sugerir su importancia en el plan de Dios, nos recuerda de una manera más importante el nacimiento de su único hijo mucho más allá de la edad de dar a luz (a los noventa años de edad, cp. 17:17) y la intervención de Dios para llevar al cumplimiento su promesa a ella y a Abraham. La muerte de Sara tuvo lugar ca. 2028 a.C.

23:2 Hebrón. vea la nota sobre 13:18.

23:3 los hijos de Het. Un establecimiento de los heteos, cuya patria original estaba en Anatolia (la actual Turquía), y que ya se habían establecido en Canaán, lejos de su patria.

23:4 dadme propiedad. Las negociaciones para la compra (“dad” significa aquí “vended”) de una propiedad hetea se llevaron a cabo de forma apropiada en conformidad con la costumbre hetea (hitita) de la época, queriendo Abraham pagar su valor justo de mercado (v. 9).

23:6 príncipe de Dios entre nosotros. El rango y la reputación le proporcionaban a Abraham una posición de liderazgo y digna de respeto lo que llevó a sus vecinos (los heteos) a ofrecerle gratuitamente sus mejores sepulcros. Luego pasaron a aceptar que Abraham comprase una cueva que pertenecía a un rico vecino llamado Efrón (vv. 7–9), a quien Abraham no conocía.

23:10 estaba. Lit. “estaba sentado”, quizás en la puerta de la ciudad donde generalmente se llevaban a cabo las transacciones.

23:11 te doy la heredad. Esto sugiere no que Efrón se sintiese generoso, sino que estaba obligado por la política feudal hetea, que ataba la propiedad de la tierra con el servicio al gobernante. La transmisión de la tierra a Abraham transferiría también responsabilidades feudales a Abraham, sujetándole a todas las cargas y tributos. Efrón estaba aparentemente deseoso de hacer esto, y de ahí su ofrecimiento de regalar la tierra.

23:14, 16 siclos de plata, de buena ley entre mercaderes. Los metales preciosos no se presentaron en forma de monedas para su intercambio hasta siglos después. Los mercaderes mantenían el siclo como peso estándar de valoración para las transacciones comerciales. Un siclo equivalía a alrededor de 14,4 gramos.

23:17, 18 Con las palabras de la transacción, la descripción cuidadosa de la propiedad, y el pago del precio citado, todo ello llevado a cabo ante testigos y en el lugar propio para las transacciones, la propiedad de la tierra pasó oficialmente a Abraham. Esto seguía estando en pie años después en tiempos de Jacob (49:20–32; 50:12, 13).

23:19 Después de esto. Consumada la compra, Abraham sepultó a Sara. Moisés observa que el lugar es Hebrón en Canaán, al que sus lectores iniciales iban pronto a dirigirse.

23:20 quedó la heredad y la cueva… recibida. Este es un resumen importante, porque finalmente, tras años de peregrinación nómada, Abraham poseía una pequeña propiedad en medio de la tierra que Dios le había prometido a él y a sus descendientes. La cueva también se convirtió muchos años después en el sepulcro familiar para Abraham, Isaac, Rebeca, Lea y Jacob (cp. 25:9; 49:31; 50:13), con Raquel como excepción (35:19).

Génesis 24

24:2 un criado suyo, el más viejo… el que gobernaba. Eliezer, a los ochenta y cinco años, había ascendido hasta mayordomo, o “jefe de personal”, una posición de gran autoridad (que se indica en el v. 10). Él hubiera recibido todas las riquezas de Abraham si éste no hubiera tenido hijo (vea 15:1, 2), pero cuando Isaac nació, la herencia vino a pertenecer a Isaac. De modo que no solo sirvió lealmente a su amo a pesar de haber sido desplazado por otro heredero (cp. 15:2–4), sino que también sirvió fielmente al heredero mismo (v. 67).

24:2–4 Pon ahora tu mano debajo de mi muslo, y te juramentaré. Vea la nota sobre el v. 9. Un solemne compromiso mencionando el nombre del Señor y formalizado por un gesto socialmente aceptado que indicaba la seriedad de aquella empresa en consideración de Abraham. A su edad (v. 1), Abraham estaba preocupado por la perpetuación de su pueblo y de la promesa de Dios en la generación siguiente, de modo que hizo un pacto con su siervo para que éste emprendiese viaje a Mesopotamia y que volviera con una esposa para Isaac.

24:3, 4 Los arreglos matrimoniales los hacían los padres, y los cónyuges escogidos debían proceder de la propia tribu. Parece que era costumbre casarse entre primos hermanos. Pero el más elevado motivo de Abraham era impedir que Isaac se casase con una pagana cananea después de la muerte de Abraham, con el posible apartamiento del pueblo del verdadero Dios.

24:6, 7 que no vuelvas a mi hijo allá. Si los planes no se cumplían (v. 5), entonces el compromiso del juramento quedaba anulado (v. 8), pero la opción de que Isaac fuese estaba categóricamente rechazada porque habría sugerido la anulación de la promesa y del llamamiento de Dios para la tierra prometida (v. 7).

24:7 él enviará su ángel delante de ti. Una declaración de la fe de Abraham de que la expedición de setecientos veinte kilómetros a Mesopotamia estaba claramente bajo supervisión divina.

24:9 su mano debajo del muslo. Una antigua costumbre del Cercano Oriente por la que un toque íntimo constituía una afirmación de un juramento (cp. 47:29).

24:10 la ciudad de Nacor. Sin duda la ciudad del hermano de Abraham, Nacor.

24:12–14 La oración del mayordomo manifiesta no solamente su confianza en Dios para dirigir sus asuntos, sino también la carencia de egoísmo con la que servía a Abraham. Su paciencia después de la oración (v. 21), su acto de adoración ante la respuesta a la oración (v. 26), y su reconocimiento de la conducción divina (v. 27) también nos exhiben su fe.

24:14 de beber a tus camellos. La hospitalidad exigía dar agua a un extraño sediento, pero no a los animales. Una mujer que hiciera esto se mostraba inusualmente bondadosa y servía más allá de su deber. La buena actitud de servicio de Rebeca se puso de manifiesto (vv. 15–20), así como su belleza y pureza (v. 16).

24:20 todos sus camellos. Un solo camello puede retener cien litros de agua, y él tenía diez de ellos. Servirlos fue un enorme trabajo para satisfacerlos (v. 22).

24:22 siclo. vea la nota sobre 23:14, 16.

24:24 Soy hija de. En las presentaciones formales, una genealogía abreviada proporcionaba una identificación específica (cp. 22:23). Ella era prima de Isaac.

24:29–31 Labán. Por lo que se expone acerca de su falta de virtud (cap. 29), hay razón para creer que su buena acogida fue suscitada por ver a toda la comitiva y todos los camellos.

24:33 No comeré hasta que. Su prioridad era identificar a su amo y explicar su misión, pero no sin destacar las bendiciones que Dios había conferido sobre su amo y sobre su viaje (vv. 34–48), y también no sin tratar de concluir inmediatamente su tarea y volver a casa (vv. 49, 54–56). ¡Este es el retrato de un siervo consagrado, fiel y carente de egoismo!

24:49 diestra… siniestra. Una expresión que indicaba la dirección que debería tomar a continuación.

24:50, 51 La convicción y el centro de atención del siervo era evidente e intensa, y excluía todo lo que no fuese el reconocimiento inmediato de la dirección de Dios y nada que no fuese una plena conformidad con su petición de parte del padre y del hermano de Rebeca (vv. 50, 51).

24:53 Mediante esta dote, Rebeca quedó desposada con Isaac.

24:54 Enviadme a mi señor. El protocolo y la cortesía demandaban que un emisario fuese despedido por el destinatario.

24:57, 58 ¿Irás tú con este varón? Cosa encomiable, Rebeca se mostró de acuerdo con una partida inmediata, y mostró su confiada aceptación de lo que estaba sucediendo providencialmente en su vida.

24:59 su nodriza. Vean 35:8.

24:60 bendijeron a Rebeca, y le dijeron. Estaban conscientes de que su oración convencional deseando una numerosa descendencia a Rebeca se ajustaba de manera apropiada con las promesas de Dios de muchos descendientes a Abraham por medio de Sara e Isaac. También expresaron el deseo de que su descendencia fuese victoriosa sobre sus enemigos (“posean… la puerta de sus enemigos”), quizá haciéndose eco de las promesas de Dios de que poseerían la tierra de los cananeos (13:17; 15:7, 16; 17:8).

24:62 del pozo del Viviente-que-me-ve. Vea 16:14. Situado en la frontera entre Palestina y Egipto, a unos cuarenta 40 kilómetros al noroeste de Cades-barnea. Isaac vivió allí después de la muerte de Abraham (25:11).

24:63 a meditar. Se desconoce cómo Dios condujo a Isaac desde su hogar al lugar donde Agar había encontrado al Ángel de Jehová (cp. 16:14), pero estaba en el lugar adecuado para encontrarse con la caravana que volvía con su prometida. Quizás estaba contemplando en oración las circunstancias de su vida y el vacío dejado por la muerte de su madre (v. 67), así como meditando acerca de la misión del mayordomo, y esperando que no volviera con las manos vacías.

24:65 tomó el velo, y se cubrió. La costumbre ordenaba que la novia se pusiera un velo en su rostro en presencia de su prometido hasta el día de la boda.

24:67 la tienda de su madre Sara. Estableció así su aceptación como su esposa antes de haber visto su hermosura. Cuando la hubo visto, “la amó”.

Génesis 25

25:1–4 Los hijos de Abraham por medio de Cetura (una concubina, cp. v. 6, 1 Cr. 1:32), una esposa de menor categoría que Sara, llegaron a ser progenitores de diversas tribus árabes al este de Canaán.

25:5, 6 Al dar dones a estos otros hijos y despedirlos luego, y al otorgar la herencia a Isaac aseguraba que Isaac sería considerado como el legítimo heredero sin competencia o amenaza de parte de sus medio hermanos. El mayordomo, Eliezer, había informado a los parientes de Rebeca que todas las posesiones de Abraham pertenecían a Isaac (cp. 24:36).

25:8 unido a su pueblo. Un eufemismo para la muerte, pero también una expresión de la continuidad de la persona más allá de la muerte, denotando una reunión con amigos que habían partido con anterioridad (ca. 1990 a.C.). Cp. Mt. 8:11; Lc. 16:22, 23.

25:9, 10 lo sepultaron… sus hijos. El funeral de Abraham reunió a dos hijos que en caso contrario hubieran permanecido algo apartados (cp. 35:29). Fue sepultado en el lugar que había adquirido en Hebrón (cap. 23).

25:12–18 los descendientes de Ismael. Con la muerte de Abraham y siendo que la atención va a centrarse en Isaac, la narración confirma la promesa de Dios de doce príncipes para Ismael (cp. 17:20, 21).

25:13–16 La tradición árabe afirma que éstos son sus primeros antecesores.

25:16 por sus villas y por sus campamentos. Además de servir como testimonio de las promesas de Dios (17:20), la información que se encuentra en genealogías como ésta ayudaba a Israel a comprender los orígenes de sus vecinos en la Arabia central y septentrional.

25:19–35:29 La genealogía de Isaac.

25:20 Padan-aram. La “llanura de Aram” en la Mesopotamia superior, cerca de Harán, al NNE de Canaán.

25:21 era estéril. Después de veinte años de esterilidad de su esposa (vv. 19, 20), Isaac hizo frente a la prueba y se volvió a Dios en ferviente oración, reconociendo evidentemente con ello el calendario de Dios en la promesa de la descendencia.

25:22 luchaban dentro de ella. La condición sumamente incómoda de su embarazo (“¿para qué vivo yo?”) llevó a Rebeca, sin duda siguiendo el ejemplo de su marido, a dirigirse a Dios en ferviente oración. Supo directamente de parte del Señor que las severas sacudidas en su vientre prefiguraban el futuro antagonismo entre las dos naciones que surgirían de sus dos hijos mellizos (v. 23).

25:23 el mayor servirá al menor. Esto era contrario a la costumbre de los tiempos patriarcales en los que el primogénito gozaba de los privilegios de la precedencia en el hogar y que a la muerte del padre recibía la doble porción de la herencia y era reconocido como la cabeza de familia (cp. Éx. 22:29; Nm. 8:14–17; Dt. 21:17). Las ofensas graves podían anular estos derechos de primogenitura (cp. Gn. 35:22; 49:3, 4; 1 Cr. 5:1) o la primogenitura podía sacrificarse o transferirse legalmente a otro en la familia, como en este caso (vv. 29–34). En este caso, Dios declaró una situación diferente por cuanto su propósito electivo y soberano no tenía que seguir necesariamente la costumbre (cp. Ro. 9:10–14; esp. v. 12).

25:24 se cumplieron sus días. Esaú y Jacob nacieron ca. 2005 a.C.

25:25 rubio. Esto constituiría la base lingüística para llamar “Edom” al país de Esaú.

25:27, 28 La diferencia entre los dos hijos se manifestó en diversos aspectos: 1) como progenitores, Esaú de Edom y Jacob de Israel; 2) en su manera de ser, Esaú un tosco e impetuoso cazador que prefería la vida al aire libre, y Jacob un hombre llano y amable, que prefería las comodidades domésticas; y 3) en el favoritismo paterno, Esaú favorito de su padre, y Jacob de su madre. ¡Estos eran los ingredientes para conflictos y sufrimientos!

25:30 Edom. En un juego de palabras para recordar para siempre que Esaú nació rubio rojizo y peludo (v. 25) y que vendió su primogenitura por un guiso rojo, fue también llamado Edom, es decir, “Rojo”.

25:31 primogenitura. Una doble porción de la herencia (Dt. 21:17) y el derecho a ser la cabeza y sacerdote de la familia (Éx. 4:22).

25:34 menospreció… la primogenitura. La evaluación definitiva de la pelea verbal y del trueque que tuvo lugar entre los mellizos, todo lo cual era indicativo de discusiones o disputas anteriores, que habrían sido suficientes para llevar a Jacob a deducir cuán poco la valoraba Esaú. Y por esto llegó a ser conocido como una persona irreligiosa, esto es, “profano” (He. 12:16).

Génesis 26.

26:1 hambre en la tierra. Una vez más la Tierra Prometida forzó a los beneficiarios del pacto a un traslado para escapar de los efectos de una hambruna. Abimelec. Muy probablemente un título dinástico filisteo, tratándose de un rey diferente de aquel que había conocido a Abraham (v. 20). vea la nota sobre 20:2. los filisteos. Esta tribu de pueblos que originalmente navegaban por el Mar Mediterráneo llegaron a ser fieros enemigos de Israel cuando se asentaron en la costa SO de Palestina. Amistosos con Isaac, fueron los antepasados de unos descendientes enemigos.

26:2–11 Obediencia y engaño en yuxtaposición. Obedeciendo a Dios y permaneciendo en la tierra (vv. 2, 3, 6), pero mintiendo acerca de su esposa ante los habitantes de la tierra (vv. 7–11), lo que es un reflejo familiar de la estrategia de Abraham para sobrevivir (vea 12:10–14; 20:1–4).

26:3–5 Dios confirmó el pacto abrahámico con Isaac, destacando los mismos tres elementos que antes: la tierra, la descendencia y la bendición. A modo de apéndice hace una honrosa mención de la obediente respuesta de Abraham a todos los mandamientos de Dios. Vea las notas sobre 12:1–3; 15:13–18; 17:2, 7, 8, 9. Aunque Abraham fue elogiado por sus hechos, el pacto abrahámico era un pacto incondicional fundado en la voluntad soberana de Dios (cp. Lv. 26:44, 5).

26:4 Cp. Hechos 3:25.

26:6–9 A diferencia de su antecesor, a quien Dios le reveló soberanamente la relación entre Abraham y Sara (20:3), este rey descubrió providencialmente la relación de Rebeca con Isaac al coincidir que miró por una ventana y vio unas caricias que eran evidencia de matrimonio e intimidad.

26:11 mandó a todo el pueblo… de cierto morirá. Un rey pagano que imponía la pena de muerte sobre cualquiera que molestase a Isaac o Rebeca sugiere que Dios estaba obrando para preservar su descendencia escogida (cp. vv. 28, 29). Cp. Sal. 105:14, 15.

26:12–14 Isaac se contentó de permanecer en aquel lugar y cultivar alguna tierra. Dios bendijo sus esfuerzos, ¡pero fue objeto de envidia por parte de los filisteos!

26:15 los pozos… los filisteos los habían cegado. El agua era tan preciosa en aquella tierra desértica que los pozos eran una necesidad básica. Cegar el pozo de alguien era un gran perjuicio y constituía una grave agresión, que con frecuencia llevaba a la guerra. Isaac hubiera podido tomar represalias, pero no lo hizo; se limitó a cavar nuevos pozos (vv. 16–19).

26:22 Rehobot. Esta palabra significa “lugares espaciosos”. Finalmente había abierto un pozo sin que surgieran altercados (vv. 20, 21). Ahora que ya no se les consideraba como usurpadores de territorios de otros, Isaac seleccionó un nombre adecuado para aquel lugar que reflejaba como él contemplaba a Dios solucionando su situación de forma providencial.

26:24, 25 Esta reafirmación abreviada del pacto abrahámico estaba destinada a aplacar la ansiedad de Isaac ante la envidia, altercados y hostilidad con que se enfrentaba (vv. 14, 20, 27), y para asegurar a Isaac que había razonado bien, que en la posteridad prevalecería la fertilidad. Que fue un recordatorio lleno de significado para Isaac se ve en una respuesta reminiscente de su padre, edificó un altar de adoración para marcar el lugar donde Dios se le había aparecido (12:7).

26:26 Abimelec… y Ficol. Debido a que habían transcurrido noventa años desde que Abraham había recibido unos visitantes con los mismos nombres, debe tratarse de títulos y no de nombres propios (cp. 21:22). Vea la nota sobre el v. 1.

26:28 juramento… pacto. Una imagen espejo de una ocasión anterior (21:22– 32), Abimelec en compañía de un amigo y del oficial superior de su ejército (v. 26) buscó un tratado con uno que ellos consideraban como superior y más fuerte que ellos mismos y una posible amenaza (v. 29). Por su parte, Isaac los percibió como hostiles (v. 27). El resultado fue inmejorable para ambos: paz entre ellos (v. 31).

26:30 La ratificación de un pacto involucraba frecuentemente un banquete.

26:33 Beerseba. Lit., “el pozo del juramento”. El mismo lugar donde su padre Abraham había hecho juramento con otro Abimelec y Ficol (Vea la nota sobre el v. 26) y que Abraham había nombrado como Beerseba (21:32).

26:35 amargura de espíritu. La elección por parte de Esaú de esposas entre las mujeres vecinas heteas entristeció a sus padres. Su acción constituía un repudio de la norma establecida por Abraham para Isaac (24:3). Cp. 27:46

Génesis 27.

27:1 Isaac envejeció. Isaac, que había quedado ciego, pensó evidentemente que estaba cerca de la muerte (v. 2) y que no llegaría mucho más allá de los ciento treinta y siete años que tenía entonces, y que era la edad de Ismael cuando murió (25:17). Desde luego, no esperaba que iba a vivir los otros cuarenta y tres años que realmente vivió todavía (35:28; cp. 30:24, 25; 31:41; 41:46; 45:6; 47:9 para calcular la edad de Isaac como de ciento treinta y siete, y la de sus mellizos como de setenta y siete años).

27:4 para que yo te bendiga. Ignorando las palabras de Dios a Rebeca (25:23), olvidando que Esaú había vendido su primogenitura (25:33), y pasando por alto los malos casamientos de Esaú (26:35), Isaac persistía en considerar a Esaú como el primogénito y tenía la intención de concederle la bendición de la primogenitura, de modo que pidió su comida favorita antes de conceder su definitiva bendición paterna sobre su hijo favorito.

27:5 Y Rebeca estaba oyendo. La desesperación por conseguir la bendición patriarcal para Jacob engendró el engaño y la superchería, convencida Rebeca de que su destreza culinaria podría hacer que la carne de cabrito gustase y oliera como la caza más escogida (vv. 8–10), y que podría hacer pasar a Jacob por Esaú (vv. 15– 17).

27:12 me tendrá por burlador. Para crédito suyo, Jacob se opuso al principio. Las diferencias entre él y Esaú llevarían a que su padre no fuese engañado y pudiera tener como resultado que la bendición le fuese cambiada en maldición como justo castigo por su engaño.

27:13 sea sobre mí tu maldición. Al aceptar su madre la plena responsabilidad por la estrategia engañosa y de llevar ella la maldición si se daba, Jacob consintió y siguió las instrucciones de Rebeca.

27:15 los vestidos de… su hijo mayor, los preciosos. Esaú, que había estado casado durante treinta y siete años (cp. v. 1; 26:35), habría dispuesto de sus propias tiendas y de sus propias esposas para cuidar de él; de esta manera, no se sabe cómo y por qué Rebeca disponía de algunas de sus mejores prendas en su propia tienda. Quizás estas prendas fuesen las que estaban asociadas con las funciones sacerdotales del cabeza de la casa, que se guardaban en su casa hasta que se transmitían al hijo mayor. Quizás Esaú las había llevado ya en algunas ocasiones, y de ahí el olor del campo (v. 27).

27:20 Porque Jehová tu Dios hizo que la encontrase delante de mí. La pregunta perfectamente legítima de Isaac en el v. 20 (cazar tomaba mucho tiempo y Jacob había llegado muy rápido con los cabritos del corral) proporcionó a Jacob una vía de escape: ¡confesar y detener el engaño! En lugar de ello, Jacob, con una facilidad consumada, sabiendo que necesitaba la confirmación irrevocable de Isaac aunque había comprado la primogenitura, atribuyó el éxito en la caza a la providencia de Dios. Una mentira tenía que sostener a otra mentira, y había comenzado a tejer una enmarañada red (vv. 21–24). Aunque Jacob recibió aquel día la bendición de Isaac, el engaño fue causa de graves consecuencias: 1) nunca volvió a ver su madre después de aquello; 2) Esaú prometió matarlo; 3) Labán, su tío, le engañó a su vez; 4) su vida familiar estuvo llena de conflictos; y 5) estuvo exiliado durante años y alejado de su familia. Por la promesa de Dios, habría recibido su primogenitura (25:23). No tenía necesidad de tramar este engaño con su madre.

27:27–29 Finalmente, eliminadas todas las dudas que pudieran quedar, Isaac pronunció la bendición sobre Jacob, aunque las palabras iniciales muestran que creía que quien la recibía era Esaú, el hombre del campo. Su oración y deseo evocó prosperidad y superioridad y acabó con una repetición de las palabras de Dios a Abraham (v. 29; cp. 12:1–3). Las palabras indicaban que Isaac creía que la línea del pacto debiera haber continuado a través de su hijo mayor, Esaú.

27:33 se estremeció Isaac grandemente. Visiblemente conmocionado cuando quedó el escándalo a descubierto con la llegada de Esaú, el padre, recordando las palabras del Señor a Rebeca (25:23), rehusó retirar su bendición y afirmó de manera enfática su validez, “será bendito” y un poco más adelante, “He aquí yo le he puesto por señor tuyo” y también “a tu hermano servirás” (vv. 37, 40). La repentina conciencia de que había estado resistiendo la voluntad de Dios todos aquellos años debió agravar tanto más su agitación.

27:34 Bendíceme también a mí. Esaú esperaba recibir la bendición completa, porque se había identificado ante su padre como su primogénito (v. 32). Angustiado ante la pérdida de esta importante bendición paterna y actuando con amargura como una víctima inocente (v. 36), Esaú culpó a Jacob de su pérdida de la primogenitura y de la bendición, y suplicó alguna palabra de bendición de su padre como compensación (vv. 36, 38).

27:39, 40 La oración y deseo evocó prosperidad e inferioridad, es decir, a la vez que se mantenía la validez de las palabras a Jacob y que sustituía las palabras “Sé señor de tus hermanos” por “a tu hermano servirás” (vv. 29, 40). Esta bendición secundaria no podría deshacer ni desharía la primera.

27:40 descargarás su yugo de tu cerviz. En la historia posterior, los edomitas, que descendían de la línea de Esaú, lucharon una y otra vez contra Israel y se deshicieron del control israelita en diversas ocasiones (2 R. 8:20; 2 Cr. 21:8–10; 28:16, 17).

27:41 los días del luto de mi padre. Evidentemente, Esaú también creía que su padre estaba a punto de morir (27:1), y así, por respeto a su padre, pospuso el asesinato. Isaac vivió otros cuarenta y tres años (vea la nota sobre 27:1).

27:45 privada de vosotros ambos en un día. Rebeca comprendía que estaba en peligro de perder a ambos hijos, porque, después que Jacob fuese asesinado, el vengador de la sangre, esto es, el pariente más próximo, debería perseguir y ejecutar a Esaú.

27:46 hijas de Het. Las mujeres heteas locales. vea la nota sobre 26:35

27:41 los días del luto de mi padre. Evidentemente, Esaú también creía que su padre estaba a punto de morir (27:1), y así, por respeto a su padre, pospuso el asesinato. Isaac vivió otros cuarenta y tres años (vea la nota sobre 27:1).

27:45 privada de vosotros ambos en un día. Rebeca comprendía que estaba en peligro de perder a ambos hijos, porque, después que Jacob fuese asesinado, el vengador de la sangre, esto es, el pariente más próximo, debería perseguir y ejecutar a Esaú.

27:46 hijas de Het. Las mujeres heteas locales. vea la nota sobre 26:35

Génesis 28

28:1, 2 toma allí mujer. Ansiosa por la seguridad de su hijo, Rebeca convenció fácilmente a su marido de que había llegado el momento de que él buscase una esposa no cananea en su patria, y preferiblemente entre los parientes próximos (vv. 2, 5), tal como se había ido a buscar a Rebeca para Isaac (vea 24:1–4).

28:2 Padan-aram. vea la nota sobre 25:20.

28:3, 4 Esta bendición patriarcal adicional descubrió donde estaba Isaac en su pensar. Había llegado a comprender que las bendiciones divinas pasarían a través de Jacob, a quien se aplicaban también las promesas del pacto abrahámico de posteridad y de la tierra, de manera opuesta a sus anteriores deseos y comprensión (cp. 27:27–29). La carencia de posesión de la tierra en aquel tiempo, descrita con la frase “la tierra en que moras” [heb., “la tierra de tus peregrinaciones”], no le llevó a dudar de la seguridad de la promesa de Dios.

28:3 el Dios omnipotente. De manera significativa, El Shaddai fue el nombre escogido por Isaac al bendecir a Jacob. Era el nombre de poder soberano con el que Dios se había identificado ante Abraham en la reafirmación del pacto (17:1), lo que debe haber sido un factor de aliento tanto para él como para su hijo.

28:5 envió Isaac a Jacob. ca. 1928 a.C. Esta debió ser una difícil despedida para Jacob, tan orientado a la vida doméstica.

28:9 se fue Esaú a Ismael. Parece que volverse a casar dentro de la línea de Abraham por medio de la familia de Ismael fue una treta para ganarse el favor de su padre (vv. 6, 8) y para mostrar una obediencia similar a la de su hermano (v. 7). Esperaba que dando satisfacción a sus padres expiaría sus pasados extravíos, y que quizá conseguiría que su padre cambiase su testamento. En realidad aumentó su culpa al añadir a sus mujeres paganas (26:34, 35) una esposa de una familia que Dios había rechazado.

28:10–15 Por primera vez, y de forma significativa mientras Jacob estaba de camino saliendo de la tierra de Canaán, Dios se reveló a él y le confirmó el pacto abrahámico en todos sus tres elementos de tierra, descendencia y bendición (vv. 13, 14). Posteriormente, Dios recordaría este acontecimiento a Jacob cuando le mandó que regresase a la tierra (31:13) y Jacob recordaría a su familia esto mismo cuando les mandó que debían limpiar la vida de cada uno de ellos antes de volver a Bet-el (35:3).

28:10 Harán. vea la nota sobre 11:31.

28:11 un cierto lugar. Identificado en el v. 19 como Bet-el, a unos ochenta kilómetros al norte de Beerseba, y a unos diez kilómetros al norte de Jerusalén. Allí pasó la noche al campo raso.

28:12 una escalera… ángeles de Dios que subían y descendían por ella. Una gráfica descripción de que el Señor del cielo estaba involucrado personalmente en los asuntos de la tierra, y aquí en especial en lo que tenían que ver con las promesas del pacto divino en la vida de Jacob (vv. 13–15). Este sueño tenía como propósito alentar al solitario viajero. Los mensajeros designados por el mismo Dios aseguraban el cumplimiento de su voluntad y planes. Es más que probable que los ángeles subieran y descendieran por una majestuosa escalinata y no por una escalera de mano.

28:15 te guardaré… volveré a traerte. Una promesa sumamente oportuna, consoladora y llena de certidumbre que permaneció grabada en el corazón de Jacob durante su estancia en Harán (vea 30:25). Su obligada partida de Canaán no abrogaba ni podía abrogar ninguna de las promesas que Dios le había hecho.

28:18–21 señal. Marcar un lugar en particular como poseyendo un significado religioso especial por medio de un pilar de piedra era una práctica conocida. Una ofrenda de libación, un cambio de nombre del lugar y un voto de adhesión al Señor a cambio de la protección y bendición que le había sido prometida completaron la consagración ceremonial por parte de Jacob de Bet-el, “casa de Dios”.

28:22 el diezmo. El diezmo, aunque no había sido mandado por Dios, era evidentemente ya conocido y practicado de forma voluntaria, y servía para reconocer el beneficio providencial de Dios en la vida del dador (vea la nota sobre 14:20). Jacob puede haber estado regateando con Dios, como para comprar su favor, en lugar de adorar a Dios de una manera pura con su diezmo, pero es mejor traducir el “si” (v. 20) como “por cuanto”, y contemplar el voto y la ofrenda de Jacob como una adoración genuina basada en su confianza en la promesa de Dios (vv. 13–15).

Génesis 29.

29:1–4 Con este encuentro tan oportuno al llegar a su destino, los pastores, que conocían tanto a Labán como a Raquel, fueron un reflejo de la mano de Dios en su vida, tal como le había sido prometido (28:15).

29:2, 3 una gran piedra. Quizá debido a que este pozo de agua preciosa almacenada podría evaporarse rápidamente bajo el sol, o llenarse de polvo llevado por el viento, o ser usado de forma indiscriminada, había sido cubierto, y su uso estaba regulado (vv. 7, 8).

29:5 Labán hijo de Nacor. La fluidez genealógica en el uso del término “hijo”, con el significado de descendiente varón, se hace evidente en la indagación de Jacob acerca de Labán, porque en realidad era nieto de Nacor (cp. 22:20–23).

29:6–8 Parece que Jacob estaba tratando de conseguir que estos hombres abrevasen inmediatamente sus ovejas y se fuesen, para poder quedar a solas para su encuentro con Raquel.

29:9 hablaba con ellos. La lengua de Harán era el arameo o caldeo, y es evidente que Abraham y sus hijos la conocían. No hay comentario acerca de cómo hablaban estos patriarcas con los cananeos y egipcios en sus viajes, pero es razonable suponer que se habían convertido en diestros lingüistas, y que sabían otros idiomas aparte del hebreo y del arameo.

29:10–14 Unas salutaciones formales y unas presentaciones personales pusieron fin a noventa y siete años de ausencia desde que Rebeca había partido (vea las notas sobre 25:21; 27:1), y el sobrino de Labán recibió la bienvenida al hogar.

29:14 un mes. La tradición en aquella antigua región permitía que un extraño fuese acogido durante tres días. Al cuarto día tenía que revelar su nombre y misión. Después de ello podía quedarse si trabajaba de alguna manera convenida.

29:17 los ojos… eran delicados. Probablemente se refiere a que eran de un color claro en lugar de los ojos oscuros y brillantes más comunes. Esta claridad era considerada como un defecto.

29:18–30. El amor y su trabajo para dar su servicio como dote (vv. 18–20) se combinaron para hacer que Jacob permaneciera feliz durante los primeros siete años en la familia de Labán, casi como un hijo adoptado en lugar de un simple empleado. Pero Jacob, el engañador (27:1–29), estaba a punto de ser engañado (vv. 22–25). Las costumbres matrimoniales locales (v. 26), su amor por Raquel, y el deseo que tenía Labán de más dote (vv. 27–30) conspiraron juntamente para dar a Jacob no solo siete años adicionales de servicio bajo Labán, sino dos esposas que iban a verse involucradas en una celosa competencia de crianza de hijos (30:1–21).

29:23 El engaño fue posible debido a la costumbre de velar la novia y de la oscuridad nocturna (v. 24).

29:23, 30 él se llegó a ella. Un eufemismo que se refiere a la consumación del matrimonio.

29:27, 30 Parece que Labán accedió a dar Raquel a Jacob después de la semana de celebraciones por el matrimonio de Lea con él, y antes de los siete años adicionales de trabajo.

29:28 Raquel… por mujer. Esta consanguinidad no era voluntad de Dios (vea la nota sobre Gn. 2:24) y el código mosaico posterior la prohibió (Lv. 18:18). La poligamia siempre conllevó aflicción, como en la vida de Jacob.

29:31 Lea era menospreciada… Raquel era estéril. Había un gran contraste cuando la tiernamente amada (vv. 18, 20, 30) no tenía hijos, mientras que la desechada sí. Jacob hubiera podido rebajar a Lea, pero Dios emprendió acción en favor de ella. Lea había orado también acerca del rechazo de su marido (v. 33) y se había sentido dolida por él, como se ve en los nombres que dio a sus primeros cuatro hijos (vv. 32–35)

Génesis 30

30:1 o si no, me muero. En la cultura del antiguo Cercano Oriente, una mujer estéril no era mejor que una esposa muerta, y se convertía en un grave estorbo para su marido (vea v. 23).

30:2 ¿Soy yo acaso Dios,…? Aunque estas palabras fueron dichas en un momento de frustración cuando Raquel estaba rogando tener hijos y la envidia con la que fue expresado, las palabras de Jacob indican su comprensión de que en último término Dios abría y cerraba el vientre.

30:3 sobre mis rodillas. Cuando la madre de alquiler daba a luz sentada materialmente sobre las rodillas de la esposa, ello simbolizaba a la esposa dando un hijo a su marido.

30:1–21 La rivalidad entre las dos hermanas / esposas se manifiesta en el uso de sus criadas como madres de alquiler (vv. 3, 7, 9, 12), en su declaración de que Dios juzgaba la respectiva causa en favor de la apelante (v. 6), en sus trueques por tener tiempo con el marido (vv. 14–16), en acusar a una de robar el favor de su marido (v. 15), y en el nombre dado a uno de los hijos: “he contendido con mi hermana” (Neftalí, v. 8). La carrera por los hijos fue también acompañada de oraciones al Señor o por el reconocimiento de su providencia (vv. 6, 17, 20, 22; también 29:32, 33, 35). Esta amarga e intensa rivalidad, tanto más apasionada aunque eran hermanas, e incluso a pesar de que ocupaban diferentes moradas con sus hijos como era costumbre, muestra que el mal residía en el sistema mismo (la bigamia), que, al ser una violación de la ordenanza de Dios (Gn. 2:24), no podía dar felicidad.

30:14 mandrágoras. Para entonces, Jacob tenía ocho hijos de tres mujeres y habían transcurrido alrededor de cinco años desde sus casamientos. El hijo mayor, Rubén, tenía unos cinco años. Mientras jugaba en el campo durante la siega del trigo, encontró estas pequeñas frutas de color naranja y “las trajo a Lea su madre”. En el mundo antiguo eran contempladas con superstición como “manzanas de amor”, un afrodisíaco, o narcótico inductor de la fertilidad.

30:15, 16 Este extraño y desesperado regateo de Raquel fue un intento de quedar embarazada con ayuda de las mandrágoras, un remedio tradicional que mostraba la falta de entendimiento de que Dios da los hijos (vv. 6, 17, 20, 22).

30:20 ahora morará conmigo mi marido. La queja lastimera de una todavía privada de amor (cp. 29:31), como queda confirmado por las frecuentes ausencias de Jacob de la morada de ella. Ella esperaba que tras haber dado seis hijos a Jacob, conseguiría que él se quedase permanentemente con ella. Zabulón. El nombre significa “morada”, y expresaba la esperanza de que su marido moraría con ella.

30:21 Dina. Aunque no es la única hija que nació a Jacob (cp. 37:35. 46:7), se menciona su nombre anticipando la posterior tragedia en Siquem (cap. 34).

30:22 se acordó Dios de Raquel. Todo el desesperado anhelo (vea 30:1) y los ruegos culminaron al final de siete años con la respuesta de Dios. Luego Raquel atribuyó apropiadamente el fin de su esterilidad al Señor, en quien depositó su confianza para tener otro hijo (vv. 23, 24).

30:24 José. ca. 1914 a.C. Su nombre significa “añadirá” o bien “añada”, indicando tanto su gratitud como su fe de que Dios le daría todavía otro hijo.

30:25 Envíame… a mi tierra. Catorce años de ausencia no habían embotado la aguda conciencia de Jacob de pertenecer a la tierra que Dios le había dado. Por cuanto Mesopotamia no era su patria y que su contrato con Labán había concluido, deseaba volver “a mi lugar” y “a mi tierra”. El anhelo de Jacob de regresar a Canaán no era desconocido por Labán (v. 30).

30:27 he experimentado. Lit., “por adivinación”. vea la nota sobre Dt. 18:9–12.

30:28 Señálame tu salario. En las dos ocasiones en las que Labán pidió esto a Jacob fue para apremiarle a que se quedase. La primera vez (19:15) Labán había querido compensar a un pariente, pero esta vez se debía a que él había salido beneficiado, por cuanto “Jehová me ha bendecido por tu causa” (v. 27). Jacob confirmó en el acto la evaluación de Labán en tanto que aquello “poco” se había verdaderamente convertido en “gran número” (v. 30) desde que él había llegado a la escena. No se debería confundir la generosidad superficial de Labán con una verdadera bondad (vea 31:7). Estaba tratando de engañar a Jacob para que se quedase porque era una ventaja potencial para él.

30:31–36 ¿Qué te daré? Labán quería que Jacob se quedase y le preguntó cuánto le costaría. Jacob no quería otra cosa que encontrarse en una posición en la que Dios le bendijera. Estaba dispuesto a quedarse, pero no a identificarse más con el intrigante y egoísta Labán. Ofreció a Labán un plan que le podría bendecir, y que no le costaría nada a Labán. Seguiría cuidando de los animales de Labán, como lo había estado haciendo hasta entonces. Su paga consistiría en animales todavía no nacidos, animales que podrían parecer menos deseables para Labán debido a sus marcas y colores. Jacob no tomaría ninguno de los animales de colores uniformes, y si alguno de ellos nacía en los rebaños de Jacob, Labán podría tomarlos (se considerarían como hurto). Solo los animales manchados y salpicados, rayados o con colores anormales pertenecerían a Jacob. Evidentemente, la mayoría de los animales serían blancos (ovejas), negros (cabras) y color café (vacas). Pocos de ellos caerían dentro del grupo pedido por Jacob. Además, Jacob no podría ni siquiera usar los animales manchados o anormalmente coloreados para criar más como ellos. Los separaría en un rebaño propio, aparte de los animales de coloración normal. Solo los descendientes manchados o anormalmente coloreados nacidos en el futuro de los normalmente coloreados serían suyos. Debido a que le pareció a Labán que el nacimiento de estos animales anormalmente coloreados era improbable en una cantidad significativa respecto de los normalmente coloreados, accedió. Creyó que esta sería una concesión pequeña y favorable de su parte para conservar los capaces servicios de Jacob para aumentar más sus manadas y rebaños. Por su parte, Jacob, con esto, se ponía enteramente en manos de Dios. Solo el Señor podría determinar qué animales serían de Jacob. Para asegurar que Jacob no iba a defraudarlo en este excelente trato, Labán separó los animales con marcas anormales de aquellos que quedaban al cuidado de Jacob (vv. 34–36).

30:37–42 varas. Jacob era buen conocedor de las ovejas, cabras y el ganado, habiendo cuidado de los animales de su padre durante la mayor parte de sus noventa años, y de los de Labán durante los últimos catorce años. Sabía que cuando nacía un animal con alguna marca no común (con un gen recesivo), podría luego comenzar a criar selectivamente aquel gen para producir rebaños y manadas con animales con marcas anormales, que no eran en absoluto físicamente inferiores a los de coloración normal. Cuando comenzó este proceso de crianza selectiva, trató de estimularlo mediante algunos métodos que pueden parecer supersticiosos y sin sentido para nosotros (como las mandrágoras en el v. 14). Pero es muy probable que se hubiese dado cuenta de que cuando pelaba las cortezas, se liberaba algún estimulante en el agua que inducía a los animales a la actividad sexual. En el v. 38, la palabra “procreaban” es, literalmente, en heb., “estar calientes”, que equivale en los animales a “estar en celo”. Su plan tuvo éxito (v. 39) y mantuvo su propio rebaño separado de los anormalmente coloreados de Labán. Su sistema funcionó para ventaja suya, no de Labán (v. 42), que durante años se había aprovechado de él. Jacob dio crédito a Dios por el éxito de sus esfuerzos (31:7, 9)

Génesis 31

31:1, 2 De tendencias materialistas y envidioso ante el éxito de Jacob, los hijos de Labán murmuraban ante lo que ellos consideraban como una disminución de los bienes de su padre, que con ello dañaba la propia herencia de ellos. Si Jacob supo de estas quejas, también lo supo Labán, y saber esto le irritó hasta el punto de volverse áspero con su yerno (cp. 31:20). Aprovecharse de las bendiciones de Dios a través de Jacob (30:27, 28) era una cosa, pero ver que solo Jacob era bendito era un asunto diferente, y no suscitó ninguna alabanza ni gratitud de parte de Labán hacia Dios.

31:3 Vuélvete a la tierra. Cuando Jacob había intentado partir al final de su contrato (30:24), no era todavía el tiempo señalado por Dios. Ahora lo era, de modo que Dios dirigió la partida de Jacob, y en confirmación le aseguró su presencia. De modo que, después de otros seis años, era tiempo de partir (vv. 38–41).

31:4 llamó… al campo. En la privacidad del campo abierto, Jacob podría tratar acerca de sus planes con sus esposas de manera confidencial.

31:5 vuestro padre… mi padre. Un contraste, quizá no intencionado, pero observable debido a que el padre de ellas había mostrado rechazo hacia Jacob, mientras que el Dios de su padre le había aceptado.

31:6–9 Tal como Jacob lo explicó, a su servicio devoto al padre de ellas había respondido Labán con cambios salariales que tenían la intención de frustrar la prosperidad de su yerno, pero Dios había intervenido para impedir el mal deseado (v. 7) y anulando los cambios salariales mediante una gran prosperidad (v. 9).

31:10–12 Vea las notas sobre 30:37–42.

31:11 el ángel de Dios. Cp. 21:17. El mismo que el Ángel de Jehová (16:11. 22:11, 15). vea la nota sobre Éx. 3:2.

31:13 Yo soy el Dios de Bet-el. El Ángel de Dios (v. 11) se identificó claramente como el Señor, señalando con ello al anterior y crítico encuentro con Dios en la vida de Jacob (28:10–22).

31:14–16 Las dos esposas se mostraron de acuerdo en que, en el contexto de unas relaciones familiares gravemente tensas, la herencia de ellas podría quedar cuestionada, por cuanto los vínculos afectivos habían dejado de atarlas allí. También mostraron su asentimiento a que la intervención de Dios había efectivamente compensado lo que el padre de ellas había retenido ilícitamente y gastado.

31:19 los ídolos. Lit. terafim (cp. 2 R. 23:24; Ez. 21:21). Estas imágenes o figurillas de diversos tamaños, generalmente de diosas desnudas con rasgos sexuales acentuados, señalaban bien una especial protección, bien derechos de herencia, o bien una garantía de fidelidad para quien las poseyera. O quizá su posesión por parte de Raquel haría que Jacob fuese reconocido como cabeza de la familia a la muerte de Labán. Vea las notas sobre vv. 30, 44.

31:20 engañó. Por miedo a lo que Labán pudiera hacer (v. 31), Jacob dispensó de la cortesía usual que antes no había olvidado (30:25), y partió clandestinamente en una ocasión apropiada (v. 19). Con todo su séquito, esta no era tarea fácil. La aspereza de Labán (vv. 1, 2) exhibía suficiente hostilidad como para que Jacob temiese una represalia violenta y para reaccionar huyendo de un peligro que no podía definir con certeza.

31:21 el Eufrates… al monte de Galaad. Pasando a la región del sur de Galilea al este del Jordán.

31:23 camino de siete días. Que Labán y su partida necesitasen tantos días para alcanzar un grupo mucho más grande y cargado con posesiones y animales indica que la familia de Jacob había emprendido el viaje a marchas forzadas, probablemente motivados por el temor de Jacob.

31:24 Guárdate… no hables… descomedidamente. De nuevo Dios le protegió soberanamente, como lo había hecho con Abraham e Isaac (12:17–20; 20:3–7; 26:8–11), para impedir que su hombre sufriera daño. En una expresión proverbial (cp. Gn. 24:50; 2 S. 13:22) se advierte a Labán que no emplee nada en toda la gama de opciones que tiene abiertas ante él, literalmente “ni bueno ni malo”, para alterar la situación presente y hacer volver a Jacob.

31:26 mis hijas como prisioneras de guerra. Evidentemente, Labán no creía que sus hijas hubieran podido estar de acuerdo con la partida y pensaba que habían sido obligadas a irse.

31:27–29 Las preguntas de Labán constituyen una manifestación de su derecho de haber dispuesto una apropiada despedida de su familia, y sirvieron como reprensión a Jacob por su desconsideración hacia él.

31:30 ¿por qué me hurtaste mis dioses? Su deseo de volver a Canaán (cp. 30:25) podría haber excusado su partida sin advertencia, pero no podía excusar el robo de sus ídolos (31:19). El exhaustivo registro que hizo Labán buscando estos ídolos (vv. 33–35) demuestra también lo importante que eran para él como idólatra. Vea las notas sobre vv. 19, 44.

31:31 miedo. Jacob experimenta un temor razonable, siendo que había acudido a buscar una esposa, y se encontró con que tuvo que quedarse al menos veinte años (v. 38) bajo las egoístas manipulaciones de Labán.

31:34, 35 Una actuación engañosa demandó un engaño y astucia adicional para encubrirla.

31:35 la costumbre de las mujeres. Raquel pretendió estar con su período menstrual.

31:37 juzguen entre nosotros. El robo y el encubrimiento engañoso de Raquel precipitaron un conflicto grave entre su padre y su marido, que solo podría quedar resuelto con una pesquisa judicial ante testigos.

31:38–42. Jacob presentó su queja de que había sufrido injustamente pérdidas normalmente sufridas por el dueño y que había sufrido muchas penalidades en el cumplimiento de su deber. Jacob también expuso la conclusión de que si no hubiera sido por la intervención de Dios, Labán lo habría despojado del todo.

31:42 el temor de Isaac. Vean también “aquel a quien temía Isaac su padre” (v. 53). Este era otro nombre divino, que significaba la identificación de Jacob con el Dios que había hecho que Isaac le reverenciase.

31:43 Labán arguyó su causa, que resultó no ser otra cosa que una manifestación de su carácter codicioso, al afirmar que todo era suyo.

31:44 hagamos pacto. Aunque Labán consideraba como suyo todo lo que pertenecía a Jacob, a fin de cuentas Jacob había llegado hacía veinte años con nada en sus manos, sin embargo la cuestión estaba decidida claramente en favor de Jacob, porque Labán se fue sin nada. Se celebró un pacto en la forma acostumbrada (vv. 45–51) en la que convinieron no volver a actuar el uno contra el otro (v. 52). Con el levantamiento y nombramiento de unos montones de piedras como testamentos (vv. 47–49), con las comidas de consagración ya consumidas (vv. 46, 54), y tras haberse pronunciado los juramentos y las declaraciones en el nombre del Dios de ellos (vv. 50, 53), el pacto quedó sancionado y formalizado de manera apropiada, y así se separaron. Parece que en este punto finalizó todo contacto entre la familia de Abraham en Canaán y en Mesopotamia.

31:47–49 Jegar Sahaduta… Galaad… Mizpa. Los dos primeros términos significan en arameo y hebreo, respectivamente, “majano del testimonio”. La tercera palabra significa “torre del vigía”.

Dioses falsos en el Antiguo Testamento

1. Los dioses de la casa de Raquel (Gn. 31:19)2. El becerro de oro en Sinaí (Éx. 32)3. El dios de la luna en Ur, adorado por Abraham antes de su salvación (Jos. 24:2)4. Asera, la principal diosa de Tiro, a la cual se hace referencia como la dama del mar (Jue. 6:24–32)5. Dagón, el principal dios filisteo de la agricultura y el mar, y padre de Baal (Jue. 16:23–30; 1 S. 5:1–7)6. Astarot, una diosa canaanea, otra consorte de Baal (1 S. 7:3, 4)7. Moloc, el dios de los amorreos y el ídolo más horrible en las Escrituras (1 R. 11:7; 2 Cr. 28:14; 33:6)8. Las dos imágenes hechas por el rey Jeroboam, establecidas en Dan y Bet-el (1 R. 12:28–31)9. Baal, la principal deidad de Canaán (1 R. 18:17–40; 2 R. 10:28; 11:18)10. Rimón, el dios sirio de Naamán el leproso (2 R. 5:15–19)11. Nisroc, el dios asirio de Senaquerib (2 R. 19:37)12. Nebo, el dios babilonio de la sabiduría y la literatura (Is. 46:1)13. Merodac, el principal dios del panteón babilonio (Jer. 50:2)14. Tamuz, el esposo y hermano de Istar (Asera), diosa de la fertilidad (Ez. 8:14)15. La imagen de oro en el campo de Dura (Dn. 3)

31:53 Dios de Nacor. El probable paralelismo sincretista de Labán entre el Dios de Abraham y el de Nacor y Taré, su hermano y padre, respectivamente, impulsó a Jacob a usar de nuevo el término de “el temor de Isaac”, en referencia al verdadero Dios (v. 42), porque desde luego no podría haber dado crédito a ninguna de las alusiones sincretistas de Labán.

Génesis 32

32:1 ángeles de Dios. Con una crisis detrás de él y ante él la incertidumbre de tener que encontrarse con Esaú, Jacob se encontró primero con una hueste de ángeles, lo que debió recordarle Bet-el, y que sirvió también como recuerdo oportuno y aliento de que en la tierra se cumple la voluntad de Dios (28:11–15).

32:2 Campamento de Dios… Mahanaim. Este término significa “doble campamento”, esto es, uno de ellos de Dios, y el otro el suyo. El lugar estaba al este del río Jordán, en Galaad, cerca del río Jaboc.

32:3 Seir… Edom. El territorio de Esaú, al sur del Mar Muerto.

32:7 tuvo gran temor, y se angustió. Él había tratado de reconciliarse con Esaú (vv. 4, 5), pero el informe de los mensajeros que había enviado solo sirvió para confirmar sus más profundas sospechas de que la antigua amenaza de Esaú contra él (27:41, 42) no había cedido con el paso de los años, y que su llegada con una fuerza armada solo presagiaba el desastre (vv. 8, 11). Así, se preparó para el ataque distribuyendo a toda su comitiva de personas, sus ganados y rebaños.

32:9–12 Cosa digna de encomio, a pesar de los planes para aplacar a su hermano (vv. 13–21), Jacob oró pidiendo liberación, rememorando los propios mandamientos de Dios y la promesa del pacto que le había hecho (v. 12; vean 28:13–15), reconociendo su propia ansiedad, y confesando ante el Señor su propia indignidad. Esta es la primera oración que se registra de Jacob desde su encuentro con Dios en Bet-el de camino a Labán (28:20–22).

32:13–21 Los cuidadosos preparativos logísticos de Jacob para su estrategia de aplacamiento (quinientos cincuenta animales que Esaú valoraría) pueden resaltar su capacidad de planificación, pero resalta todavía más, dada la declaración de objetivos al final (v. 20), su falta en orar y creer que Dios cambiaría el corazón de Esaú.

32:22–32 Esta singular lucha durante toda una noche en Peniel concluye con un cambio de nombre para Jacob a sus noventa y siete años de edad (v. 28) y con la designación del lugar por un nuevo nombre (v. 30) a fin de que sirviera de recordatorio para Jacob y para posteriores generaciones. La cojera con la que salió de la lucha (vv. 25, 31) sirvió también como recordatorio de este acontecimiento.

32:22 Jaboc. Una corriente de unos ciento cinco km de longitud al este del Jordán, y que desemboca en este río a mitad de la distancia entre el Mar de Galilea y el Mar Muerto (ca. 72 km al sur del Mar de Galilea).

32:24 luchó con él un varón. El lugar, llamado Peniel, o “rostro de Dios”, nombre puesto por Jacob (v. 30), y el comentario que hace Oseas (Os. 12:4), identifican a este Varón con quien luchó Jacob como el Ángel de Jehová que es también identificado como Dios, una aparición preencarnada del Señor Jesucristo. vea la nota sobre Éx. 3:2.

32:28 No se dirá más… Jacob, sino Israel. El nombre personal de Jacob cambia de uno que significa “asidor de talón” o “engañador” a uno que significa “peleador de Dios” o “él pelea con Dios” (cp. 35:10). con Dios y con los hombres. Una evaluación asombrosa de lo que Jacob había conseguido, es decir, salir victorioso de la lucha. En el registro de su vida desde luego dominó la lucha: 1) con su hermano Esaú (caps. 25–27); 2) con su padre (cap. 27); 3) con su suegro (caps. 29–31); 4) con sus esposas (cap. 30); y 5) con Dios en Peniel (v. 28).

32:30 Peniel. vea la nota sobre v. 24.

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