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Por: Elizabeth George

Este artículo forma parte de la serie «Una madre conforme al corazón de Dios»

Conocí a mi esposo Jim el día de san Valentín. ¡Y nos casamos en junio! ¿Habrá algo más cercano al lema de “fueron felices para siempre”? Sin embargo, empezamos nuestro matrimonio sin Dios. Discutíamos. Nos entregábamos a causas diversas, amigos, entretenimiento, toda clase de distracciones. Y tuvimos dos hijas, pero eso no llenó nuestro vacío.

Pasaron ocho años antes de convertirnos en una familia cuya cabeza es Jesucristo. Fue entonces cuando empecé a cultivar el hábito que me hizo feliz para siempre: leer la Biblia diariamente. Marcaba cada pasaje que me hablaba a mí como mujer. Y Dios obró en mí una transformación de la que aún me asombro.

¡Mateo 20:28 es el secreto! Jesús dijo: “el Hijo del hombre no vino para que le sirvan, sino para servir”. El gozo eterno empieza cuando amas y sirves al Señor y a tu familia.

Jesús, cuando estoy cansada, enojada, ocupada o preocupada por los niños, tu gracia y tu amor incondicional me recuerdan que debo volver a tu Palabra. Ahonda mi deseo de ser una sierva para que pueda experimentar el gozo eterno y verdadero.

*Elizabeth George, autora del éxito de librería Una mujer conforme al corazón de Dios®, dedica su ministerio de enseñanzas, conferencias y escritura a las necesidades espirituales de las mujeres. Su sabiduría y experiencia han inspirado a miles de mujeres a buscar el corazón de Dios y a vivir una profunda vida de fe. 

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