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Por: Norman Geisler

Este artículo forma parte de la serie: Respuestas a las sectas

ISAÍAS 53.4 – 5: ¿Indica este pasaje que la sanidad física durante la vida mortal está garantizada en la expiación, como a menudo argumentan los maestros de la Palabra de Fe?

TERGIVERSACIÓN: Isaías 53.4 – 5 dice: ―Ciertamente llevo él nuestras enfermedades y sufrió nuestros dolores, ¡pero nosotros lo tuvimos por azotado, como herido y afligido por Dios! Mas él fue herido por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados. Por darnos la paz, cayó sobre él el castigo, y por sus llagas fuimos nosotros curados.

Los maestros de la Palabra de Fe creen que este pasaje quiere decir que la sanidad física durante la vida mortal está garantizada en la expiación. Por consiguiente, un verdadero creyente nunca debe estar enfermo. Le toca al creyente apropiarse de la sanidad garantizada que está disponible gracias a la expiación. Si el creyente no cree o si tiene pecado, se impide esta sanidad disponible (Hagin, Word of Faith [Palabra de Fe], agosto de 1977, p. 9).

CORRECCIÓN DE LA TERGIVERSACIÓN: Aunque la sanidad física suprema sí está en la expiación (una sanidad de la cual disfrutaremos en nuestros cuerpos resucitados), la sanidad de nuestros cuerpos mientras estamos en el estado mortal (antes de nuestra muerte y resurrección) no está garantizada en la expiación.

Además, es importante notar que la palabra hebrea para ―sanidad –  (nirfá) puede referirse no sólo a la sanidad física sino también a la sanidad espiritual. El contexto de Isaías 53.4 indica que el tema es la sanidad espiritual. En el versículo 5 se nos dice claramente: ―Mas él fue herido por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados. Por darnos la paz, cayó sobre él el castigo, y por sus llagas fuimos nosotros curados -(cursivas añadidas). Ya que ―rebeliones- y ―pecados – definen el contexto, la sanidad espiritual del sufrimiento del pecado es el tema.

Muchos versículos de las Escrituras confirman la interpretación de que la sanidad en la vida mortal no está garantizada en la expiación y que no es siempre la voluntad de Dios sanar. El apóstol Pablo no pudo sanar el problema del estómago de Timoteo (1 Ti 5.23) ni tampoco pudo sanar a Trófimo en Mileto (2 Ti 4.20) ni a Epafrodito (Flp 2.25 – 27). Pablo habló de ―una enfermedad del cuerpo –  que tenía (Gl 4.13 – 15). También sufría de ―un aguijón en mi carne- que Dios le permitía retener (2 Co 12.7 – 9). No hay duda de que Dios permitió que Job viviera un tiempo de sufrimiento físico (Job 1 – 2). En ninguno de esos casos se dice que la enfermedad fue causada por pecado o por no creer. Tampoco es cierto que Pablo o ninguno de los otros actuaran como si pensaran que su sanidad estaba garantizada en la expiación. Aceptaban sus situaciones y confiaban en la gracia de Dios para su sustento. Es de notar que en dos oportunidades Jesús dijo que la enfermedad podía ser para la gloria de Dios (Jn 9.3; 11.4).

Otros pasajes de las Escrituras revelan que nuestros cuerpos físicos continuamente se están gastando y están padeciendo varias enfermedades. Se dice que nuestros cuerpos actuales son perecederos y débiles (1 Co 15.42 – 44). Pablo dijo que ―nuestro hombre exterior se va desgastando-  (2 Co 4.16). La muerte y la enfermedad serán parte de la condición humana hasta el momento en que recibamos cuerpos resucitados que son inmunes a tales debilidades (1 Co 15.51 – 55).

El Dr. Norman Geisler es autor o coautor de unos cincuenta libros y centenares de artículos. Él ha enseñado en la universidad y a nivel de graduados por cuarenta y tres años. Ha dado conferencias y presentado debates en cincuenta estados y en veinticinco países de seis continentes. 

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