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Por: Ron Rhodes.*

Este artículo forma parte de la serie ¿Qué dice la Biblia acerca de …?

Se ha reconocido ya hace mucho tiempo que los tres atributos principales de la personalidad son la mente, las emociones y la voluntad. Una fuerza no tiene estos atributos. Si se puede demostrar que el Espíritu Santo tiene mente, emociones y voluntad, la idea de que el Espíritu Santo no es más que una «fuerza» caerá como un castillo de naipes.

El Espíritu Santo tiene mente. Vemos el intelecto del Espíritu Santo en 1 Corintios 2:10 donde se nos dice que «lo examina todo» (cf. Isaías 11:2: Efesios 1:17). El término griego para «examinar» significa «investigar en profundidad una cuestión». También se nos dice en 1 Corintios 2:11 que el Espíritu Santo «conoce» los pensamientos de Dios. ¿Cómo podría el Espíritu conocer los pensamientos de Dios, sin mente? Una fuerza no conoce las cosas. El proceso de pensamiento requiere de la presencia de la mente.

Romanos 8:27 nos dice que así como el Espíritu Santo conoce las cosas de Dios, Dios Padre conoce «la intención del Espíritu». Aquí, la palabra griega traducida como «intención» significa literalmente «forma de pensar, mentalidad, objetivo, aspiraciones, metas». Una mera fuerza, como por ejemplo la electricidad, no tiene forma de pensar ni mentalidad.

El Espíritu Santo tiene emociones. En Efesios 4:30 se nos amonesta: «No agravien al Espíritu Santo de Dios». La pena es una emoción y no es algo que pueda experimentar una fuerza. La pena es un sentimiento, El Espíritu Santo siente esta emoción de pena cuando los creyentes pecan. En el contexto de Efesios, estos pecados incluyen la mentira (versículo 25), la ira que lleva al pecado (versículo 26), robar (versículo 28), la holgazanería (versículo 28), y decir palabras obscenas o sin amor (versículo 29).

El Espíritu Santo tiene voluntad. Se nos dice en 1 Corintios 12:11 que el Espíritu Santo distribuye dones espirituales «a cada uno según él lo determina». La frase «según él lo determina» es traducción de la palabra griega bouletai, que se refiere a «decisiones de la voluntad luego de deliberación previa».2 El Espíritu Santo toma una decisión soberana en cuanto a cuales son los dones espirituales que recibirá cada cristiano. Una fuerza no podría tener voluntad para tomar estas decisiones.

Las obras del Espíritu Santo confirman Su personalidad. Además de los atributos de la personalidad que acabamos de mencionar, vemos que el Espíritu Santo hace muchas cosas en las Escrituras. Son cosas que solo una persona podría hacer. Por ejemplo, el Espíritu Santo enseña a los creyentes (Romanos 8:14); da a las personas la comisión de servir (Hechos 13:4); da mandamientos a los creyentes (Hechos 8:29); restringe el pecado (2 Tesalonicenses 2:7); intercede y ora por los creyentes (Romanos 8:26) y les habla a las personas (Juan 15:26; 2 Pedro 1:21).

En vista de toda esta evidencia, no cabe duda de que el Espíritu Santo es una persona, y no una «fuerza».

Tomado del libro ¿Qué dice la Biblia acerca de …? de Ron Rhodes 

*El Dr. Ron Rhodes recibió su Th.M. y Th.D. grados en teología sistemática del Seminario Teológico de Dallas, graduándose con honores. Actualmente es el presidente de Reasoning from the Bibles Ministries, una organización de apologética ubicada en Texas. 

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