Por: Jeremiah Burroughs*
Este artículo forma parte de la serie «Día a día con los puritanos»
Y yo también te digo que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. MATEO 16:18
El poder de Dios es glorioso, no sólo para preservar Su iglesia y levantar los espíritus de Sus siervos en tiempos de mucha aflicción, sino también para multiplicar Su iglesia a través de tales tiempos. Si es maravilloso ser sostenido en ellos, es aún más maravilloso ser multiplicado por ellos. «Cuanto más nos cortan, más persistimos», dice Tertuliano.
La iglesia nunca creció tan rápido como cuando estaba bajo intensa aflicción. Sobre los primeros cristianos, Sulpicio dice que anhelaban el martirio tanto como los hombres de su tiempo anhelaban el obispado. La sangre de los mártires fue la semilla de la Iglesia. Plinio habla del lirio, que crece alimentado por la savia que brota de él, y que lo mismo ocurre con la Iglesia, que es el lirio que crece entre espinas; la misma sangre derramada por ella la multiplica; los sufrimientos de uno llevan a muchos otros a amar la verdad.
John Knox […] habla de un caballero, un tal John Lindsay, conocido del obispo James Bettoune. En la ocasión en que Patrick Hamilton fue quemado en la hoguera, este caballero comentó al obispo: «Mi Señor, si quemáis a otros, os destruís a vosotros mismos; si los quemáis, que la incineración tenga lugar en sótanos vacíos, porque el humo del señor Patrick Hamilton ha contaminado a todos aquellos sobre los que ha soplado».
Se dice de una tal Cecilia […] que su constancia y sus exhortaciones, antes y después de su martirio, convirtieron a 400 personas. «Por la sangre y la oración, la Iglesia convierte al mundo entero», dice Lutero.
Los sufrimientos de uno llevan a muchos otros a amar la verdad.
*Jeremiah Burroughs (1600-1646) fue un teólogo puritano inglés que se destacó como uno de los principales predicadores y escritores de su época.
