No olvides compartir ...

Por: Cary Schmidt*

¿Te has sentido abrumado por circunstancias fuera de tu control? ¿Tiendes, como yo, a crear tus propias soluciones? Cuando las cosas van mal, mi reacción inmediata es resolver, evadir, escapar, o forzar mis propias soluciones a mi situación.

Este es un pésimo hábito, por muchas razones. ¿Por qué está mal?

Primero, porque yo no estoy en control, entonces mis soluciones son meras conjeturas o, peor, quizá solo una reacción precipitada. 

Segundo, porque no tengo el suficiente conocimiento como para conocer el propósito de mis circunstancias o exactamente qué quiere hacer Dios con ello. Cuando intento solucionar las cosas por mi cuenta, ¡solo estoy empeorando el problema!

Tercero, porque mis soluciones suelen evitar que la más grande y mejor idea de Dios se despliegue. Mientras estoy trabajando en “mi plan”, estoy impidiendo el plan de Dios.

Entonces, hay una muy poderosa práctica espiritual deliberada en mi vida. Desearía que fuera más instintiva. Desearía que siempre fuera mi primera reacción. Desearía no tener que aprender “por las malas”. Pero tengo que decirlo: las veces que he hecho esta práctica deliberada, no pasa mucho tiempo antes de ver a Dios intervenir con el despliegue de su más grande, más hermoso, y más definitivo plan.

Toma cualquier problema que estés enfrentando ahora, cualquier desafío, cualquier carga, y deliberadamente aíslalo de todo lo demás en tu vida. Obsérvalo. Da un paso atrás. Toma distancia. Libera sus cuerdas de tu corazón, emociones y energías mentales. Obsérvalo objetivamente.

Ahora… aquí está.

Una vez que has aislado ese problema de tu vida y puedes mirarlo con objetividad, deliberadamente di esto:

“Dios, este no es mi problema, este es tu problema. Yo no soy la víctima de este problema. Yo soy hijo de tu amante corazón. Tú eres mi fiel Padre, y has prometido cuidarme. Te has ofrecido a tomar mis cargas. Entonces aquí está, Dios. Yo soy demasiado pequeño para este problema. No puedo solucionarlo ni resolverlo. Por eso te lo doy a ti. Gracias por este problema, ahora aquí está. ¡Te lo devuelvo! Muéstrame lo que puedes hacer. Guíame en sabiduría. Dirige mis pasos y mis decisiones. Estoy escogiendo que tú me sostengas, y no que este problema me retenga. Muéstrame tu solución, y, hasta que lo hagas, esperaré con paciencia, persistencia, fe, y dependencia”.

Allí está. Mi más poderosa práctica espiritual deliberada es mirar con objetividad al problema e intencionalmente ponerlo de nuevo en manos de Dios.

¿El desenlace? Puedo decir definitivamente que, cada vez que he hecho esto, mis emociones han sido radicalmente transformadas, mi problema ha dejado de “tener el control”, y, antes de que me diese cuenta, la solución de Dios me ha sorprendido.

Entonces, estés donde estés, inténtalo. Quizá tu problema llegó a tus manos solo para que lo regreses a las manos de Dios y experimentes cuán gran Padre es Él en realidad. Hazlo. Ponlo de nuevo en las manos de Dios, y lo digo en serio. ¡Él es suficiente grande como para tomarlo!

“Encomienda a Jehová tu camino, y confía en él; y él hará” (Sal. 37:5).

Publicado originalmente en www.caryschmidt.com. Este artículo ha sido traducido y usado con permiso.

*Cary Schmidt es el pastor principal de Emmanuel Baptist Church en Newington, CT, donde sirve con su esposa Dana. Tiene tres hijos adultos: Lance, Larry y Haylee; también, dos nietos: Chad y Charleigh. Hace seis años, tuvo cáncer, algo que Dios usó profundamente en su vida. La crónica de su experiencia se relata en su libro Off Script.



No olvides compartir ...

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

× Recibe nuestros artículos