Por: George Müller (1805 – 1898)
Este artículo forma parte de la serie «Lecturas devocionales de George Muller«
“Entonces los apóstoles le dijeron al Señor: auméntanos la fe.”
LUCAS 17:5 Para que nuestra fe sea fortalecida debemos recordar que “toda buena dádiva y todo don perfecto descienden de lo alto, donde está el Padre que creo las lumbreras celestes, y que no cambian como los astros, ni se mueve como las sombras” (Santiago 1:17). Como el incremento de la fe es una buena dádiva, debe venir de Dios y, por lo tanto, a Él se debe pedir esta bendición.
Sin embargo, debemos utilizar los siguientes medios para lograr ese incremento de nuestra fe: la lectura cuidadosa y diligente de la Palabra de Dios, combinada con la meditación. Mediante la lectura, pero especialmente mediante la meditación de la Palabra de Dios, el creyente se familiariza progresivamente con la naturaleza y el carácter de Dios y ve que además de ser justo, Él es Santo, amable, cariñoso, benévolo, misericordioso, poderoso, sabio y fiel. Por lo tanto, en los momentos de pobreza, de aflicción del cuerpo, de privación y aflicción familiar, de dificultades en el servicio cristiano, o de necesidad de vivienda o empleo, podrá depender de la capacidad de Dios para ayudarle, por cuanto ha aprendido no sólo de su Palabra, que es Todopoderoso e infinitamente sabio, sino que ha visto también a través de ella las muchas ocasiones en que realmente ejerció ese poder y sabiduría para liberar y ayudar a sus hijos.
Mediante la lectura, pero especialmente mediante la meditación de la Palabra de Dios, el creyente se familiariza progresivamente con la naturaleza y el carácter de Dios.
El creyente puede depender y descansar en la disposición de Dios para ayudarlo, porque las Escrituras así lo dicen y además porque ellas muestran los casos reales en los que Dios, demostrando cada una de las características y atributos mencionados, socorrió y ayudó a quienes acudieron a Él. Por lo tanto, leer y meditar en las Escrituras son medios especiales para incrementar nuestra fe.
Padre bueno, no hay déficit de pruebas bíblicas de tu maravilloso carácter y de que podemos confiar en Ti. Fortalece mi ser interior mediante el poder de Tu Espíritu, para que habite Cristo en mi corazón por la fe. Afírmame en tu amor y dame, Jesús de Nazaret, la capacidad de comprender la altura, la profundidad y la anchura de tu amor. Amén.
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George Müller (1805 – 1898): fue un predicador y misionero inglés nacido en rusia, destacado por su obra en favor de los niños desamparados. Supervisó la construcción de cinco grandes orfanatos-que aún se conservan en Ashley Downs, Bristol – dando alojamiento a miles de niños.
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