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Este artículo forma parte de la serie: «Oraciones Puritanas«

¡Señor compasivo!

Tus misericordias me trajeron al amanecer de un nuevo día. Vano será este don, a menos que yo crezca en Gracia, aumente en conocimiento, madure para la cosecha espiritual. Permítanme en este día conocerte como Tú eres, amarte supremamente, servirte totalmente, admírate plenamente.

Por medio de la Gracia, hacer que mi voluntad responda a Ti, sabiendo que el poder de obedecer no está en mí, sino que solamente Tu libre amor me permite servirte. He aquí, pues, está mi vacío corazón, desbordado con Tus preciosos dones; aquí está mi ciego entendimiento, ahuyentando sus brumas de ignorancia.

Oh, Pastor siempre vigilante, condúceme, guíame, cuida de mí este día; sin Tu cayado de restricción yo yerro y me pierdo. Limita mi camino, no sea que yo deambule en nocivo deleite, y beba sus arroyos venenosos; dirige mis pies, así que no sea enredado en los lazos secretos de Satanás, ni caiga en sus trampas ocultas. Defiéndeme de los ataques enemigos, de circunstancias malas, de mí mismo. Mis adversarios son parte integrante de mi naturaleza; se aferran a mí como mi propia piel; yo no puedo escapar de su contacto. Me atraen con anzuelos constantes; Mi enemigo está dentro de la fortaleza. Ven con poder omnipotente y expúlsalos, hiérelos a muerte, y anula en mí, en este día, cada partícula de vida carnal

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Tomado de “El Valle de La Visión


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