Por: Paul Washer.
Este artículo forma parte de la serie «El hombre caído«
A través de la generosa providencia de Dios, la raza humana ha obtenido grandes logros intelectuales en la ciencia, la tecnología, la medicina, etc. Sin embargo, el conocimiento que el hombre caído tiene de Dios no es otra cosa que un laberinto torcido de herejías y vanos pensamientos. Esta ignorancia no es resultado de un «Dios escondido», sino de un «hombre escondido».
Dios se ha revelado claramente al hombre a través de la creación, Sus obras soberanas en la historia, las Escrituras, y finalmente a través de Su Hijo encarnado. El hombre, estando muerto espiritualmente y corrompido moralmente, ha respondido a esta revelación cerrando sus ojos y cubriendo sus oídos. No puede conocer la verdad, porque la odia y busca reprimirla. Odia la verdad porque es la verdad de Dios, y habla en contra de él. Por lo tanto, no puede soportarla.
El hombre caído no puede entender las cosas de Dios. Las cosas de Dios se disciernen espiritualmente, mientras que el hombre caído está muerto espiritualmente. Por esta razón, rechaza el conocimiento de Dios como una locura. Para que el hombre entienda, aprecie y acepte el conocimiento de Dios, debe ser regenerado por el Espíritu Santo. Jesús dijo a Nicodemo en Juan 3:3, «De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios».
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