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Por: John MacArthur

Este artículo forma parte de la serie de devocionales «Fortaleza para hoy»

«Andad… con toda… mansedumbre». EFESIOS 4:1-2

Nuestra ira debe ser controlada y solo por motivos correctos.

Después de la lección anterior, uno puede pensar que los cristianos siempre deben estar callados y ser pasivos, sin molestarse ni enojarse por nada. En realidad, los creyentes tienen derecho a enojarse, pero solo bajo ciertas condiciones. Efesios 4:26 dice: «Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo». De manera que hay cierto tipo de enojo que no es pecaminoso. Que debe estar bajo control y debe resolverse con rapidez.

Proverbios 25:28 declara: «Como ciudad derribada y sin muro es el hombre cuyo espíritu no tiene rienda». La persona que pierde el control es vulnerable. Esa clase de personas caen en cada tentación, fracaso y debilidad que se les presenta. Por otro lado, «Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte; y el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad» (16:32). El que gobierna su espíritu tiene poder y energía, pero controla ambas cosas.

Ese mismo poder y esa energía desenfrenados no crean nada más que caos y pecaminosidad. Aquellos que se enojan con facilidad carecen de gentileza.

La gente amable, por otro lado, controla sus energías y sus fortalezas, pero tienen algo difícil. Alejarse del pecado o condenar el mal. Cuando la persona que es gentil se somete al Señor, se enoja por cosas que ofenden a Dios, no a sí misma. Si alguien le ofende directamente, no busca venganza. Pero cuando Dios es difamado, el león que yace dentro de esa persona ruge. Esa clase de enojo se llama justa indignación. Bajo el control de Dios, la ira reacciona cuando debe hacerlo, por la razón correcta y por el tiempo propicio.

Sugerencias para la oración: Pida perdón si puede enojarse por razones incorrectas. Comprométase a ser gentil cuando normalmente estallaría en enojo.

Si no se enoja cuando ve el mal, pídale a Dios que le haga sensible a lo que Él detesta.

Para un estudio más profundo: En el mismo momento en que Moisés recibía la ley de Dios en el Monte Sinaí, los israelitas estaban practicando la idolatría y el libertinaje. Lea Éxodo 32. ¿Cuál fue la reacción de Moisés ante el pecado de ellos?

¿Guardó rencor contra ellos (vv. 31-32)?

¿Cómo puede el ejemplo de Moisés ser un patrón para usted?

ARTÍCULO DE INTERÉS: Contentamiento, lo opuesto a la codicia – John MacArthur


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