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Por: John MacArthur.

Este artículo forma parte de la serie: La Gloria del Cielo

No hay nada más cierto que decir que todo lo verdaderamente precioso para los cristianos se encuentra en el cielo. Allí está el Padre, por ello nos instó Jesús a orar «Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre» (Mt. 6:9). Jesús en persona se encuentra sentado a la diestra de Dios. Hebreos 9:24 dice que *no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios. Así pues, nuestro Salvador está ahora en el cielo, desde donde intercede en favor nuestro (He. 7:25).

También se encuentran allí muchos hermanos y hermanas en Cristo. Hebreos 12:23 dice que al volvernos hacia Dios nos hemos acercado a la congregación de los primogénitos que están escritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos».

Nuestros seres queridos en la fe están allí. Todos los creyentes del Antiguo y del Nuevo Testamento que hayan muerto se hallan en el cielo.

También nuestros nombres están allí. En Lucas 10:20 Cristo les dice a los discípulos, quienes estaban echando fuera demonios: No os regocijéis de que los espíritus se os sujetan, sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos». Y, al decir que nuestros nombres están escritos en el cielo, Jesús nos asegura que también tenemos un título de propiedad; es decir, nuestra herencia. Primera de Pedro 1:4 indica que hemos renacido en Cristo «para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros».

Filipenses 3:10 nos asegura que «Nuestra ciudadanía está en los cielos”. En otras palabras, que el cielo es el lugar al que pertenecemos. No somos más que «extranjeros y peregrinos sobre la tierra» (He. 11:13). Nuestra meta, pues, no debería ser acumular posesiones en este planeta.

Nuestra verdadera riqueza -nuestra recompensa eterna- se encuentra en el cielo (Mt. 5:12). Jesús nos dice en Mateo 6:19-21 que el único tesoro que será nuestro durante toda la eternidad está allí.

O lo que es lo mismo, todo aquello que deberíamos amar perpetuamente, todo lo que rectamente apreciamos, todo lo que tiene un valor eterno está en el cielo. De modo que la autoindulgencia y el materialismo dentro de la iglesia son inclinaciones espirituales especialmente destructivas. No en vano derriban todo aquello que la iglesia debería representar, alejan al creyente de su asidero celeste y le vuelven mundano.

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Extracto del libro «La Gloria del cielo» escrito por John MacArthur.


3 comentarios en «El cielo es algo inestimable – John McArthur»

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