No olvides compartir ...

Por: J. C. Ryle.

El Señor Jesús nos dice que la preocupación excesiva por las cosas de este mundo es algo totalmente impropio de un cristiano. Una característica fundamental del paganismo es vivir para el presente. Que el pagano esté todo lo ansioso que quiera: no tiene un Padre en los cielos; pero el cristiano, que tiene una luz y un conocimiento más claros, ha de demostrarlo mediante su fe y su contentamiento. Cuando perdamos a un ser querido, no debemos “entristecernos como los otros que no tienen esperanza” (cf. 1 Tesalonicenses 4:13). Cuando nos acosen preocupaciones por cosas de esta vida, no debemos estar ansiosos, como si no tuviéramos un Dios, ni un Cristo.

El Señor Jesús nos ofrece una promesa de gracia divina como remedio para la ansiedad de espíritu. Nos asegura que si “buscamos primeramente” y principalmente tener un lugar en el Reino de la gracia y la gloria, todo lo que realmente necesitamos en este mundo nos será dado: será “añadido”, además de nuestra herencia celestial. “A los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien”; “No quitará el bien a los que andan en integridad” (Romanos 8:28; Salmo 84:11).

Por último, el Señor Jesús pone fin a toda su enseñanza sobre este asunto pronunciando una máxima de inmensa sabiduría. “El día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal”. No debemos cargarnos de preocupaciones que aún están por llegar; tenemos que concentrarnos en las tareas de hoy, y dejar las inquietudes de mañana hasta que amanezca ese mañana. Quizá muramos antes de que llegue mañana; no sabemos lo que puede suceder mañana; solo de una cosa podemos estar seguros: que si el mañana trae consigo una cruz, Aquel que la ha enviado puede también enviar, y enviará, gracia para cargarla.

En todo este pasaje hay un tesoro de lecciones áureas. Procuremos emplearlas en nuestra vida diaria; no las leamos solamente, sino démosles una utilidad práctica; velemos y oremos para guardarnos de un espíritu de ansiedad y de preocupación excesiva. Es muy importante para nuestra felicidad que así lo hagamos. La mitad de nuestras penas son causadas por imaginar cosas que pensamos que nos van a pasar; la mitad de las cosas que esperamos que nos van a pasar nunca llegan. ¿Dónde está nuestra fe? ¿Dónde está nuestra confianza en las palabras de nuestro Salvador? Bien puede ser que nos avergoncemos al leer estos versículos y a continuación mirar a nuestros corazones. Podemos estar seguros de que las palabras de David dicen la verdad: “Joven fui, y he envejecido, y no he visto justo desamparado, ni su descendencia que mendigue pan” (Salmo 37:25).

RELACIONADO: La cura definitiva de la ansiedad – J.C. Ryle



No olvides compartir ...
2 comentarios en «La cura definitiva de la ansiedad (2) – J.C. Ryle»
  1. En enero viaje a la capital para poder hacer algo en favor de la familia, pero todo se partio, se rompio, cuando recibi la llamada de mi entonces esposa la cual botaba nuestra relacion de muchos años a la basura, cabe decir que no fue la primera vez, con esta es la segunda, desde entonces paro afligido y ansioso por el mañana, no tengo vida como debe ser, trato de no afanarme, pero no puedo, me da temor el mañana, me da temor nunca volver con ella, solo le pido a Dios sane mi corazon y cuando despierte todo esto haya pasado, vivo en una ciudad que no es la mia, sin trabajo estable sino eventual, sin casa, vivo alquilado y con mi hijo ya que se vino conmigo, en fin, hermanos oren por la restauracion de mi familia se los pido.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

× Recibe nuestros artículos